- Botero esculturas (1998)
- Salmona (1998)
- El sabor de Colombia (1994)
- Wayuú. Cultura del desierto colombiano (1998)
- Semana Santa en Popayán (1999)
- Cartagena de siempre (1992)
- Palacio de las Garzas (1999)
- Juan Montoya (1998)
- Aves de Colombia. Grabados iluminados del Siglo XVIII (1993)
- Alta Colombia. El esplendor de la montaña (1996)
- Artefactos. Objetos artesanales de Colombia (1992)
- Carros. El automovil en Colombia (1995)
- Espacios Comerciales. Colombia (1994)
- Cerros de Bogotá (2000)
- El Terremoto de San Salvador. Narración de un superviviente (2001)
- Manolo Valdés. La intemporalidad del arte (1999)
- Casa de Hacienda. Arquitectura en el campo colombiano (1997)
- Fiestas. Celebraciones y Ritos de Colombia (1995)
- Costa Rica. Pura Vida (2001)
- Luis Restrepo. Arquitectura (2001)
- Ana Mercedes Hoyos. Palenque (2001)
- La Moneda en Colombia (2001)
- Jardines de Colombia (1996)
- Una jornada en Macondo (1995)
- Retratos (1993)
- Atavíos. Raíces de la moda colombiana (1996)
- La ruta de Humboldt. Colombia - Venezuela (1994)
- Trópico. Visiones de la naturaleza colombiana (1997)
- Herederos de los Incas (1996)
- Casa Moderna. Medio siglo de arquitectura doméstica colombiana (1996)
- Bogotá desde el aire (1994)
- La vida en Colombia (1994)
- Casa Republicana. La bella época en Colombia (1995)
- Selva húmeda de Colombia (1990)
- Richter (1997)
- Por nuestros niños. Programas para su Proteccion y Desarrollo en Colombia (1990)
- Mariposas de Colombia (1991)
- Colombia tierra de flores (1990)
- Los países andinos desde el satélite (1995)
- Deliciosas frutas tropicales (1990)
- Arrecifes del Caribe (1988)
- Casa campesina. Arquitectura vernácula de Colombia (1993)
- Páramos (1988)
- Manglares (1989)
- Señor Ladrillo (1988)
- La última muerte de Wozzeck (2000)
- Historia del Café de Guatemala (2001)
- Casa Guatemalteca (1999)
- Silvia Tcherassi (2002)
- Ana Mercedes Hoyos. Retrospectiva (2002)
- Francisco Mejía Guinand (2002)
- Aves del Llano (1992)
- El año que viene vuelvo (1989)
- Museos de Bogotá (1989)
- El arte de la cocina japonesa (1996)
- Botero Dibujos (1999)
- Colombia Campesina (1989)
- Conflicto amazónico. 1932-1934 (1994)
- Débora Arango. Museo de Arte Moderno de Medellín (1986)
- La Sabana de Bogotá (1988)
- Casas de Embajada en Washington D.C. (2004)
- XVI Bienal colombiana de Arquitectura 1998 (1998)
- Visiones del Siglo XX colombiano. A través de sus protagonistas ya muertos (2003)
- Río Bogotá (1985)
- Jacanamijoy (2003)
- Álvaro Barrera. Arquitectura y Restauración (2003)
- Campos de Golf en Colombia (2003)
- Cartagena de Indias. Visión panorámica desde el aire (2003)
- Guadua. Arquitectura y Diseño (2003)
- Enrique Grau. Homenaje (2003)
- Mauricio Gómez. Con la mano izquierda (2003)
- Ignacio Gómez Jaramillo (2003)
- Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 350 años (2003)
- Manos en el arte colombiano (2003)
- Historia de la Fotografía en Colombia. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1983)
- Arenas Betancourt. Un realista más allá del tiempo (1986)
- Los Figueroa. Aproximación a su época y a su pintura (1986)
- Andrés de Santa María (1985)
- Ricardo Gómez Campuzano (1987)
- El encanto de Bogotá (1987)
- Manizales de ayer. Album de fotografías (1987)
- Ramírez Villamizar. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1984)
- La transformación de Bogotá (1982)
- Las fronteras azules de Colombia (1985)
- Botero en el Museo Nacional de Colombia. Nueva donación 2004 (2004)
- Gonzalo Ariza. Pinturas (1978)
- Grau. El pequeño viaje del Barón Von Humboldt (1977)
- Bogotá Viva (2004)
- Albergues del Libertador en Colombia. Banco de la República (1980)
- El Rey triste (1980)
- Gregorio Vásquez (1985)
- Ciclovías. Bogotá para el ciudadano (1983)
- Negret escultor. Homenaje (2004)
- Mefisto. Alberto Iriarte (2004)
- Suramericana. 60 Años de compromiso con la cultura (2004)
- Rostros de Colombia (1985)
- Flora de Los Andes. Cien especies del Altiplano Cundi-Boyacense (1984)
- Casa de Nariño (1985)
- Periodismo gráfico. Círculo de Periodistas de Bogotá (1984)
- Cien años de arte colombiano. 1886 - 1986 (1985)
- Pedro Nel Gómez (1981)
- Colombia amazónica (1988)
- Palacio de San Carlos (1986)
- Veinte años del Sena en Colombia. 1957-1977 (1978)
- Bogotá. Estructura y principales servicios públicos (1978)
- Colombia Parques Naturales (2006)
- Érase una vez Colombia (2005)
- Colombia 360°. Ciudades y pueblos (2006)
- Bogotá 360°. La ciudad interior (2006)
- Guatemala inédita (2006)
- Casa de Recreo en Colombia (2005)
- Manzur. Homenaje (2005)
- Gerardo Aragón (2009)
- Santiago Cárdenas (2006)
- Omar Rayo. Homenaje (2006)
- Beatriz González (2005)
- Casa de Campo en Colombia (2007)
- Luis Restrepo. construcciones (2007)
- Juan Cárdenas (2007)
- Luis Caballero. Homenaje (2007)
- Fútbol en Colombia (2007)
- Cafés de Colombia (2008)
- Colombia es Color (2008)
- Armando Villegas. Homenaje (2008)
- Manuel Hernández (2008)
- Alicia Viteri. Memoria digital (2009)
- Clemencia Echeverri. Sin respuesta (2009)
- Museo de Arte Moderno de Cartagena de Indias (2009)
- Agua. Riqueza de Colombia (2009)
- Volando Colombia. Paisajes (2009)
- Colombia en flor (2009)
- Medellín 360º. Cordial, Pujante y Bella (2009)
- Arte Internacional. Colección del Banco de la República (2009)
- Hugo Zapata (2009)
- Apalaanchi. Pescadores Wayuu (2009)
- Bogotá vuelo al pasado (2010)
- Grabados Antiguos de la Pontificia Universidad Javeriana. Colección Eduardo Ospina S. J. (2010)
- Orquídeas. Especies de Colombia (2010)
- Apartamentos. Bogotá (2010)
- Luis Caballero. Erótico (2010)
- Luis Fernando Peláez (2010)
- Aves en Colombia (2011)
- Pedro Ruiz (2011)
- El mundo del arte en San Agustín (2011)
- Cundinamarca. Corazón de Colombia (2011)
- El hundimiento de los Partidos Políticos Tradicionales venezolanos: El caso Copei (2014)
- Artistas por la paz (1986)
- Reglamento de uniformes, insignias, condecoraciones y distintivos para el personal de la Policía Nacional (2009)
- Historia de Bogotá. Tomo I - Conquista y Colonia (2007)
- Historia de Bogotá. Tomo II - Siglo XIX (2007)
- Academia Colombiana de Jurisprudencia. 125 Años (2019)
- Duque, su presidencia (2022)
Historia del Palacio de las Garzas
Calle Pedro J. Sosa, a un costado de la Catedral. Al fondo estuvo el establecimiento Brandon & Brothers, que jugó un papel importante en el manejo de los fondos utilizados para financiar el movimiento separatista de 1903. Finales del siglo XIX.
Catedral Metropolitana, consagrada con gran pompa el 14 de abril de 1796, siendo su arzobispo don Remigio de la Santa. Ese día tañeron las campanas que tuvo la vieja catedral en la Panamá destruida por el pirata Morgan.
Aspecto exterior del Palacio de las Garzas en la década de los treinta. Es de notar que todavía no se había techado la terraza. Pero el automóvil ha desplazado ya los románticos coches de unos años atrás.
Belisario Porras, a cuya decisión se debe, en buena parte, la actual apariencia del Palacio Presidencial, sale del mismo el 30 de septiembre de 1924, último día de su tercer mandato.
Plano de la Contaduría de Panamá, hoy Palacio de las Garzas, fechado el 3 de noviembre de 1764.
Lugar donde estaba ubicada La Marina. Al fondo se puede apreciar la Presidencia. Década de los años veinte.
Recámara en los aposentos privados del Jefe de Estado, Palacio de las Garzas. 1924.
La Marina. Vista desde lo que fue la Puerta de Mar, junto a la Casa de la Aduana o El Taller. Principios del siglo XX.
Vista del terraplén del mercado, a finales del siglo XIX. Al fondo pueden verse las viviendas de la Avenida Eloy Alfaro (hoy derribadas), junto a la Casa de Gobierno.
Fachada de la Casa de Gobierno, hoy Palacio de las Garzas, a finales del siglo XIX. Al fondo la Avenida Eloy Alfaro.
Vista del patio interior del Palacio de las Garzas, desde las plantas superiores. Década de los años veinte.
Salón Amarillo, en donde se encuentra la Galería de los Gobernantes del Istmo desde 1855, retratos al óleo pintados por Epifanio Garay.
Patio interior del Palacio de las Garzas luego de su remodelación, visto desde la parte superior. 1924.
Vista del patio interior del Palacio de las Garzas, desde las plantas superiores. Década de los años veinte.
El Puente del Rey, en Panamá la Vieja. Comienzos del siglo XX.
Salón de los Tamarindos, antes de la realización de los murales de Roberto Lewis. 1924.
Detalle del Salón Morisco, construido hacia 1922, cuando el arquitecto Leonardo Villanueva M. remodeló el Palacio.
Texto de: Jorge Conte-Porras
I
La determinación de Luis Lozada de Quiñones hace posible el traslado de la Ciudad de Panamá y la edificación de las oficinas del puerto.
Ante la destrucción de la Ciudad de Panamá, tras el ataque de las huestes de Henry Morgan en 1671, tal como lo describe el Gobernador Pérez de Guzmán, las autoridades escaparon en busca de refugio, fijando una estada temporal en San Juan Bautista de Penonomé.
Con la autorización de la Reina Gobernadora Mariana de Austria, se convino en buscar un sitio más adecuado para trasladar la ciudad, pero no pocos se resistían a abandonarla en un estado de inseguridad.
Tras el empeño del nuevo Gobernador Fernández de Córdoba y Mendoza, se decidió buscar un lugar más al resguardo de futuros ataques piratas y construir una larga muralla a su alrededor.
El 21 de enero de 1673 se realizó la ceremonia oficial del traslado de la Ciudad de Panamá al denominado Sitio del AncN?. Ese día se demarcó la Plaza Mayor y se distribuyeron los solares.
Ante la inesperada muerte del Gobernador Antonio Fernández de Córdoba y Mendoza, acaecida el día 8 de abril de 1673, asumieron en forma provisoria el cargo, primero el Obispo Antonio Deleón y, casi de inmediato, don Luis Lozada de Quiñones, por ser el más antiguo de los oidores de la Audiencia de Panamá y quien tomó la iniciativa de establecer su residencia en el nuevo sitio de la ciudad, venciendo el escepticismo del otro de los oidores, Andrés Martínez de Amileto, quien amparándose en un grupo numeroso de los residentes de la vieja metrópoli se aferraba a continuar en la vieja capital de tierra firme.
La situación era crítica por la escasez de víveres y materiales con qué enfrentar las reparaciones y atender a la población. Por su cuenta, Lozada de Quiñones ordenó aprovechar algunos materiales de la ciudad destruida y trasladarlos al denominado Sitio del AncN?. Así empezaron los trabajos, cuando no había ni herramientas ni materiales con qué laborar. Ante la necesidad de habilitar un puerto, como necesidad primaria, a fin de poder recibir los materiales provenientes principalmente del Perú, así como toda la mercancía que debía favorecer a sus nuevos residentes, Luis Lozada de Quiñones tomó la providencia de establecer en seguida lo que se denominó la Puerta de Mar, en donde fue ubicado el embarcadero.
Y de inmediato se inició la erección de un alojamiento, depósito o bodega para la Aduana, Oficina del Puerto y sede de las oficinas administrativas de la nueva ciudad. Ese sitio histórico es el mismo en donde se encuentra hoy el Palacio de las Garzas.
Todo ello nos viene a confirmar que en ese lugar funcionó la primera sede de las autoridades de la Gobernación de Panamá.
Pero al año siguiente, el 15 de abril de 1674, los miembros del Cabildo de la Ciudad y otros vecinos acusaron a Luis Lozada de Quiñones de haber hecho mal uso de los materiales recibidos, especialmente del Perú, al construir una ostentosa mansión que era a la vez su residencia personal.
Luis Lozada de Quiñones se defendió de tales acusaciones, señalando que en un estado de crisis había sentido la necesidad de buscar soluciones prácticas, y de ahí su decisión de colocar en un solo sitio las principales oficinas de la nueva urbe.
Esta determinación aseguró el destino de ese refugio en un momento en que todo estaba por hacerse en la nueva ciudad.
Mas como Luis Lozada de Quiñones continuara en su empeño, ajeno a las advertencias, los miembros del Cabildo de Panamá se dirigieron al Virrey del Perú en un Memorial en que señalaban…
…”El Oidor Luis Lozada de Quiñones ha hecho construir el más grande edificio que se haya conocido en Panamá, aún durante su mayor opulencia, porque aún el vecino más rico se ha conformado con una casa de tres lumbres, que son quince varas de frente y otras tantas de fondo. Luis Lozada de Quiñones ha construido la suya frente al desembarcadero de la Ciudad, que es el mejor sitio, dándole veinticinco varas de frente y cuarenticinco de fondos, con una capacidad de veintidós bodegas.”
“Y sólo vemos la Casa de don Luis Lozada llena de materiales sin que aia puertas de tantas como tiene que no esté con erramientas como se aberiguara por la vista de ojos por ser toda obra diferente de las que se hacen por aca, y si en una casa tan conocida sea obrado desta suerte, bien se deja considerar lo que ha sucedido con las clavazones.”
“Cumpliendo el año que se dio para la mudanza de la ciudad para el acarreo tomado antes de llegar la Cédula de Su Majestad, hallándose el dicho señor Oidor Luis Lozada de Quiñones se le acusó de autoridad compulsiva para hacer cosas a nombre de S.M., hacer la mudanza con atropello, nombrar a su hijo Fernando, Alcalde de Cruces, a pesar de estar enfermo (19 de enero de 1675)”
La determinación de Luis Lozada de Quiñones de levantar ese edificio, calificado entonces como de pretenciosa ostentación, nos dice mucho de la visión de un hombre dinámico y creativo, al que nosotros nos atrevemos a asignar la condición de ideólogo de un nuevo concepto urbano de la Ciudad de Panamá.
Desde el momento mismo de su erección este edificio tuvo múltiples usos, pues durante los primeros años la ciudad carecía de locales administrativos propios, debiendo acudir al arriendo, aun para las convocatorias del Cabildo de la Ciudad.
II
El Edificio de la Aduana, Almacén de la Real Hacienda y oficina del Gobernador.
En un plano de la Ciudad de Panamá de 1677, que nos ofrece el Escribano Gaspar de Zúñiga, se dan detalles de las plazas, calles y edificios de la Nueva Ciudad, identificando la Puerta de Mar y el sitio destinado para la Aduana.
A comienzos del siglo XVIII (1717), Diego de la Haya nos hace la primera descripción que conocemos de la casa denominada de El Taller o de la Aduana, que servía de depósito a la Puerta de Mar o el Puerto
“La puerta de mar dista poco de la plaza, aunque mucha de la mercadería llega primero al Puerto de Perico, pasando después en los bajeles a esa dicha Puerta de Mar, de la cual pasa a la casa denominada de El Taller (que es la del comercio) donde entra toda la mercancía y en donde está parte de la guarnición de la plaza, y del embarcadero a la Aduana, la dicha mercadería es transportada por los negros cargadores.”
“Para mayor explicación de lo dicho se ha formado un plano, incluyendo lo que estaba fabricado y por fabricar en el año de 1699.”(5)
Pero todo el siglo XVII fue de gran inestabilidad para la sede de la Ciudad de Panamá y sus habitantes. En primera instancia, por la lentitud con que fue recuperándose el país, por la escasez de fondos y, debido a una depresión económica inocultable, por la suspensión de las ferias de Portobelo y el abandono de la Ruta de Panamá. El mismo templo de la Catedral Metropolitana no vino a ser concluido sino en el siglo XVIII.
Mario Cicala, misionero de la Orden de los Jesuitas, que vivió en la Ciudad de Panamá a mediados del siglo XVIII (1747 1751) y quien escribió una obra recientemente traducida al español y publicada bajo el título de Descripción Histórica de la Provincia de Quito de la Compañía de Jesús, impresionado por los muchos detalles que presenta nuestra urbe, muy a pesar de los voraces incendios que la han destruido parcialmente, identifica a la Casa de El Taller como una de sus más importantes edificaciones…
“Los edificios de piedra y cal, de construcción majestuosa e imponente son tres, además de los templos y conventos. El primero llámase El Taller y es la Casa Real de la Aduana, que tiene un vistoso y elegante pórtico levantado sobre columnas octangulares de piedra con bellos arcos, todo él de bellas losas de piedra y en verdad magnífico.”(6)
Durante todo el siglo XVIII la Ciudad de Panamá se vio amenazada por una serie de nuevos incendios que parecían una sentencia para hacerla desaparecer.
Estos repetidos siniestros del siglo XVIII, que se sucedieron unos tras otros, dejaron una profunda cicatriz social en Panamá; tal es lo que se desprende de los testimonios que nos deja don Mariano Arosemena, quien en sus Apuntamientos Históricos se refiere de manera dramática a este fenómeno…
“Otro de los motivos de la decadencia de Panamá eran los incendios, que pocos años antes había sufrido la Ciudad.”
“El primero tuvo lugar el 2 de Febrero de 1737, quedando reducida a cenizas las dos terceras partes de los edificios. El segundo fue el 30 de Marzo de 1756, en que se quemó la mitad de la Ciudad. Y el tercero acaeció el 26 de Abril de 1781, en que se quemaron cincuenta y seis casas de las principales y más valiosas.”(7)
La economía de tránsito, principal fuente de riqueza de nuestro territorio, había llegado a un estado depresivo porque España, atemorizada por el creciente poder de Inglaterra y las incursiones de los piratas, fue en búsqueda de nuevas alternativas en el transporte de las mercancías y tesoros extraídos de sus colonias hispanoamericanas. Surgieron otros senderos. Todo ello no hizo otra cosa que alentar una intensa actividad del comercio ilícito.
Los comerciantes de Panamá, conscientes de que en la utilidad de nuestros puertos radicaba su única esperanza, se comunicaron repetidamente con las autoridades virreinales para que el país fuese beneficiado con leyes de excepción, que les permitiesen superar la alarmante situación de miseria en que vivían.
Estas leyes consistían en la exclusión de impuestos en forma temporal y en el permiso para la introducción de las mercancías que entraban al país con excesivas restricciones.
Si nos referimos a la función que continuó desempeñando el edificio de la Aduana, tenemos que advertir que ese edificio continuó respondiendo a una serie de servicios, todos relacionados con la actividad mercantil del territorio de Panamá, cuyo destino, trazado por la geografía, estaba fuertemente asociado con el comercio.
La obra La Ciudad de Panamá, de ¡ngel Rubio, reproduce un informe de 1756 de las autoridades de Cartagena sobre la Real Hacienda de Panamá, el cual está suscrito por Juan Mazías, Contador; don Cayetano Valdés, Tesorero, y don Sebastián Medrano, Oficial de Su Majestad, quienes dan cuenta del estado del puerto, del uso de la casa que sirve como depósito de la Aduana y Cuartel del Puerto, y quienes señalan que de manera transitoria este edificio ha dado albergue a la Gobernación de Panamá.(8)
Generalmente las embarcaciones que provenían de SurAm?érica, El Callao o Guayaquil arribaban al Puerto de Perico por contar con un fondeadero más profundo, y de ahí se traían los pasajeros y la carga a la Ciudad de Panamá en botes más pequeños. Las naves de menor tamaño sí podían llegar hasta la Puerta de Mar de la ciudad.
Abundan las referencias de que tanto el Puerto de Naos, como el de la isla de Taboga, eran los verdaderos puertos de la Ciudad. De manera repetida en los documentos coloniales se habla de la isla de Naos como un puerto alternativo al de Panamá.
Cuando se construyó la Puerta de Mar, con acceso directo al edificio de la Aduana, surgió de manera espontánea otro desembarcadero para las mercaderías, muy a pesar de las enormes murallas que la bordeaban, estableciéndose lo que se conoció por mucho tiempo como la Plaza del Mercado, o la rampa, la cual quedaba en extramuros o el arrabal de Santa Ana.
Ahí se estableció el Póstigo de San Juan de Dios, que permitía el acceso a la ciudad de adentro y el Baluarte de Barlovento, para separar la ciudad amurallada de los arrabales, en donde se mantenía una fuerte guarnición militar para el resguardo de entrada a la ciudad.
En el año de 1779, don Pedro de Carbonell y Pinto, Coronel de los Reales Ejércitos y Comandante General del Puerto, de manera conjunta con el Licenciado Pedro Miguel Echeverri, de la Junta de la Real Hacienda; el Licenciado Antonio Marcelino Arrechua, Fiscal de la Real Hacienda; Jorge Gregorio Montoya, Tesorero, y Felipe Vergara, Contador, señalaron los diversos usos que se le daban al edificio de la Aduana, además de la mercancía en depósito, donde se recibía y tramitaba el correo. Según ellos señalaban en su informe, el edificio necesitaba reparaciones urgentes.(9)
El incendio del año de 1781 debió haber destruido la sede en donde funcionaban las oficinas del Gobernador, porque hemos encontrado un testimonio del Fiscal Abilitado para los Asuntos del Virrey, quien declara "Que el Gobernador de Panamá no debió haber ocupado la Casa de la Contaduría y Almacén destinado a la operación de Marquilla y objeta esta ocupación por los perjuicios que causa al vezindario y al comercio."(10)
Los comerciantes, sin embargo, continuaban alentando la esperanza de poder superar esta depresión profunda que afectaba las normales condiciones de una ciudad que no parecía vislumbrar posibilidad alguna de recuperación.
Y en ese mismo año de 1781 elevaron un Memorial al Comisario del Comercio, donde señalaban los peligros del comercio ilícito y las muchas restricciones que había establecido la Corona para el desenvolvimiento del comercio local, e indicaban su aspiración a que se les concediese una oficina, almacén o bodega en el edificio del Puerto, también conocido como la Aduana o la Contaduría.
Aducían, además, que por razones de seguridad, puesto que ahí estaban las oficinas de los ministros de la Real Hacienda, la tropa del puerto y las oficinas del señor Gobernador, les parecía el lugar más adecuado.
Ello nos viene a confirmar que para el año de 1781, el edificio de la Aduana se estaba utilizando como el de las oficinas principales del Gobernador.
"La prerrogativa que se ve en las disposiciones y se patentiza nuevamente en el reglamento posterior que se conceda inmunidades al comercio de esta ciudad."
En ese mismo Memorial señalan...
"Y al mismo tiempo se vea precavido del perjuicio del cuerpo del comercio el que haya oficinas aparentes, necesitadas del mismo modo para los efectos que vienen del Perú."(11)
Durante el año de 1782, pese a las protestas del vecindario y del comercio, la Casa de la Aduana debió continuar fungiendo como sede del gobierno de la Capitanía General de Panamá, tal es lo que se desprende de un nuevo Informe que presenta el Gobernador, don Ramón de Carvajal, quien se dirige al propio Virrey de la Nueva Granada, en donde le da detalles de los negocios de la Real Hacienda…
“Hacer uso de mi facultad acerca de la Real Contaduría, traté inmediatamente a entregarme con la debida formalidad, como lo estoy practicando, vistas a los caudales, libros, papeles y demás documentos que pertenecen a la Real Hacienda, al mismo tiempo para la mayor seguridad de ella, y la confirmad de lo dispuesto por la Ley Municipal, permitir trasladarme a vivir en la Casa de la Contaduría, como efectivamente lo he venido haciendo.”(12)
Más adelante, en la misma misiva, agrega el señor Gobernador…
“En cuanto a la Casa de la Contaduría, este edificio está absolutamente inútil, casi inservible a causa de que por la azotea que la cubre por aquella parte se pasan las aguas en abundancia, que según se me ha ordenado en habiendo penetrado las goteras hasta el vuelo más sano del edificio, continua no sólo inhabitable en aquella parte, sino que aún queda (ilegible) para guardar en ella cosa alguna por las averías que padece y que más es que considere como recomiendan, ya no se podría con las lluvias las maderas que ya amenazan con su ruina.”
“En esta consideración demandan el más pronto remedio, pues pretendiéndose ordinariamente el daño habrán desag¸es más grandes, principalmente hallándose ya en la entrada del invierno, por lo consiguiente el reparo será más costoso a la Real Hacienda.”
“A este motivo de economía se añade el de la gran falta de espacio por la estrechez de las piezas de la casa, que hace que las piezas della, para la distribución cómoda de las oficinas, para mantener en ellas el régimen y el buen orden tan conveniente y oportuno para el despacho de los negocios que ocurran.”
“Y para colocar con la mayor seguridad el Tesoro, los Papeles y Libros de la Contaduría, hasta para con el motivo de que se me ordenara trasladarme a ocuparla con mi familia, en el mismo de dos tramos útiles de la Casa, y en el otro espacio para la Tesorería, la Contaduría, junto a los papeles de los caudales, y con algunos trastes que ahí se guardan.”
El Gobernador concluye el Memorial, advirtiendo que la principal función del edificio es servir de vigilancia y bodega del puerto, por lo que se ha establecido en su planta baja un cuartel con las vigilancias adecuadas, y de igual manera ha destinado una pieza especial para los bultos que vienen del Correo y los papeles concernientes a los embarques de la mercancía.
Una nota de Carlos IV, fechada en Aranjuez el 12 de abril de 1794, autorizaba a los funcionarios de la Real Hacienda para que residiesen en las oficinas de la Contaduría…
“Bien y cumplidamente, que asi es mi voluntad, que mi Ministro de la Real Hacienda y a quien perteneciese este cargo, se de la orden conveniente para que se tome razón y forme asiento de este grado en el edificio de la Contaduría de la Real Hacienda donde le corresponde.”
Para el año de 1797, Luis Lasso de la Vega, al levantar un informe sobre las dificultades del comercio, hace una breve referencia que nos resulta muy útil para confirmar que el Gobernador estaba ocupando la Casa de la Contaduría…
“El incendio padecido en el año de 1787 en que quedó reducida la Casa en que estaba el Gobernador decidió de acomodarse en la Aduana o Contaduría, quedando en medio extinguida la asignación de 450 (ilegible) anuales que gozaba el Gobernador para el pago de su aposento y al propio tiempo sin pieza alguna destino a recibir y custodiar los efectos del comercio.”(13)
Pero al finalizar el siglo XVIII, Panamá debió haber superado muchas de las dificultades que le amenazaban con un estancamiento permanente, pues para entonces la actividad comercial demuestra la necesidad de ampliar y mejorar el edificio de la Aduana.
Nos informa Alfredo Castillero Calvo, en un ensayo que tituló Historia de las Casas Coloniales y su entorno, que en el siglo XVII y aún en el siglo XVIII el alojamiento de la Casa de Gobierno fue objeto de permanentes mudanzas, en particular por los fuegos o incendios que amenazaron con destruir la urbe.
“Durante muchos años, la sede del Gobierno Central no tuvo un edificio propio. Ni siquiera una locación fija. Al principio quedó instalada en la Punta de Chiriquí, en un edificio de madera cuya ubicación precisa señala el citado plano de Saavedra” . (Se refiere a un plano de Álvaro de Saavedra de 1688, citado en la misma monografía).
“Rodeada del principal cuartel de soldados y al extremo de la ciudad, la elección del sitio respondía a razones de seguridad, lo que se comprende si recordamos que la ciudad había sido trasladada y amurallada a consecuencia de una invasión enemiga.”
“Luego la sede se mudó a la Plaza Mayor, en una casa alquilada a la rica propietaria Angela de Ysasi, situada en las cuatro esquinas (entre la Calle de Las Monjas, hoy denominada Avenida Central, y el Museo del Canal Interoceánico). Pero esta casa se quemó en el fuego grande del 1737, que consumió casi la totalidad de la ciudad, incluyendo El Taller. Después del fuego se reconstruye El Taller y ahí se muda todo el gobierno, es decir el Tribunal de la Audiencia, la Gobernación, la Capitanía General y la Contaduría, pero El Taller seguía siendo un edificio inadecuado, ya que era muy estrecho e incómodo, por lo que tuvo que ser varias veces remodelado.”
En otra parte de su interesante trabajo, nos dice el doctor Alfredo Castillero Calvo con relación al mismo tema…
“El Antiguo edificio de las Notarías, cuyas primitivas estructuras podemos remontar al 1716, fue residencia de varios Presidentes de la Audiencia de Panamá durante la primera mitad del siglo XVIII. Bien podría llamarse la Casa de los Presidentes. Estos dos edificios ya han sido completamente restaurados por la administración Pérez Balladares. La Casa de 1743 la ocupa El Fondo de Emergencia Social de la Presidencia (FES).”
Más adelante, al referirse nuevamente a esa edificación, que fue importante residencia la Casa de don Joseph de Arriaga, su primer propietario, concluye el doctor Alfredo Castillero Calvo con la siguiente información…
“Este edificio fue la Casa Habitación de los Jefes de Gobierno o Presidentes de la Audiencia de Panamá durante la primera mitad del siglo XVIII. Aquí residieron los Presidentes Jerónimo Badillo, Manuel de Alderete, Dionisio de Alcedo y Herrera y casi seguramente Dionisio Martínez de la Vega y Manuel Montiano, último Presidente de la Audiencia. Desde mediados del siglo XIX hasta principios del siglo XX, fue Agencia postal o Correos, hasta la década del 1970, cuando fue sede de las Notarías.”
III
El edificio de la Aduana y la Casa de Gobierno.
Los primeros años del siglo XIX coinciden con una intensa actividad revolucionaria que ha de paralizar casi por completo el movimiento mercantil del Istmo.
Sin embargo, una vez liberados del régimen colonial, los istmeños hicimos el esfuerzo para promover la actividad de nuestros puertos, mediante la reglamentación de una serie de franquicias para la mercancía destinada a la reexportación, así como para el funcionamiento de un Depósito o Almacén de Consignación en la Aduana de Panamá. Tal es lo que se desprende de El reglamento para el comercio del Istmo, aprobado el día 31 de diciembre de 1821 por José de Fábrega.
Encontramos en los anales de Hacienda del Departamento del Istmo una nutrida correspondencia de la década del 1830, para confirmarnos que el edificio de la Aduana (El Taller) era la sede de la Agencia de Correos y el depósito de la mercadería proveniente de las zonas rurales. Mucha de la mercancía recibida estaba destinada a la exportación.
La principal función de la Casa de El Taller continuó siendo la de la Aduana, Bodega o Almacén de mercancía importada o para la exportación, así como la sede de las oficinas de la Agencia Postal. Según observamos existía una casa contigua a dicha edificación, conocida como la Casita o la Casa de El Taller, que presumimos servía de almacén o depósito.
En el año de 1852 el Concejo Municipal promulgó un Acuerdo sobre Transporte y Almacenaje de Mercancía, en el que describía con algún detalle las oficinas y los servicios que prestaba la Casa de El Taller, y señalaba que los locales de la planta baja debían usarse exclusivamente para almacenaje de la mercancía proveniente del puerto y no para la venta de mercancía al por menor.(14)
Decía, entre otras Toda persona que tenga un local en la Casa de El Taller, tendrá la obligación de asear todo el frente y rededor del lugar que ocupa, votando las basuras; en ningún momento persona alguna puede permanecer en dicho local durante las horas de la noche con pretensiones de pernoctar ahí. Son prohibidas en El Taller la venta y permanencia de animales vivos.
El día 23 de agosto de 1853, Bernardo Arce Mata suscribió un contrato con los hermanos Jiménez Morro para otorgar en arrendamiento, por el término de dos años, la bodega que se encontraba en la planta baja de la Casa de El Taller. Los hermanos Jiménez Morro se comprometían en dicho documento a asumir por su cuenta las reparaciones que requiriese el bien inmueble.
Es el propio Bernardo Arce Mata quien nos ofrece esta información en el breve lapso en que le correspondió fungir como Gobernador del Istmo en los últimos meses del año de 1853 y los primeros del año de 1854.
Es el propio Bernardo Arce Mata quien va a darnos cuenta de que a Salvador Camacho Roldán, nuevo Gobernador del Departamento del Istmo en el año de 1854, se le otorgó la autorización para arrendar unas piezas dentro de la Casa de El Taller, a fin de poder alojarse cómodamente en el mismo edificio en donde estaban las oficinas de la Gobernación del Departamento del Istmo.(15)
En cuanto a la sede de la Gobernación durante la primera mitad del siglo XIX, observamos que fue trasladada varias veces. Estuvo funcionando primero en la esquina de la Calle de San Francisco, sobre la muralla; después en un edificio denominado El Pabellón, frente a la Casa de El Taller y, finalmente, en los altos de la Casa de la Aduana de Panamá.
Al respecto don Bernardo Arce Mata, Gobernador del Departamento del Istmo en el año de 1854, señala a la Cámara Provincial que la Casa de la Gobernación está funcionando en una esquina de la denominada Calle de la Muralla y la Calle de San Francisco. Sin embargo, el día 4 de enero de 1854 el bien inmueble fue puesto en remate, tal como lo señala el Secretario de Hacienda don Lino Clemente Herrera, en un anuncio que registra la Crónica Oficial.
Se denominaba Calle de la Muralla a la que hoy conocemos como Avenida Eloy Alfaro, Calle de San Francisco a la Calle 3a., Calle de San Miguel a la Calle 4a. y Calle de El Taller, en alguna oportunidad conocida de igual manera como Calle de San Pablo, a la que hoy denominamos Calle 5a..
Recién constituido el Estado Federal de Panamá, le correspondió a don Justo Arosemena promulgar la Ley del 28 de septiembre de 1855, que definió la sede de las más importantes oficinas del Estado y la cual dispuso
“Artículo 1 Se destina para las sesiones de la Asamblea y para el despacho de la Corte Superior, y de los tribunales de justicia, la Casa del Estado situada en la Calle Jirardot.”(Hoy conocida como Calle 8a.)
“Artículo 4 Los altos de la Casa del Estado, que se conoce como la Casa de Gobierno, seguirán destinados al local para las oficinas de la Secretaría del Estado y alojamiento de la Casa del Gobernador. (Se refería a la Casa de El Taller en la Calle de la Muralla, hoy conocida como Palacio Presidencial).”(16)
La inauguración del ferrocarril de Panamá, a mediados del siglo XIX, precipitó una serie de cambios en el transporte marítimo de nuestros puertos, pues la empresa construyó su propio muelle en el terminal del ferrocarril, lo que de inmediato debió provocar un decrecimiento en el uso del denominado Puerto de la Marina, frente a la Casa de El Taller.
Debemos tomar en cuenta que tanto el tránsito de pasajeros como el transporte y carga de mercancía destinada al exterior vinieron a darle prioridad al uso del ferrocarril y sus bodegas de almacenaje.
El terminal del ferrocarril acabó por convertirse en el puerto natural de la ciudad en cuanto a las comunicaciones internacionales, al punto de que la empresa estableció posteriormente algunas instalaciones adicionales en Naos y aun en la isla de Taboga. Los pasajeros y la carga se transportaban en una pequeña embarcación desde el muelle del ferrocarril hasta las naves, que esperaban en el fondeadero de Naos, y viceversa.
Lo que desde entonces se conoció como La Marina se limitó al uso del comercio de cabotaje con naves más pequeñas, que muchas veces llegaban con alta mar, y de ahí en pequeñas canoas desembarcaban pasajeros y carga destinada para el aprovisionamiento de víveres de la Plaza del Mercado.
Esta situación debió afectar en forma directa la importancia comercial de El Taller, pues para el año de 1855 el Esta do de Panamá ofreció parcialmente en arriendo la Casa de la Aduana, con excepción de los locales utilizados por la Agencia del Correo, así como la planta alta en donde estaban instalados los tribunales de justicia y un alojamiento de la gendarmería, que debía tener relación con la vigilancia del puerto.
Nos parece que el arrendamiento en oferta debió consistir en alguno de los aposentos de la planta baja, pues para el año de 1856 se realizó una nueva propuesta que se advirtió sólo sería por el término de un año, estableciendo la exigencia de que el inquilino estaba impedido de hacer cambios en el bien inmueble…
“No podrá hacer alteración alguna en la finca, sin consentimiento del Administrador General de Hacienda, y obteniendo éste el gasto que en tal alteración se cause, será cargado al arrendatario, cediendo al Estado las mejoras que haya hecho en la finca.”(17)
Es probable que esta propiedad estuviese desocupada en algunas de sus habitaciones. Al parecer nadie acudió a la oferta de su alquiler, pues en el año de 1857 el edificio fue puesto en venta. El día 11 de marzo de 1857, José María Jované, como Administrador de Hacienda, señaló que se había llegado a un arreglo con la familia Jiménez para la venta formal del edificio.
El documento nos habla de La Casa de El Taller frente a la Casa de la Gobernación, lo que nos hace pensar que de manera temporal las oficinas del Gobernador del Estado fueron ubicadas en otro sitio.
Muy a pesar de los repetidos edictos que aparecen en la Crónica Oficial, la venta no llegó a realizarse. Según constatamos en la propuesta del 19 de marzo de 1857, en este edificio tenía un almacén el señor Pedro N. Merino.
Durante el Mandato del General Vicente Olarte Galindo, como Presidente del Estado de Panamá (1866 1868), la Presidencia del Estado no funcionó en la Casa de El Taller. Por esta fecha se llevó a cabo el remate del bien inmueble, situación que motivó la protesta airada del Procurador General del Estado, doctor Juan N. Venero, quien señaló a la Corte Superior del Estado de Panamá en una nota fechada el 31 de enero de 1867, que El encargado del Ministerio Público ha sostenido los derechos del Estado hasta donde lo ha estimado justo, salvando las fincas rematadas a tan bajo precio, sin que por esto el gobierno dejara de cumplir con sus obligaciones fiscales.
De acuerdo con el remate realizado en pública subasta, el Estado debía desocupar el edificio para que el señor Juan Casseli, comerciante local, pudiese entrar en plena posesión de él.
Las protestas repetidas del Procurador del Estado de Panamá ante la Corte Superior, motivaron la intervención del propio Jefe del Ejecutivo, General Vicente Olarte Galindo, quien finalmente aceptó que la entrega del bien no se llevaría a cabo hasta que se reuniese la Asamblea Legislativa. El Presidente se comprometía formalmente ante el Procurador General del Estado a interceder por su protesta, comunicándole a la Asamblea que impidiese la entrega de la Casa de El Taller, por considerar que el procedimiento utilizado para su remate resultaba sumamente irregular.(18)
Sin embargo, debemos registrar como una curiosidad que encontramos en La Estrella de Panamá una referencia del día 14 de marzo de 1868, donde se registra la defunción del General Vicente Olarte Galindo, quien falleció en la Casa de Gobierno, pero la prensa no nos ofrece detalle de la ubicación de estas oficinas. Se trata del único gobernante del Istmo muerto en ejercicio de su cargo en el siglo XIX.(19)
Como hemos observado en diferentes noticias que nos presenta La Estrella de Panamá desde los inicios de la década del 1870, todo parece indicar que las oficinas del Presidente del Estado de Panamá habían retornado a la Casa de El Taller.
Durante el período en que gobierna el país el General Buenaventura Correoso, se ordena construir una plazuela rodeada de una verja de hierro frente a la Casa Presidencial, en un corredor ya conocido como El Paseo de la Marina. En esa misma fecha se autoriza el contrato para que el artista Epifanio Garay con feccionase los retratos al óleo de los gobernantes del Istmo de Panamá desde el año de 1855.(20)
Nos encontramos con que la Ley 14 del 20 de noviembre de 1873, promulgada por el entonces Presidente del Estado de Panamá Gregorio Miró Arosemena, adjudicó en forma definitiva la Casa de El Taller al gobierno nacional.
“Son bienes de la Instrucción Publica del Estado, la Casa que hasta el año de 1849 sirvió de Aduana de Panamá, cedida al Estado por el articulo 7o. de la Ley Nacional del 24 de Mayo de 1855, promulgada por el Presidente José de Obaldía.”(21)
Le correspondió al Presidente José Ricardo Casorla hacer aprobar la Ley 32 del 7 de febrero de 1879, para formalizar el contrato celebrado entre el Presidente Buenaventura Correoso y Epifanio Garay el 21 de febrero de 1878, que autorizó la confección de los retratos al óleo de los gobernantes del Istmo de Panamá.
En los anales de Poder Legislativo de esa fecha se registra.
“La Asamblea Legislativa en su sesión del día 4 de Febrero aprobó el contrato celebrado por el Poder Ejecutivo del año de 1878 por el Presidente Buenaventura Correoso, para la ejecución de los retratos de todos los Gobernadores y Presidentes del Estado de Panamá desde el año de 1855”.(22)
Para el mes de noviembre de 1880 se erigió una verja de hierro frente a la Plaza del Mercado, en la Calle Girardot, similar a la que ya existía en la Casa de El Taller. La referencia al respecto señala la verja que se está construyendo es similar a la que se construyó en el paseo de la Marina, frente a la Presidencia del Estado.
(La Calle Girardot, conocida anteriormente como la Calle de las Calaveras, partía detrás del templo de la Catedral, atravesaba la Avenida B, pasaba junto al Hospital San Juan de Dios y finalizaba frente al Baluarte de Barlovento en la bajada del Mercado. Esta calle fue rebautizada como la Calle 8a. ya en el período republicano).
En los mensajes presidenciales del Estado de Panamá, presentados a la Asamblea Legislativa de los años de 1881 y 1882 por el doctor Dámaso Cervera, se indica que el edificio de El Taller había sido afectado por un violento movimiento de tierra, lo que dejó resquebrajados los arcos y paredes interiores del edificio. Ahí continuaban funcionando las instalaciones de la Secretaría de Hacienda y la Agencia Postal (1882).(23)
Sin embargo, el 18 de enero de 1885 la Convención Nacional Constituyente del Estado Soberano de Panamá aprobó la Ley 4a., por medio de la cual se destinó oficialmente el inmueble conocido como El Taller como Palacio de Gobierno o Casa Presidencial.
Esta norma legal no hizo más que regular oficialmente las instalaciones de la Casa de Gobierno, lo cual es confirmado por diversas noticias que nos ofrece a través de los meses sucesivos La Estrella de Panamá.
Unos días antes de culminar su período presidencial, en el mes de enero de 1885, José María Vives y León, y al tomar posesión de la Presidencia Ramón Santodomingo Vila, encontramos una noticia en La Estrella de Panamá, la cual señala textualmente…
“El día 7 de Enero tomó posesión de su elevado cargo el nuevo Presidente del Estado de Panamá, Ramón Santodomingo Vila, quien después del juramento de rigor ante los miembros de la Asamblea, se dirigió al Palacio Presidencial en donde fue recibido en una ceremonia especial por el Presidente Saliente el doctor José María Vives y León y sus Secretarios.”(24)
Después de una serie de sucesos armados que culminaron con la intervención militar norteamericana en el territorio del Istmo, solicitada por el Presidente Rafael Núñez en el año de 1885, el país quedó sumido en un estado de anarquía.
Ya pacificado el país, le correspondió asumir en forma provisoria el cargo a Facundo Mutis Durán y luego a Manuel Amador Guerrero, este último fungía como Prefecto de la Provincia de Panamá. El día 22 de junio fue designado como nuevo Gobernador don Alejandro Posada. Muy a pesar de ello, la Casa de El Taller, ya conocida como Casa de Gobierno, fue utilizada como cuartel y alojamiento del Coronel Miguel Montoya, quien continuó tomando las más importantes decisiones, por encima de la autoridad civil.
En La Estrella de Panamá del 6 de septiembre de 1886 encontramos una pista de la situación en la que se encontraba entonces dicho edificio.
“El desembarcadero de El Taller, frente a la Casa de Gobierno, es un chiquero. Los perfumes que emanan de esa playa cuando la marea esta baja son suficientes para enfermar al más sano”.
“Varias personas que viven por ese barrio nos han presentado sus quejas rogándonos hagamos llevar sus quejas a las autoridades, dicen que sería bueno se establecería un guardia de la Policía en las escaleras e hiciese la vigilancia a fin de que los vecinos no arrojen los desperdicios en la playa, lo mismo que los boteros que convierten el sitio en el muladar de sus inmundicias”.
A don Alejandro Posada, como Gobernador Civil del Istmo, le correspondió dar inicio a los trabajos de reparación del Palacio de Gobierno, al que en cumplimiento de la ley que lo convirtió en la sede de las oficinas del Estado, se le acondicionó un salón para recepciones que, sin duda por el tipo de decoración, fue denominado desde su origen como el Salón Amarillo.
Las oficinas de la Gobernación del Departamento del Istmo estuvieron funcionando en el antiguo edificio de la Aduana hasta finales del siglo XIX, y ahí ejerció sus funciones como último Gobernador del Istmo don José Domingo de Obaldía.
Nos refiere Ismael Ortega Brandao en su obra La Jornada del día 3 de Noviembre de 1903, que en la mañana de ese día llegaron procedentes de la Ciudad de Colón los generales Juan B. Tovar y Ramón G. Amaya, quienes fueron recibidos en el Palacio de la Gobernación por don José Domingo de Obaldía, y quienes después de un brindis de bienvenida se trasladaron a la residencia de la familia Jované, en la Plazuela de Alfaro.
IV
El Palacio Presidencial durante el período republicano.
Dos hechos trascendentes acaecieron en el Palacio Presidencial durante los primeros años de nuestra historia republicana. Nos referimos a dos jefes de Estado que fallecieron en ese edificio mientras ejercían la Presidencia de la República.
El primero de ellos don José Domingo de Obaldía, quien había fungido como el último Gobernador del Departamento del Istmo en 1903 y quien, inicialmente como Primer Designado y luego como Presidente Titular de la República, asumió el cargo el 1o de octubre de 1908, sucediendo en el mismo al doctor Manuel Amador Guerrero.
Don José Domingo de Obaldía falleció de repente en el Palacio Presidencial el 1o de marzo de 1910, según la noticia del Star and Herald, El Presidente de la República falleció repentinamente tras un ataque al corazón a las 2 y 45 de la tarde, tenía sesenta y seis años de edad en el momento de su fallecimiento.(25)
La presencia del doctor Alfonso Preciado en el Palacio Presidencial, su médico personal, quien lo había venido atendiendo desde hacía varios días, sólo sirvió para confirmar su deceso.
Una vez fallecido el Presidente de la República, el Presidente de la Corte Suprema dio posesión, en el Salón Amarillo, al Segundo Designado, don Carlos Antonio Mendoza, quien asumió el alto cargo a las tres de la tarde, presentando de inmediato el juramento de rigor.
El Presidente de Obaldía, cubierto por la bandera nacional, fue velado en el propio Salón Amarillo, en donde permaneció hasta las ocho de la mañana del día siguiente, cuando fue trasladado a la Catedral Metropolitana donde se realizaron las honras fúnebres.
Otro tanto aconteció con el doctor Ramón Maximiliano Valdés, elegido como Presidente de la República para el cuatrenio correspondiente a 1916 1920, y quien también de manera repentina falleció en el Palacio Presidencial el día 3 de junio de 1918. El doctor Ramón M. Valdés murió a las 9 y 20 de la mañana del día 3 de junio de 1918.
El doctor Valdés había tenido un desayuno de trabajo en el que se encontraban los doctores Ciro Luis Urriola, Alfonso Preciado, Augusto Samuel Boyd además de otros miembros del cuerpo legislativo. Ante la grave situación en que se hallaba el Jefe del Estado, fue llamado al Palacio el doctor Nicolás Solano, quien confirmó su muerte.
Ante rumores de que el doctor Ramón M. Valdés había sido víctima de un envenenamiento, se hicieron presentes en el Palacio Presidencial los doctores McKenzie? y Gordon, del Hospital Ancón, quienes le practicaron una autopsia y confirmaron que el fallecimiento del Primer Magistrado había sido causado por un ataque al corazón.(26)
Culminada la autopsia, la Corte Suprema de Justicia, en el propio Salón Amarillo de la Presidencia, dio posesión al Primer Designado, doctor Ciro Luis Urriola, quien asumió de inmediato.
Como en el caso de don José Domingo de Obaldía, el Presidente Valdés, cubierto por la bandera nacional, fue velado en el Salón Amarillo y luego llevado en hombros a la Catedral Metropolitana, donde se realizaron las honras fúnebres.
Otros Jefes del Estado han fallecido en el ejercicio de sus cargos durante el período republicano, pero todos fuera del Palacio. Entre ellos podemos mencionar al doctor Juan Demóstenes Arosemena, quien falleció en Penonomé el 16 diciembre de 1939; Domingo Díaz Arosemena, quien dejó de existir en la Clínica San Fernando el 23 de agosto de 1949; y el Coronel José Antonio Remón Cantera, víctima de un ataque de armas, cuando se encontraba en el Hipódromo Nacional de Juan Franco, el día 2 de enero de 1955.
V
El Palacio de las Garzas y sus riquezas artísticas un testimonio de Juan Manuel Cedeño.
Al hablar de los murales del Salón Amarillo, dice Juan Manuel Cedeño que al entusiasmar a Roberto Lewis para que plasmase allí una alegoría de los hechos más significativos de nuestra historia, tuvo la idea de convocar a Palacio a una serie de personas por las que sentía gran respeto, dada su calidad cultural.
“En una serie de reuniones, que se llevaron a cabo en el Palacio, con el propósito de crear un Plan de Trabajo, además del propio artista Roberto Lewis, participaron Narciso Garay, que tenía una amistad de la infancia con Roberto Lewis y Guillermo Andreve, Octavio Méndez Pereira, y José Agustín Arango Chiari, quienes fueron elaborando un plan de trabajo de manera conjunta. Después de varios proyectos, surgió el programa final, aceptado por consenso y en donde se logró una creación destinada a exaltar los símbolos culturales e históricos de la nación panameña, desde el período colonial hispánico hasta la consagración de la nacionalidad con la fundación de la república”.(27)
Si apelamos a la propia interpretación de Juan Manuel Cedeño sobre dicha creación artística, la de la primera etapa, que corresponde a lo que se denomina el Salón Amarillo, podemos señalar…
“En primera instancia tenemos dos medallones en la parte central del cielo raso, uno que simboliza la creación de la República, en donde se exhibe la bandera nacional, como símbolo clásico de la nacionalidad, y el otro que representa la concepción del himno nacional con todos los detalles que fue exaltando el poeta GerNimo? Ossa. En una cinta se lee claramente uno de los versos del himno, pero ahí está representado el campo feliz de la unión con un haz de varas (del latin fascis, o varas unidas, que llevaban los lictores, o Ministros de Justicia de Roma)”.
“Dentro de la composición artística se destaca Vasco Núñez de Balboa, quien al descubrir el Mar del Sur, señala el sendero geo histórico del Istmo de Panamá como puente de comunicación interoceánica. A su lado, una dama, que representa a la patria con un libro abierto, que relata la historia a un niño, que representa a las nuevas generaciones”.
“Rodrigo de Bastidas, primer navegante del Viejo Mundo que recorre los litorales de nuestra tierra. Otro mural representa la conquista como una errupción violenta que somete a los grupos nativos. Otro mural representa la fusión de las razas, en donde se exhibe un soldado español al capturar una dama indígena. Algunos han querido ver aquí a Vasco Núñez de Balboa y su amor por una nativa, hija del cacique Careta”.
“En una esquina tenemos la representación de las Guerras Civiles. Este mural fue sugerido por don Guillermo Andreve, como una alegoría a la Guerra Civil de los Mil Días, pero causó muchas controversias, porque el propio Belisario Porras aducía que la revolución liberal había tenido su mayor expresión dramática en la derrota de la batalla del Puente de Caldionia. En ese mural están representados los diferentes grupos mestizos que participan en la contienda. En el mural siguiente tenemos la fundación de la república, como consecuencia de la vocación istmeñista que representaron nuestras luchas civiles en el siglo XIX”.
“Ahí mismo un conjunto de polleras, como la representación de nuestras manifestaciones folclóricas, símbolo de nuestra identidad cultural. Y al final un mural, en una esquina que representa el trabajo, primero con un hombre que golpea un yunque, y una dama, de espaldas, que sin duda está cosiendo”.
Si observamos los murales del Salón Amarillo, obra que Cedeño concebía como un poema inconcluso, su creación se detiene en la fundación de la República. Y Juan Manuel Cedeño repetía A dónde están los héroes de la Guerra Civil de los Mil Dias, las jornadas nacionalistas del pueblo panameño para consolidar su nacionalidad ya en nuestro siglo
En cuanto al Salón de los Tamarindos, concebido posteriormente por encomienda del doctor Juan Demóstenes Arosemena, de igual manera nos afirma don Juan Manuel Cedeño…
“El Salón de los Tamarindos, constituye una alegoría campestre, es en realidad un poema bucólico, que pareciera inspirado en Las Geórgicas de Virgilio, en una exaltación de la naturaleza y la cosecha del fruto. En este caso nos referimos a los tamarindos, en la Isla de Taboga. Ahí se exhiben de igual manera, cazadores y pescadores, en una identificación de los pasajes insulares de Taboga. En una de las creaciones más bellas de ese conjunto artístico don Roberto Lewis nos presenta una pareja de jóvenes con unas frutas, a mi se me ha ocurrido pensar que son una representación de Adán y Eva en el Edén. La dama, que es bellísima está desnuda. Al fondo viene un leñador hacia ellos. Existe sin embargo un poema de Virgilio, que el titula Canto Secular, y en donde aparecen Febo y Diana desnudos, que celebran las fiestas de la primicia de los frutos del campo. La Isla de Taboga era un sitio de preferencia para el Presidente Juan Demóstenes Arosemena, y en donde solía pasar días de esparcimiento familiar”.
“Ahí, como figura central, está el conjunto de los miembros de la familia del doctor Juan Demóstenes Arosemena, su esposa e hijos”.
Nos informa Juan Manuel Cedeño que él tuvo la oportunidad de establecer una relación de afecto con don Leonardo Villanueva Myers, quien además de arquitecto era un hombre de una cultura humanística. Villanueva se sentía orgullo so de su realización en el Palacio de las Garzas, y el tema fue objeto de repetidos diálogos entre ambos.
Según nos relata Álvaro Villanueva, hijo de don Leonardo, el arquitecto Villa nueva fue presentado al Presidente Porras por iniciativa de Enrique A. Jiménez, quien conocía muy bien a Villanueva, por ser este el arquitecto que le había construido su residencia en la Plaza de Francia.(28)
Según nos dice Juan Manuel Cedeño, originalmente el Presidente Porras quería remodelar el viejo edificio, preocupado de no afectar las estructuras de un antiguo edificio colonial, pero Villanueva lo convenció de que casi nada podía utilizarse del viejo caserón de calicanto. Sus pisos eran de madera y sus paredes estaban resquebrajadas. Aun cuando en la parte alta ya existía el Salón Amarillo, donde se exhibían los medallones de los Jefes del Estado, pintados por Epifanio Garay, su estado era lamentable.
Ante las restricciones presupuestarias, Belisario Porras consiguió el apoyo del Gerente del Banco Nacional de Panamá, don José Agustín Arango Chiari, quien le prestó un generoso apoyo financiero a cambio de que el Banco Nacional pudiese ampliar sus instalaciones en la planta baja del Palacio Presidencial. Se estima que el costo total de la obra ascendió a B/126.783 (balboas).
Aun cuando Belisario Porras ofreció a Leonardo Villanueva plena libertad de acción en lo referente a la obra, ellos conversaban cada día sobre el proyecto.
Villanueva terminó por alojarse en una habitación cerca del Palacio, y empezó a trabajar muchas veces hasta muy avanzadas las horas del día. A falta de obreros especializados, tuvo que traer muchos artesanos del Perú, experimentados en tareas específicas.
Los planos de la remodelación del Palacio fueron supervisados personalmente por el Presidente Porras, preocupado de cada detalle artístico, y quien por un prolongado lapso tuvo que trasladar las oficinas de la casa presidencial a una propiedad de Agustín Arias, en la Avenida A, frente a la Plaza de Herrera, donde funcionó por muchos años el Conservatorio Nacional de Música.
Tanto Juan Manuel Cedeño como Álvaro Villanueva nos aseguran que la presencia de las aves en el patio andaluz fue una iniciativa del poeta Ricardo Miró, un hombre muy allegado al Presidente Porras, con quien conservaba profundos lazos de afecto.
Fue el poeta Miró quien hizo traer dos pares de garzas de la región del Darién, las cuales recibió el Presidente Porras con gran curiosidad, aceptando las sugerencias de Ricardo Miró de colocarlas en el patio andaluz, que sirve de vestíbulo del Palacio. Estas bellísimas aves de nuestra fauna le otorgaron definitivamente un nuevo nombre a la Casa Presidencial, El Palacio de las Garzas.
Tal como nos dice Álvaro Villanueva, Cuando mi padre conoció al doctor Belisario Porras quedó encantado con su personalidad brillante y desde entonces cultivaron una muy buena amistad, pero fue él quien tuvo que convencer al Presidente de la inutilidad de tratar de reconstruir un edificio que se encontraba en tan mal estado. Porras quería preservar el edificio conservando hasta donde fuese posible su fachada, tal como la había concebido Luis Lozada de Quiñones.(29)
Le preocupaba a Leonardo Villanueva utilizar muchos materiales vinculados espiritualmente a la tierra istmeña, y de ahí el revestimiento de concha nácar con que se erigieron las columnas del Patio Andaluz, pero la mayoría de los materiales debieron ser importados especialmente de España, para utilizar sólo material de primera calidad.
En esa fecha se hicieron traer de Génova (Italia) cinco estatuas de bronce que simbolizan El Deber, La Justicia, La Ley, El Trabajo y La Constancia, las cuales, según nos advierte don Álvaro Villanueva, son obra del escultor italiano Gaetano Olivari.
En la Memoria de Obras Públicas, presentada a la Asamblea Nacional en el año de 1922, existe un detalle de las obras que se encomendaron entonces al arquitecto Leonardo Villanueva Myers
“La reconstrucción del Palacio Presidencial obedeció a la circunstancia, grave por cierto, del mal estado en que se hallaba el edificio, y a la necesidad inaplazable de ensanchar la planta baja para las oficinas del Banco Nacional cuyo local era inapropiado para el funcionamiento regular y satisfactorio de esa institución.”
“Con el propósito de utilizar parte del edificio anexo, que se había comprado para aumentar el comedor y balcones de la Presidencia. Se celebró pues al efecto, con el Banco Nacional de Panamá, previa autorización del Consejo de Gabinete, el contrato No. 14 del 30 de Junio de 1921, por medio del cual el Banco Nacional de Panamá se obliga a pagar los gastos siguientes.
- Demolición del edificio y el de construcción de las obras de defensa transitorias que se necesitan durante el período de los trabajos, para cubrir y resguardar el patio del Palacio y las paredes colindantes, fueran o no medianeras.
- Reconstrucción del edificio del Banco Nacional, de su planta baja, y el de las transformaciones necesarias en la planta baja, ocupadas por el Banco, con el fin de obtener una obra arquitectNica uniforme y de que las oficinas del Banco llenaran todas las comodidades y amplitud requerida.
“El gobierno, por su parte, se obliga a pagar las obras de reconstrucción de los pisos altos que se levantarán sobre el edificio del Banco, para que formen un todo arquitectónico continuo y armNico con el Palacio Presidencial, de acuerdo con los planos y especificaciones que se aprobara por las partes”.(30)
Belisario Porras contrató los servicios de don Roberto Lewis para decorar el Salón Amarillo, señalándole su interés en que desarrollara una obra que fuese una exaltación de los acontecimientos más trascendentes de la historia nacional.
En cuanto a la edificación en sí como obra arquitectNica, la creación extraordinaria de Leonardo Villanueva le dio una personalidad definida al Palacio Presidencial, por su fuerte influencia islámica, que ha conservado hasta hoy.
El Banco Nacional de Panamá asumió parcialmente los gastos correspondientes a sus instalaciones sin embargo, fue necesario ampliar esta edificación mediante la compra de una casa contigua, para darle mayor amplitud y comodidad al Palacio.(31)
Antes de iniciar estas obras, el gobierno nacional realizó una transacción de crédito por la suma de B/20.000 por medio de la cual se pagó a la familia Aguilar dicho bien inmueble, cuyo propietario anterior había sido doña María Ossa de Amador. Hemos escuchado que en ese mismo sitio falleció don Manuel Amador Guerrero en el año de 1909.(32)
El Palacio de las Garzas fue inaugurado de manera solemne el día 3 de agosto de 1923.(33)
Estas instalaciones fueron adquiridas en plena propiedad por el Palacio Presidencial en el año de 1938, cuando el Banco Nacional de Panamá construyó su propia casa principal en la Avenida Central, lo cual se hizo mediante una permuta con el Estado, que se llevó a cabo desde el año de 1936.(34)
Durante la década de los años treinta hubo gran preocupación por mejorar las instalaciones interiores del Palacio Presidencial, especialmente su mobiliario. En el año de 1937, el Presidente Juan Demóstenes Arosemena contrató nuevamente los servicios de don Roberto Lewis para que decorara el comedor principal del Palacio de las Garzas, denominado desde entonces Salón de los Tamarindos, en vista de que el artista decoró este espacio con una visión folclórica de la vida insular de Taboga.(35)
Notas
- Diego de la Haya. Informe sobre los Gastos Reales en Panamá y Veragua. Biblioteca de la Academia de Madrid, Colección de Mateo Murillo, Misceláneas Históricas, Tomo V, No. 2 E 73095846. Manuscrito inédito, año de 1717.
- Mario Cicala, S.J. Descripción Histórica de la Provincia de Quito de la Compañía de Jesús, Quito, Ecuador, 1994. Alfredo Castillero Calvo. La vivienda colonial en Panamá, Biblioteca Cultural Shell, Panamá.1994. Ver pág. 69, en donde cita la Carta del Obispo de Panamá.
- Mariano Arosemena. Apuntamientos Históricos, Panamá, Ministerio de Educación, Imprenta Nacional, Panamá, 1949. En la Gaceta del Estado de Panamá, No. 23 del 15 de diciembre de 1855, se reproduce una Cédula Real, que compromete al Tesoro de Lima a contribuir con un apoyo financiero a la reconstrucción de la Ciudad de Panamá por los incendios acaecidos en el siglo XVIII. En primera instancia se reproduce un documento de D. Ramón de Carvajal, Gobernador de Panamá, del 21 de septiembre de 1781, en donde se dan detalles de todos los siniestros que han afectado a la Ciudad Nueva desde los inicios del siglo XVIII. Juan Franco. Breves Noticias o Apuntes de los usos y costumbres de los habitantes del Istmo de Panamá y sus producciones (1792). Con estudio introductorio del doctor Omar Jaén Suárez. Instituto Nacional de Cultura, Panamá, 1978. Al hablar de su visión de la ciudad a fines del siglo XVIII, señala que existe una gran decadencia en su actividad mercantil y portuaria y que las casas de madera iban desapareciendo en intramuros, debido a los constantes incendios que afectaron a la ciudad desde su nueva edificación.
- Ángel Rubio. La Ciudad de Panamá. Obra incluida en el Tomo I de Antología de la Ciudad de Panamá, de Reina Torres de Araúz, Jorge Conte-Porras y Marcia Arosemena. Juan Antonio Susto Lara. La Ciudad de Panamá en el año de 1790, en Revista Lotería, No. 68, de enero de 1947. Reproduce un documento en el cual se hace una descripción del estado de abandono en que se encuentra la ciudad, principalmente a causa de los incendios que con insistencia tanto la han afectado, y en donde se señala… “De la ciudad se descendía a la playa por la Puerta de Mar, El Taller, que es el edificio de la Contaduría. La defensa de la ciudad consistía además en sus muros y baluartes”. También da detalles sobre los diferentes planos de la ciudad en el siglo XVIII.
- Archivo Nacional de Colombia, Fondo Colonia, Real Hacienda, Tomo XL, Informe sobre el estado del edificio de la Aduana y la Contaduría, y el puerto, 16 de junio de 1779.
- Real Hacienda, Tomo XVI, Fls. 371-376, Panamá, gastos hechos en las reparaciones del edificio de la Real Contaduría de la Ciudad de Panamá (1782).
- Archivo Nacional de Colombia, Fondo Colonia, Real Hacienda, Tomo XL, años de 1781-1782. Autos sobre los gastos imputados de la Real Hacienda en la reconstrucción de la Casa Habitación del señor Gobernador Don Ramón de Carvajal, y otras obras. Real Hacienda, Tomo XVI, Fls. 371-376, Panamá, Gastos hechos en las reparaciones del edificio de la Real Contaduría en la Ciudad de Panamá (1782).
- Archivo Nacional de Colombia, Bogotá, Fondo Colonia, Real Hacienda, Tomo L, Fls. 643-649, documentos sobre las reparaciones de la Real Casa de la Contaduría que motivaron una multa al señor Gobernador (1785).
- Archivo Nacional de Colombia, Santa Fe de Bogotá, Real Hacienda (Aduana de Panamá), 1797-1799. Comunicaciones sobre la incapacidad del edificio de la Aduana para depósito de mercancías, No. de Orden 12 (Microfilme). Ver páginas 262-294.
- Crónica Oficial No. 62, del 29 de enero de 1852, en donde se registra un Acuerdo del Cabildo de Panamá que establece algunas disposiciones sobre el uso de la Casa de El Taller y el Puerto. Crónica Oficial No. 97, del 31 de octubre de 1852 (Ordenanza sobre el Poder Judicial), en donde se describe la ubicación de las principales oficinas públicas que están instaladas en la Casa del Cabildo, en donde existe un cuartel de la Policía y las celdas de la Policía Provincial. Las oficinas de la Casa de la Gobernación están ubicadas en la calle de la muralla.
- Crónica Oficial No. 109, del 13 de febrero de 1853, en la que se publica La Contrata por medio de la cual el Gobernador saliente, Bernardo Arze Mata, autoriza a Salvador Camacho Roldán, nuevo Gobernador del Istmo, para “arrendar dos piezas en la Casa de Gobierno que está en la Calle de la Muralla, por las que debe pagar treinta pesos mensuales”.
- Gaceta del Estado de Panamá. Ley del 28 de septiembre de 1855, que establece las instalaciones de las oficinas del Estado Federal de Panamá y en donde se señala que la Gobernación de Panamá está instalada en los altos de la Casa de la Aduana.
- Gaceta del Estado de Panamá, No. 10, del 20 de septiembre de 1855. “Se arrienda la Casa de Gobierno conocida como La Aduana, con excepción de las piezas ocupadas por las oficinas del correo. El arrendamiento se hará por el término de un año”. Gaceta del Estado de Panamá, No. 19, del 18 de noviembre de 1855, en donde se repite el anuncio anterior. Gaceta del Estado de Panamá, No. 20, del 24 de noviembre de 1855. “Se arrienda la Casa de Gobierno conocida como La Aduana, con excepción de las piezas ocupadas por las oficinas del correo. El arrendamiento se hará por el término de un año”. Gaceta del Estado de Panamá, No. 64, del 20 de noviembre de 1856, en la que se repite el anuncio anterior. Gaceta del Estado de Panamá, No. 67, del 11 de diciembre de 1856, en la que se repite el anuncio anterior. Gaceta del Estado de Panamá, No. 81, del 28 de marzo de 1857. “Se alquila la casita de El Taller, situada en frente de la Casa de la Gobernación, denominada La Libertad, en donde funcionan los almacenes de la Casa de Gobierno”. José María Jované, Secretario de Hacienda del Estado Federal de Panamá, suscribe el anuncio del alquiler de la Casa de El Taller. De manera contigua existió, por mucho tiempo, un solar de propiedad del Estado, que de igual manera estuvo en venta y del que encontramos referencias en el Boletín Oficial No. 38 del 28 de mayo de 1863, en donde se ofrece en venta por $900.oo. Gaceta del Estado de Panamá, No.119, del 27 de febrero de 1858. José María Jované anuncia que se arrienda por el término de un año un grande y cómodo almacén en los bajos de la Casa de la Gobernación, ubicada en la denominada Casa El Taller.
- Boletín Oficial No. 182 del 21 de noviembre de 1867 (Estado de Panamá). El Procurador General del Estado de Panamá eleva ante la Corte Superior del Estado, y ante el Presidente, General Vicente Olarte Galindo, una objeción por el remate de la Casa de El Taller, intentando anular este acto en defensa de los intereses de la nación. El Presidente se comprometió entonces a presentar ante la Asamblea Legislativa la protesta del Procurador, doctor Juan N. Venero.
- La Estrella de Panamá, 14 de marzo de 1868, reporta la defunción del Presidente Olarte Galindo. Boletín Oficial No. 195, Año VI. Ofrece detalles sobre la defunción del General Vicente Olarte Galindo y de la toma de posesión del Segundo Designado, Juan José Díaz, pues el doctor Manuel Amador Guerrero, Primer Designado, se encuentra fuera del país.
- Gaceta del Estado de Panamá, 10 de febrero de 1872. Invitación a contrata para la construcción de una plazuela sobre la muralla con verja de hierro frente a la Casa Presidencial. El aviso es publicado por Domingo Cajar el 7 de febrero de 1872. Gaceta de Panamá, 13 de septiembre de 1872, en donde se señala que el Presidente Correoso ha solicitado a la Asamblea Legislativa la autorización para suscribir un contrato con Epifanio Julián Garay Caicedo, para la confección de los retratos al óleo de los Gobernadores del Istmo desde el año de 1855, los cuales serán colocados en una Galería Histórica en la Casa Presidencial. Este contrato fue renovado por Correoso en 1878, tal como señala su sucesor, José Ricardo Casorla, en el año de 1879.
- Leyes del Estado Soberano de Panamá (1869-1873). Ver la Ley 14 del 20 de noviembre de 1873. Compilaciones de la Biblioteca Arce, Universidad Nacional de Panamá.
- Leyes del Estado Soberano de Panamá (1879-1882). Biblioteca Simón Bolívar, Universidad Nacional de Panamá.
- Mensajes del Presidente del Estado Soberano de Panamá ( 1881-1882), Folletos de las Misceláneas de la Biblioteca Arce de la Universidad Nacional. Carecen de referencia de imprenta.
- La Estrella de Panamá, 13 de enero de 1885.
- La Estrella de Panamá, las ediciones del 4 de marzo de 1910 y del 4 de junio de 1918 ofrecen detalles sobre los fallecimientos de los dos mandatarios, ocurridos en el Palacio Presidencial, en ejercicio del poder.
- Ibidem.
- Entrevista con Juan Manuel Cedeño.
- Entrevista con Álvaro Villanueva V. y su esposa, en la que ofrecen detalles sobre la obra del padre en el Palacio Presidencial. Sebastián Sucre. “Leonardo Villanueva Meyer”, publicado en La Estrella de Panamá el día 12 de marzo de 1978.
- Ibidem.
- Memorias de la Secretaría de Fomento y Obras Públicas presentada a la Asamblea Nacional en sus sesiones del año de 1922, Panamá, Imprenta Nacional, 1922.
- Ibidem.
- Memorias del Banco Nacional de Panamá. (Dos Tomos). Compilación de Jorge Conte-Porras 1906-1954, Panamá, Imprenta del Banco Nacional de 1981. Ver Informe que el gerente del Banco Nacional de Panamá, José Agustín Arango Chiari, presenta a la Asamblea Nacional en sus sesiones ordinarias del año de 1922. En los anexos aparece el Contrato suscrito entre José Agustín Arango Chiari y el arquitecto Leonardo Villanueva.
- Según La Estrella de Panamá, las instalaciones de la sede del Banco Nacional de Panamá se culminaron en agosto y fueron inauguradas de manera solemne el día 3 de agosto por el gerente José Agustín Arango y el Presidente Belisario Porras.
- Banco Nacional de Panamá, Actas de la Junta Directiva del 19 de noviembre de 1936.
- Memoria de Obras Públicas, presentada a la Asamblea Nacional en sus sesiones del año de 1930, Panamá, Imprenta Nacional, 1930…”Se han hecho varias reparaciones en los salones de la residencia del Jefe del Estado, y en el mobiliario del salón de los Tamarindos se han realizado reparaciones”. Memoria de Fomento y Obras Públicas, ver Contrato No. 9 del 22 de febrero de 1937, en donde Roberto Lewis se compromete a estampar pinturas decorativas en el comedor del Palacio Presidencial, y en donde el gobierno se compromete a pagarle la suma de B/5.000 al artista, Panamá, Imprenta Nacional, 1938. Baltazar Isaza Calderón. Los Tamarindos de Taboga, en Revista Lotería, septiembre de 1959, No. 46, Panamá. El autor hace una interpretación de la obra del pintor Roberto Lewis en el Palacio de las Garzas.
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Historia del Palacio de las Garzas
Calle Pedro J. Sosa, a un costado de la Catedral. Al fondo estuvo el establecimiento Brandon & Brothers, que jugó un papel importante en el manejo de los fondos utilizados para financiar el movimiento separatista de 1903. Finales del siglo XIX.
Catedral Metropolitana, consagrada con gran pompa el 14 de abril de 1796, siendo su arzobispo don Remigio de la Santa. Ese día tañeron las campanas que tuvo la vieja catedral en la Panamá destruida por el pirata Morgan.
Aspecto exterior del Palacio de las Garzas en la década de los treinta. Es de notar que todavía no se había techado la terraza. Pero el automóvil ha desplazado ya los románticos coches de unos años atrás.
Belisario Porras, a cuya decisión se debe, en buena parte, la actual apariencia del Palacio Presidencial, sale del mismo el 30 de septiembre de 1924, último día de su tercer mandato.
Plano de la Contaduría de Panamá, hoy Palacio de las Garzas, fechado el 3 de noviembre de 1764.
Lugar donde estaba ubicada La Marina. Al fondo se puede apreciar la Presidencia. Década de los años veinte.
Recámara en los aposentos privados del Jefe de Estado, Palacio de las Garzas. 1924.
La Marina. Vista desde lo que fue la Puerta de Mar, junto a la Casa de la Aduana o El Taller. Principios del siglo XX.
Vista del terraplén del mercado, a finales del siglo XIX. Al fondo pueden verse las viviendas de la Avenida Eloy Alfaro (hoy derribadas), junto a la Casa de Gobierno.
Fachada de la Casa de Gobierno, hoy Palacio de las Garzas, a finales del siglo XIX. Al fondo la Avenida Eloy Alfaro.
Vista del patio interior del Palacio de las Garzas, desde las plantas superiores. Década de los años veinte.
Salón Amarillo, en donde se encuentra la Galería de los Gobernantes del Istmo desde 1855, retratos al óleo pintados por Epifanio Garay.
Patio interior del Palacio de las Garzas luego de su remodelación, visto desde la parte superior. 1924.
Vista del patio interior del Palacio de las Garzas, desde las plantas superiores. Década de los años veinte.
El Puente del Rey, en Panamá la Vieja. Comienzos del siglo XX.
Salón de los Tamarindos, antes de la realización de los murales de Roberto Lewis. 1924.
Detalle del Salón Morisco, construido hacia 1922, cuando el arquitecto Leonardo Villanueva M. remodeló el Palacio.
Texto de: Jorge Conte-Porras
I
La determinación de Luis Lozada de Quiñones hace posible el traslado de la Ciudad de Panamá y la edificación de las oficinas del puerto.
Ante la destrucción de la Ciudad de Panamá, tras el ataque de las huestes de Henry Morgan en 1671, tal como lo describe el Gobernador Pérez de Guzmán, las autoridades escaparon en busca de refugio, fijando una estada temporal en San Juan Bautista de Penonomé.
Con la autorización de la Reina Gobernadora Mariana de Austria, se convino en buscar un sitio más adecuado para trasladar la ciudad, pero no pocos se resistían a abandonarla en un estado de inseguridad.
Tras el empeño del nuevo Gobernador Fernández de Córdoba y Mendoza, se decidió buscar un lugar más al resguardo de futuros ataques piratas y construir una larga muralla a su alrededor.
El 21 de enero de 1673 se realizó la ceremonia oficial del traslado de la Ciudad de Panamá al denominado Sitio del AncN?. Ese día se demarcó la Plaza Mayor y se distribuyeron los solares.
Ante la inesperada muerte del Gobernador Antonio Fernández de Córdoba y Mendoza, acaecida el día 8 de abril de 1673, asumieron en forma provisoria el cargo, primero el Obispo Antonio Deleón y, casi de inmediato, don Luis Lozada de Quiñones, por ser el más antiguo de los oidores de la Audiencia de Panamá y quien tomó la iniciativa de establecer su residencia en el nuevo sitio de la ciudad, venciendo el escepticismo del otro de los oidores, Andrés Martínez de Amileto, quien amparándose en un grupo numeroso de los residentes de la vieja metrópoli se aferraba a continuar en la vieja capital de tierra firme.
La situación era crítica por la escasez de víveres y materiales con qué enfrentar las reparaciones y atender a la población. Por su cuenta, Lozada de Quiñones ordenó aprovechar algunos materiales de la ciudad destruida y trasladarlos al denominado Sitio del AncN?. Así empezaron los trabajos, cuando no había ni herramientas ni materiales con qué laborar. Ante la necesidad de habilitar un puerto, como necesidad primaria, a fin de poder recibir los materiales provenientes principalmente del Perú, así como toda la mercancía que debía favorecer a sus nuevos residentes, Luis Lozada de Quiñones tomó la providencia de establecer en seguida lo que se denominó la Puerta de Mar, en donde fue ubicado el embarcadero.
Y de inmediato se inició la erección de un alojamiento, depósito o bodega para la Aduana, Oficina del Puerto y sede de las oficinas administrativas de la nueva ciudad. Ese sitio histórico es el mismo en donde se encuentra hoy el Palacio de las Garzas.
Todo ello nos viene a confirmar que en ese lugar funcionó la primera sede de las autoridades de la Gobernación de Panamá.
Pero al año siguiente, el 15 de abril de 1674, los miembros del Cabildo de la Ciudad y otros vecinos acusaron a Luis Lozada de Quiñones de haber hecho mal uso de los materiales recibidos, especialmente del Perú, al construir una ostentosa mansión que era a la vez su residencia personal.
Luis Lozada de Quiñones se defendió de tales acusaciones, señalando que en un estado de crisis había sentido la necesidad de buscar soluciones prácticas, y de ahí su decisión de colocar en un solo sitio las principales oficinas de la nueva urbe.
Esta determinación aseguró el destino de ese refugio en un momento en que todo estaba por hacerse en la nueva ciudad.
Mas como Luis Lozada de Quiñones continuara en su empeño, ajeno a las advertencias, los miembros del Cabildo de Panamá se dirigieron al Virrey del Perú en un Memorial en que señalaban…
…”El Oidor Luis Lozada de Quiñones ha hecho construir el más grande edificio que se haya conocido en Panamá, aún durante su mayor opulencia, porque aún el vecino más rico se ha conformado con una casa de tres lumbres, que son quince varas de frente y otras tantas de fondo. Luis Lozada de Quiñones ha construido la suya frente al desembarcadero de la Ciudad, que es el mejor sitio, dándole veinticinco varas de frente y cuarenticinco de fondos, con una capacidad de veintidós bodegas.”
“Y sólo vemos la Casa de don Luis Lozada llena de materiales sin que aia puertas de tantas como tiene que no esté con erramientas como se aberiguara por la vista de ojos por ser toda obra diferente de las que se hacen por aca, y si en una casa tan conocida sea obrado desta suerte, bien se deja considerar lo que ha sucedido con las clavazones.”
“Cumpliendo el año que se dio para la mudanza de la ciudad para el acarreo tomado antes de llegar la Cédula de Su Majestad, hallándose el dicho señor Oidor Luis Lozada de Quiñones se le acusó de autoridad compulsiva para hacer cosas a nombre de S.M., hacer la mudanza con atropello, nombrar a su hijo Fernando, Alcalde de Cruces, a pesar de estar enfermo (19 de enero de 1675)”
La determinación de Luis Lozada de Quiñones de levantar ese edificio, calificado entonces como de pretenciosa ostentación, nos dice mucho de la visión de un hombre dinámico y creativo, al que nosotros nos atrevemos a asignar la condición de ideólogo de un nuevo concepto urbano de la Ciudad de Panamá.
Desde el momento mismo de su erección este edificio tuvo múltiples usos, pues durante los primeros años la ciudad carecía de locales administrativos propios, debiendo acudir al arriendo, aun para las convocatorias del Cabildo de la Ciudad.
II
El Edificio de la Aduana, Almacén de la Real Hacienda y oficina del Gobernador.
En un plano de la Ciudad de Panamá de 1677, que nos ofrece el Escribano Gaspar de Zúñiga, se dan detalles de las plazas, calles y edificios de la Nueva Ciudad, identificando la Puerta de Mar y el sitio destinado para la Aduana.
A comienzos del siglo XVIII (1717), Diego de la Haya nos hace la primera descripción que conocemos de la casa denominada de El Taller o de la Aduana, que servía de depósito a la Puerta de Mar o el Puerto
“La puerta de mar dista poco de la plaza, aunque mucha de la mercadería llega primero al Puerto de Perico, pasando después en los bajeles a esa dicha Puerta de Mar, de la cual pasa a la casa denominada de El Taller (que es la del comercio) donde entra toda la mercancía y en donde está parte de la guarnición de la plaza, y del embarcadero a la Aduana, la dicha mercadería es transportada por los negros cargadores.”
“Para mayor explicación de lo dicho se ha formado un plano, incluyendo lo que estaba fabricado y por fabricar en el año de 1699.”(5)
Pero todo el siglo XVII fue de gran inestabilidad para la sede de la Ciudad de Panamá y sus habitantes. En primera instancia, por la lentitud con que fue recuperándose el país, por la escasez de fondos y, debido a una depresión económica inocultable, por la suspensión de las ferias de Portobelo y el abandono de la Ruta de Panamá. El mismo templo de la Catedral Metropolitana no vino a ser concluido sino en el siglo XVIII.
Mario Cicala, misionero de la Orden de los Jesuitas, que vivió en la Ciudad de Panamá a mediados del siglo XVIII (1747 1751) y quien escribió una obra recientemente traducida al español y publicada bajo el título de Descripción Histórica de la Provincia de Quito de la Compañía de Jesús, impresionado por los muchos detalles que presenta nuestra urbe, muy a pesar de los voraces incendios que la han destruido parcialmente, identifica a la Casa de El Taller como una de sus más importantes edificaciones…
“Los edificios de piedra y cal, de construcción majestuosa e imponente son tres, además de los templos y conventos. El primero llámase El Taller y es la Casa Real de la Aduana, que tiene un vistoso y elegante pórtico levantado sobre columnas octangulares de piedra con bellos arcos, todo él de bellas losas de piedra y en verdad magnífico.”(6)
Durante todo el siglo XVIII la Ciudad de Panamá se vio amenazada por una serie de nuevos incendios que parecían una sentencia para hacerla desaparecer.
Estos repetidos siniestros del siglo XVIII, que se sucedieron unos tras otros, dejaron una profunda cicatriz social en Panamá; tal es lo que se desprende de los testimonios que nos deja don Mariano Arosemena, quien en sus Apuntamientos Históricos se refiere de manera dramática a este fenómeno…
“Otro de los motivos de la decadencia de Panamá eran los incendios, que pocos años antes había sufrido la Ciudad.”
“El primero tuvo lugar el 2 de Febrero de 1737, quedando reducida a cenizas las dos terceras partes de los edificios. El segundo fue el 30 de Marzo de 1756, en que se quemó la mitad de la Ciudad. Y el tercero acaeció el 26 de Abril de 1781, en que se quemaron cincuenta y seis casas de las principales y más valiosas.”(7)
La economía de tránsito, principal fuente de riqueza de nuestro territorio, había llegado a un estado depresivo porque España, atemorizada por el creciente poder de Inglaterra y las incursiones de los piratas, fue en búsqueda de nuevas alternativas en el transporte de las mercancías y tesoros extraídos de sus colonias hispanoamericanas. Surgieron otros senderos. Todo ello no hizo otra cosa que alentar una intensa actividad del comercio ilícito.
Los comerciantes de Panamá, conscientes de que en la utilidad de nuestros puertos radicaba su única esperanza, se comunicaron repetidamente con las autoridades virreinales para que el país fuese beneficiado con leyes de excepción, que les permitiesen superar la alarmante situación de miseria en que vivían.
Estas leyes consistían en la exclusión de impuestos en forma temporal y en el permiso para la introducción de las mercancías que entraban al país con excesivas restricciones.
Si nos referimos a la función que continuó desempeñando el edificio de la Aduana, tenemos que advertir que ese edificio continuó respondiendo a una serie de servicios, todos relacionados con la actividad mercantil del territorio de Panamá, cuyo destino, trazado por la geografía, estaba fuertemente asociado con el comercio.
La obra La Ciudad de Panamá, de ¡ngel Rubio, reproduce un informe de 1756 de las autoridades de Cartagena sobre la Real Hacienda de Panamá, el cual está suscrito por Juan Mazías, Contador; don Cayetano Valdés, Tesorero, y don Sebastián Medrano, Oficial de Su Majestad, quienes dan cuenta del estado del puerto, del uso de la casa que sirve como depósito de la Aduana y Cuartel del Puerto, y quienes señalan que de manera transitoria este edificio ha dado albergue a la Gobernación de Panamá.(8)
Generalmente las embarcaciones que provenían de SurAm?érica, El Callao o Guayaquil arribaban al Puerto de Perico por contar con un fondeadero más profundo, y de ahí se traían los pasajeros y la carga a la Ciudad de Panamá en botes más pequeños. Las naves de menor tamaño sí podían llegar hasta la Puerta de Mar de la ciudad.
Abundan las referencias de que tanto el Puerto de Naos, como el de la isla de Taboga, eran los verdaderos puertos de la Ciudad. De manera repetida en los documentos coloniales se habla de la isla de Naos como un puerto alternativo al de Panamá.
Cuando se construyó la Puerta de Mar, con acceso directo al edificio de la Aduana, surgió de manera espontánea otro desembarcadero para las mercaderías, muy a pesar de las enormes murallas que la bordeaban, estableciéndose lo que se conoció por mucho tiempo como la Plaza del Mercado, o la rampa, la cual quedaba en extramuros o el arrabal de Santa Ana.
Ahí se estableció el Póstigo de San Juan de Dios, que permitía el acceso a la ciudad de adentro y el Baluarte de Barlovento, para separar la ciudad amurallada de los arrabales, en donde se mantenía una fuerte guarnición militar para el resguardo de entrada a la ciudad.
En el año de 1779, don Pedro de Carbonell y Pinto, Coronel de los Reales Ejércitos y Comandante General del Puerto, de manera conjunta con el Licenciado Pedro Miguel Echeverri, de la Junta de la Real Hacienda; el Licenciado Antonio Marcelino Arrechua, Fiscal de la Real Hacienda; Jorge Gregorio Montoya, Tesorero, y Felipe Vergara, Contador, señalaron los diversos usos que se le daban al edificio de la Aduana, además de la mercancía en depósito, donde se recibía y tramitaba el correo. Según ellos señalaban en su informe, el edificio necesitaba reparaciones urgentes.(9)
El incendio del año de 1781 debió haber destruido la sede en donde funcionaban las oficinas del Gobernador, porque hemos encontrado un testimonio del Fiscal Abilitado para los Asuntos del Virrey, quien declara "Que el Gobernador de Panamá no debió haber ocupado la Casa de la Contaduría y Almacén destinado a la operación de Marquilla y objeta esta ocupación por los perjuicios que causa al vezindario y al comercio."(10)
Los comerciantes, sin embargo, continuaban alentando la esperanza de poder superar esta depresión profunda que afectaba las normales condiciones de una ciudad que no parecía vislumbrar posibilidad alguna de recuperación.
Y en ese mismo año de 1781 elevaron un Memorial al Comisario del Comercio, donde señalaban los peligros del comercio ilícito y las muchas restricciones que había establecido la Corona para el desenvolvimiento del comercio local, e indicaban su aspiración a que se les concediese una oficina, almacén o bodega en el edificio del Puerto, también conocido como la Aduana o la Contaduría.
Aducían, además, que por razones de seguridad, puesto que ahí estaban las oficinas de los ministros de la Real Hacienda, la tropa del puerto y las oficinas del señor Gobernador, les parecía el lugar más adecuado.
Ello nos viene a confirmar que para el año de 1781, el edificio de la Aduana se estaba utilizando como el de las oficinas principales del Gobernador.
"La prerrogativa que se ve en las disposiciones y se patentiza nuevamente en el reglamento posterior que se conceda inmunidades al comercio de esta ciudad."
En ese mismo Memorial señalan...
"Y al mismo tiempo se vea precavido del perjuicio del cuerpo del comercio el que haya oficinas aparentes, necesitadas del mismo modo para los efectos que vienen del Perú."(11)
Durante el año de 1782, pese a las protestas del vecindario y del comercio, la Casa de la Aduana debió continuar fungiendo como sede del gobierno de la Capitanía General de Panamá, tal es lo que se desprende de un nuevo Informe que presenta el Gobernador, don Ramón de Carvajal, quien se dirige al propio Virrey de la Nueva Granada, en donde le da detalles de los negocios de la Real Hacienda…
“Hacer uso de mi facultad acerca de la Real Contaduría, traté inmediatamente a entregarme con la debida formalidad, como lo estoy practicando, vistas a los caudales, libros, papeles y demás documentos que pertenecen a la Real Hacienda, al mismo tiempo para la mayor seguridad de ella, y la confirmad de lo dispuesto por la Ley Municipal, permitir trasladarme a vivir en la Casa de la Contaduría, como efectivamente lo he venido haciendo.”(12)
Más adelante, en la misma misiva, agrega el señor Gobernador…
“En cuanto a la Casa de la Contaduría, este edificio está absolutamente inútil, casi inservible a causa de que por la azotea que la cubre por aquella parte se pasan las aguas en abundancia, que según se me ha ordenado en habiendo penetrado las goteras hasta el vuelo más sano del edificio, continua no sólo inhabitable en aquella parte, sino que aún queda (ilegible) para guardar en ella cosa alguna por las averías que padece y que más es que considere como recomiendan, ya no se podría con las lluvias las maderas que ya amenazan con su ruina.”
“En esta consideración demandan el más pronto remedio, pues pretendiéndose ordinariamente el daño habrán desag¸es más grandes, principalmente hallándose ya en la entrada del invierno, por lo consiguiente el reparo será más costoso a la Real Hacienda.”
“A este motivo de economía se añade el de la gran falta de espacio por la estrechez de las piezas de la casa, que hace que las piezas della, para la distribución cómoda de las oficinas, para mantener en ellas el régimen y el buen orden tan conveniente y oportuno para el despacho de los negocios que ocurran.”
“Y para colocar con la mayor seguridad el Tesoro, los Papeles y Libros de la Contaduría, hasta para con el motivo de que se me ordenara trasladarme a ocuparla con mi familia, en el mismo de dos tramos útiles de la Casa, y en el otro espacio para la Tesorería, la Contaduría, junto a los papeles de los caudales, y con algunos trastes que ahí se guardan.”
El Gobernador concluye el Memorial, advirtiendo que la principal función del edificio es servir de vigilancia y bodega del puerto, por lo que se ha establecido en su planta baja un cuartel con las vigilancias adecuadas, y de igual manera ha destinado una pieza especial para los bultos que vienen del Correo y los papeles concernientes a los embarques de la mercancía.
Una nota de Carlos IV, fechada en Aranjuez el 12 de abril de 1794, autorizaba a los funcionarios de la Real Hacienda para que residiesen en las oficinas de la Contaduría…
“Bien y cumplidamente, que asi es mi voluntad, que mi Ministro de la Real Hacienda y a quien perteneciese este cargo, se de la orden conveniente para que se tome razón y forme asiento de este grado en el edificio de la Contaduría de la Real Hacienda donde le corresponde.”
Para el año de 1797, Luis Lasso de la Vega, al levantar un informe sobre las dificultades del comercio, hace una breve referencia que nos resulta muy útil para confirmar que el Gobernador estaba ocupando la Casa de la Contaduría…
“El incendio padecido en el año de 1787 en que quedó reducida la Casa en que estaba el Gobernador decidió de acomodarse en la Aduana o Contaduría, quedando en medio extinguida la asignación de 450 (ilegible) anuales que gozaba el Gobernador para el pago de su aposento y al propio tiempo sin pieza alguna destino a recibir y custodiar los efectos del comercio.”(13)
Pero al finalizar el siglo XVIII, Panamá debió haber superado muchas de las dificultades que le amenazaban con un estancamiento permanente, pues para entonces la actividad comercial demuestra la necesidad de ampliar y mejorar el edificio de la Aduana.
Nos informa Alfredo Castillero Calvo, en un ensayo que tituló Historia de las Casas Coloniales y su entorno, que en el siglo XVII y aún en el siglo XVIII el alojamiento de la Casa de Gobierno fue objeto de permanentes mudanzas, en particular por los fuegos o incendios que amenazaron con destruir la urbe.
“Durante muchos años, la sede del Gobierno Central no tuvo un edificio propio. Ni siquiera una locación fija. Al principio quedó instalada en la Punta de Chiriquí, en un edificio de madera cuya ubicación precisa señala el citado plano de Saavedra” . (Se refiere a un plano de Álvaro de Saavedra de 1688, citado en la misma monografía).
“Rodeada del principal cuartel de soldados y al extremo de la ciudad, la elección del sitio respondía a razones de seguridad, lo que se comprende si recordamos que la ciudad había sido trasladada y amurallada a consecuencia de una invasión enemiga.”
“Luego la sede se mudó a la Plaza Mayor, en una casa alquilada a la rica propietaria Angela de Ysasi, situada en las cuatro esquinas (entre la Calle de Las Monjas, hoy denominada Avenida Central, y el Museo del Canal Interoceánico). Pero esta casa se quemó en el fuego grande del 1737, que consumió casi la totalidad de la ciudad, incluyendo El Taller. Después del fuego se reconstruye El Taller y ahí se muda todo el gobierno, es decir el Tribunal de la Audiencia, la Gobernación, la Capitanía General y la Contaduría, pero El Taller seguía siendo un edificio inadecuado, ya que era muy estrecho e incómodo, por lo que tuvo que ser varias veces remodelado.”
En otra parte de su interesante trabajo, nos dice el doctor Alfredo Castillero Calvo con relación al mismo tema…
“El Antiguo edificio de las Notarías, cuyas primitivas estructuras podemos remontar al 1716, fue residencia de varios Presidentes de la Audiencia de Panamá durante la primera mitad del siglo XVIII. Bien podría llamarse la Casa de los Presidentes. Estos dos edificios ya han sido completamente restaurados por la administración Pérez Balladares. La Casa de 1743 la ocupa El Fondo de Emergencia Social de la Presidencia (FES).”
Más adelante, al referirse nuevamente a esa edificación, que fue importante residencia la Casa de don Joseph de Arriaga, su primer propietario, concluye el doctor Alfredo Castillero Calvo con la siguiente información…
“Este edificio fue la Casa Habitación de los Jefes de Gobierno o Presidentes de la Audiencia de Panamá durante la primera mitad del siglo XVIII. Aquí residieron los Presidentes Jerónimo Badillo, Manuel de Alderete, Dionisio de Alcedo y Herrera y casi seguramente Dionisio Martínez de la Vega y Manuel Montiano, último Presidente de la Audiencia. Desde mediados del siglo XIX hasta principios del siglo XX, fue Agencia postal o Correos, hasta la década del 1970, cuando fue sede de las Notarías.”
III
El edificio de la Aduana y la Casa de Gobierno.
Los primeros años del siglo XIX coinciden con una intensa actividad revolucionaria que ha de paralizar casi por completo el movimiento mercantil del Istmo.
Sin embargo, una vez liberados del régimen colonial, los istmeños hicimos el esfuerzo para promover la actividad de nuestros puertos, mediante la reglamentación de una serie de franquicias para la mercancía destinada a la reexportación, así como para el funcionamiento de un Depósito o Almacén de Consignación en la Aduana de Panamá. Tal es lo que se desprende de El reglamento para el comercio del Istmo, aprobado el día 31 de diciembre de 1821 por José de Fábrega.
Encontramos en los anales de Hacienda del Departamento del Istmo una nutrida correspondencia de la década del 1830, para confirmarnos que el edificio de la Aduana (El Taller) era la sede de la Agencia de Correos y el depósito de la mercadería proveniente de las zonas rurales. Mucha de la mercancía recibida estaba destinada a la exportación.
La principal función de la Casa de El Taller continuó siendo la de la Aduana, Bodega o Almacén de mercancía importada o para la exportación, así como la sede de las oficinas de la Agencia Postal. Según observamos existía una casa contigua a dicha edificación, conocida como la Casita o la Casa de El Taller, que presumimos servía de almacén o depósito.
En el año de 1852 el Concejo Municipal promulgó un Acuerdo sobre Transporte y Almacenaje de Mercancía, en el que describía con algún detalle las oficinas y los servicios que prestaba la Casa de El Taller, y señalaba que los locales de la planta baja debían usarse exclusivamente para almacenaje de la mercancía proveniente del puerto y no para la venta de mercancía al por menor.(14)
Decía, entre otras Toda persona que tenga un local en la Casa de El Taller, tendrá la obligación de asear todo el frente y rededor del lugar que ocupa, votando las basuras; en ningún momento persona alguna puede permanecer en dicho local durante las horas de la noche con pretensiones de pernoctar ahí. Son prohibidas en El Taller la venta y permanencia de animales vivos.
El día 23 de agosto de 1853, Bernardo Arce Mata suscribió un contrato con los hermanos Jiménez Morro para otorgar en arrendamiento, por el término de dos años, la bodega que se encontraba en la planta baja de la Casa de El Taller. Los hermanos Jiménez Morro se comprometían en dicho documento a asumir por su cuenta las reparaciones que requiriese el bien inmueble.
Es el propio Bernardo Arce Mata quien nos ofrece esta información en el breve lapso en que le correspondió fungir como Gobernador del Istmo en los últimos meses del año de 1853 y los primeros del año de 1854.
Es el propio Bernardo Arce Mata quien va a darnos cuenta de que a Salvador Camacho Roldán, nuevo Gobernador del Departamento del Istmo en el año de 1854, se le otorgó la autorización para arrendar unas piezas dentro de la Casa de El Taller, a fin de poder alojarse cómodamente en el mismo edificio en donde estaban las oficinas de la Gobernación del Departamento del Istmo.(15)
En cuanto a la sede de la Gobernación durante la primera mitad del siglo XIX, observamos que fue trasladada varias veces. Estuvo funcionando primero en la esquina de la Calle de San Francisco, sobre la muralla; después en un edificio denominado El Pabellón, frente a la Casa de El Taller y, finalmente, en los altos de la Casa de la Aduana de Panamá.
Al respecto don Bernardo Arce Mata, Gobernador del Departamento del Istmo en el año de 1854, señala a la Cámara Provincial que la Casa de la Gobernación está funcionando en una esquina de la denominada Calle de la Muralla y la Calle de San Francisco. Sin embargo, el día 4 de enero de 1854 el bien inmueble fue puesto en remate, tal como lo señala el Secretario de Hacienda don Lino Clemente Herrera, en un anuncio que registra la Crónica Oficial.
Se denominaba Calle de la Muralla a la que hoy conocemos como Avenida Eloy Alfaro, Calle de San Francisco a la Calle 3a., Calle de San Miguel a la Calle 4a. y Calle de El Taller, en alguna oportunidad conocida de igual manera como Calle de San Pablo, a la que hoy denominamos Calle 5a..
Recién constituido el Estado Federal de Panamá, le correspondió a don Justo Arosemena promulgar la Ley del 28 de septiembre de 1855, que definió la sede de las más importantes oficinas del Estado y la cual dispuso
“Artículo 1 Se destina para las sesiones de la Asamblea y para el despacho de la Corte Superior, y de los tribunales de justicia, la Casa del Estado situada en la Calle Jirardot.”(Hoy conocida como Calle 8a.)
“Artículo 4 Los altos de la Casa del Estado, que se conoce como la Casa de Gobierno, seguirán destinados al local para las oficinas de la Secretaría del Estado y alojamiento de la Casa del Gobernador. (Se refería a la Casa de El Taller en la Calle de la Muralla, hoy conocida como Palacio Presidencial).”(16)
La inauguración del ferrocarril de Panamá, a mediados del siglo XIX, precipitó una serie de cambios en el transporte marítimo de nuestros puertos, pues la empresa construyó su propio muelle en el terminal del ferrocarril, lo que de inmediato debió provocar un decrecimiento en el uso del denominado Puerto de la Marina, frente a la Casa de El Taller.
Debemos tomar en cuenta que tanto el tránsito de pasajeros como el transporte y carga de mercancía destinada al exterior vinieron a darle prioridad al uso del ferrocarril y sus bodegas de almacenaje.
El terminal del ferrocarril acabó por convertirse en el puerto natural de la ciudad en cuanto a las comunicaciones internacionales, al punto de que la empresa estableció posteriormente algunas instalaciones adicionales en Naos y aun en la isla de Taboga. Los pasajeros y la carga se transportaban en una pequeña embarcación desde el muelle del ferrocarril hasta las naves, que esperaban en el fondeadero de Naos, y viceversa.
Lo que desde entonces se conoció como La Marina se limitó al uso del comercio de cabotaje con naves más pequeñas, que muchas veces llegaban con alta mar, y de ahí en pequeñas canoas desembarcaban pasajeros y carga destinada para el aprovisionamiento de víveres de la Plaza del Mercado.
Esta situación debió afectar en forma directa la importancia comercial de El Taller, pues para el año de 1855 el Esta do de Panamá ofreció parcialmente en arriendo la Casa de la Aduana, con excepción de los locales utilizados por la Agencia del Correo, así como la planta alta en donde estaban instalados los tribunales de justicia y un alojamiento de la gendarmería, que debía tener relación con la vigilancia del puerto.
Nos parece que el arrendamiento en oferta debió consistir en alguno de los aposentos de la planta baja, pues para el año de 1856 se realizó una nueva propuesta que se advirtió sólo sería por el término de un año, estableciendo la exigencia de que el inquilino estaba impedido de hacer cambios en el bien inmueble…
“No podrá hacer alteración alguna en la finca, sin consentimiento del Administrador General de Hacienda, y obteniendo éste el gasto que en tal alteración se cause, será cargado al arrendatario, cediendo al Estado las mejoras que haya hecho en la finca.”(17)
Es probable que esta propiedad estuviese desocupada en algunas de sus habitaciones. Al parecer nadie acudió a la oferta de su alquiler, pues en el año de 1857 el edificio fue puesto en venta. El día 11 de marzo de 1857, José María Jované, como Administrador de Hacienda, señaló que se había llegado a un arreglo con la familia Jiménez para la venta formal del edificio.
El documento nos habla de La Casa de El Taller frente a la Casa de la Gobernación, lo que nos hace pensar que de manera temporal las oficinas del Gobernador del Estado fueron ubicadas en otro sitio.
Muy a pesar de los repetidos edictos que aparecen en la Crónica Oficial, la venta no llegó a realizarse. Según constatamos en la propuesta del 19 de marzo de 1857, en este edificio tenía un almacén el señor Pedro N. Merino.
Durante el Mandato del General Vicente Olarte Galindo, como Presidente del Estado de Panamá (1866 1868), la Presidencia del Estado no funcionó en la Casa de El Taller. Por esta fecha se llevó a cabo el remate del bien inmueble, situación que motivó la protesta airada del Procurador General del Estado, doctor Juan N. Venero, quien señaló a la Corte Superior del Estado de Panamá en una nota fechada el 31 de enero de 1867, que El encargado del Ministerio Público ha sostenido los derechos del Estado hasta donde lo ha estimado justo, salvando las fincas rematadas a tan bajo precio, sin que por esto el gobierno dejara de cumplir con sus obligaciones fiscales.
De acuerdo con el remate realizado en pública subasta, el Estado debía desocupar el edificio para que el señor Juan Casseli, comerciante local, pudiese entrar en plena posesión de él.
Las protestas repetidas del Procurador del Estado de Panamá ante la Corte Superior, motivaron la intervención del propio Jefe del Ejecutivo, General Vicente Olarte Galindo, quien finalmente aceptó que la entrega del bien no se llevaría a cabo hasta que se reuniese la Asamblea Legislativa. El Presidente se comprometía formalmente ante el Procurador General del Estado a interceder por su protesta, comunicándole a la Asamblea que impidiese la entrega de la Casa de El Taller, por considerar que el procedimiento utilizado para su remate resultaba sumamente irregular.(18)
Sin embargo, debemos registrar como una curiosidad que encontramos en La Estrella de Panamá una referencia del día 14 de marzo de 1868, donde se registra la defunción del General Vicente Olarte Galindo, quien falleció en la Casa de Gobierno, pero la prensa no nos ofrece detalle de la ubicación de estas oficinas. Se trata del único gobernante del Istmo muerto en ejercicio de su cargo en el siglo XIX.(19)
Como hemos observado en diferentes noticias que nos presenta La Estrella de Panamá desde los inicios de la década del 1870, todo parece indicar que las oficinas del Presidente del Estado de Panamá habían retornado a la Casa de El Taller.
Durante el período en que gobierna el país el General Buenaventura Correoso, se ordena construir una plazuela rodeada de una verja de hierro frente a la Casa Presidencial, en un corredor ya conocido como El Paseo de la Marina. En esa misma fecha se autoriza el contrato para que el artista Epifanio Garay con feccionase los retratos al óleo de los gobernantes del Istmo de Panamá desde el año de 1855.(20)
Nos encontramos con que la Ley 14 del 20 de noviembre de 1873, promulgada por el entonces Presidente del Estado de Panamá Gregorio Miró Arosemena, adjudicó en forma definitiva la Casa de El Taller al gobierno nacional.
“Son bienes de la Instrucción Publica del Estado, la Casa que hasta el año de 1849 sirvió de Aduana de Panamá, cedida al Estado por el articulo 7o. de la Ley Nacional del 24 de Mayo de 1855, promulgada por el Presidente José de Obaldía.”(21)
Le correspondió al Presidente José Ricardo Casorla hacer aprobar la Ley 32 del 7 de febrero de 1879, para formalizar el contrato celebrado entre el Presidente Buenaventura Correoso y Epifanio Garay el 21 de febrero de 1878, que autorizó la confección de los retratos al óleo de los gobernantes del Istmo de Panamá.
En los anales de Poder Legislativo de esa fecha se registra.
“La Asamblea Legislativa en su sesión del día 4 de Febrero aprobó el contrato celebrado por el Poder Ejecutivo del año de 1878 por el Presidente Buenaventura Correoso, para la ejecución de los retratos de todos los Gobernadores y Presidentes del Estado de Panamá desde el año de 1855”.(22)
Para el mes de noviembre de 1880 se erigió una verja de hierro frente a la Plaza del Mercado, en la Calle Girardot, similar a la que ya existía en la Casa de El Taller. La referencia al respecto señala la verja que se está construyendo es similar a la que se construyó en el paseo de la Marina, frente a la Presidencia del Estado.
(La Calle Girardot, conocida anteriormente como la Calle de las Calaveras, partía detrás del templo de la Catedral, atravesaba la Avenida B, pasaba junto al Hospital San Juan de Dios y finalizaba frente al Baluarte de Barlovento en la bajada del Mercado. Esta calle fue rebautizada como la Calle 8a. ya en el período republicano).
En los mensajes presidenciales del Estado de Panamá, presentados a la Asamblea Legislativa de los años de 1881 y 1882 por el doctor Dámaso Cervera, se indica que el edificio de El Taller había sido afectado por un violento movimiento de tierra, lo que dejó resquebrajados los arcos y paredes interiores del edificio. Ahí continuaban funcionando las instalaciones de la Secretaría de Hacienda y la Agencia Postal (1882).(23)
Sin embargo, el 18 de enero de 1885 la Convención Nacional Constituyente del Estado Soberano de Panamá aprobó la Ley 4a., por medio de la cual se destinó oficialmente el inmueble conocido como El Taller como Palacio de Gobierno o Casa Presidencial.
Esta norma legal no hizo más que regular oficialmente las instalaciones de la Casa de Gobierno, lo cual es confirmado por diversas noticias que nos ofrece a través de los meses sucesivos La Estrella de Panamá.
Unos días antes de culminar su período presidencial, en el mes de enero de 1885, José María Vives y León, y al tomar posesión de la Presidencia Ramón Santodomingo Vila, encontramos una noticia en La Estrella de Panamá, la cual señala textualmente…
“El día 7 de Enero tomó posesión de su elevado cargo el nuevo Presidente del Estado de Panamá, Ramón Santodomingo Vila, quien después del juramento de rigor ante los miembros de la Asamblea, se dirigió al Palacio Presidencial en donde fue recibido en una ceremonia especial por el Presidente Saliente el doctor José María Vives y León y sus Secretarios.”(24)
Después de una serie de sucesos armados que culminaron con la intervención militar norteamericana en el territorio del Istmo, solicitada por el Presidente Rafael Núñez en el año de 1885, el país quedó sumido en un estado de anarquía.
Ya pacificado el país, le correspondió asumir en forma provisoria el cargo a Facundo Mutis Durán y luego a Manuel Amador Guerrero, este último fungía como Prefecto de la Provincia de Panamá. El día 22 de junio fue designado como nuevo Gobernador don Alejandro Posada. Muy a pesar de ello, la Casa de El Taller, ya conocida como Casa de Gobierno, fue utilizada como cuartel y alojamiento del Coronel Miguel Montoya, quien continuó tomando las más importantes decisiones, por encima de la autoridad civil.
En La Estrella de Panamá del 6 de septiembre de 1886 encontramos una pista de la situación en la que se encontraba entonces dicho edificio.
“El desembarcadero de El Taller, frente a la Casa de Gobierno, es un chiquero. Los perfumes que emanan de esa playa cuando la marea esta baja son suficientes para enfermar al más sano”.
“Varias personas que viven por ese barrio nos han presentado sus quejas rogándonos hagamos llevar sus quejas a las autoridades, dicen que sería bueno se establecería un guardia de la Policía en las escaleras e hiciese la vigilancia a fin de que los vecinos no arrojen los desperdicios en la playa, lo mismo que los boteros que convierten el sitio en el muladar de sus inmundicias”.
A don Alejandro Posada, como Gobernador Civil del Istmo, le correspondió dar inicio a los trabajos de reparación del Palacio de Gobierno, al que en cumplimiento de la ley que lo convirtió en la sede de las oficinas del Estado, se le acondicionó un salón para recepciones que, sin duda por el tipo de decoración, fue denominado desde su origen como el Salón Amarillo.
Las oficinas de la Gobernación del Departamento del Istmo estuvieron funcionando en el antiguo edificio de la Aduana hasta finales del siglo XIX, y ahí ejerció sus funciones como último Gobernador del Istmo don José Domingo de Obaldía.
Nos refiere Ismael Ortega Brandao en su obra La Jornada del día 3 de Noviembre de 1903, que en la mañana de ese día llegaron procedentes de la Ciudad de Colón los generales Juan B. Tovar y Ramón G. Amaya, quienes fueron recibidos en el Palacio de la Gobernación por don José Domingo de Obaldía, y quienes después de un brindis de bienvenida se trasladaron a la residencia de la familia Jované, en la Plazuela de Alfaro.
IV
El Palacio Presidencial durante el período republicano.
Dos hechos trascendentes acaecieron en el Palacio Presidencial durante los primeros años de nuestra historia republicana. Nos referimos a dos jefes de Estado que fallecieron en ese edificio mientras ejercían la Presidencia de la República.
El primero de ellos don José Domingo de Obaldía, quien había fungido como el último Gobernador del Departamento del Istmo en 1903 y quien, inicialmente como Primer Designado y luego como Presidente Titular de la República, asumió el cargo el 1o de octubre de 1908, sucediendo en el mismo al doctor Manuel Amador Guerrero.
Don José Domingo de Obaldía falleció de repente en el Palacio Presidencial el 1o de marzo de 1910, según la noticia del Star and Herald, El Presidente de la República falleció repentinamente tras un ataque al corazón a las 2 y 45 de la tarde, tenía sesenta y seis años de edad en el momento de su fallecimiento.(25)
La presencia del doctor Alfonso Preciado en el Palacio Presidencial, su médico personal, quien lo había venido atendiendo desde hacía varios días, sólo sirvió para confirmar su deceso.
Una vez fallecido el Presidente de la República, el Presidente de la Corte Suprema dio posesión, en el Salón Amarillo, al Segundo Designado, don Carlos Antonio Mendoza, quien asumió el alto cargo a las tres de la tarde, presentando de inmediato el juramento de rigor.
El Presidente de Obaldía, cubierto por la bandera nacional, fue velado en el propio Salón Amarillo, en donde permaneció hasta las ocho de la mañana del día siguiente, cuando fue trasladado a la Catedral Metropolitana donde se realizaron las honras fúnebres.
Otro tanto aconteció con el doctor Ramón Maximiliano Valdés, elegido como Presidente de la República para el cuatrenio correspondiente a 1916 1920, y quien también de manera repentina falleció en el Palacio Presidencial el día 3 de junio de 1918. El doctor Ramón M. Valdés murió a las 9 y 20 de la mañana del día 3 de junio de 1918.
El doctor Valdés había tenido un desayuno de trabajo en el que se encontraban los doctores Ciro Luis Urriola, Alfonso Preciado, Augusto Samuel Boyd además de otros miembros del cuerpo legislativo. Ante la grave situación en que se hallaba el Jefe del Estado, fue llamado al Palacio el doctor Nicolás Solano, quien confirmó su muerte.
Ante rumores de que el doctor Ramón M. Valdés había sido víctima de un envenenamiento, se hicieron presentes en el Palacio Presidencial los doctores McKenzie? y Gordon, del Hospital Ancón, quienes le practicaron una autopsia y confirmaron que el fallecimiento del Primer Magistrado había sido causado por un ataque al corazón.(26)
Culminada la autopsia, la Corte Suprema de Justicia, en el propio Salón Amarillo de la Presidencia, dio posesión al Primer Designado, doctor Ciro Luis Urriola, quien asumió de inmediato.
Como en el caso de don José Domingo de Obaldía, el Presidente Valdés, cubierto por la bandera nacional, fue velado en el Salón Amarillo y luego llevado en hombros a la Catedral Metropolitana, donde se realizaron las honras fúnebres.
Otros Jefes del Estado han fallecido en el ejercicio de sus cargos durante el período republicano, pero todos fuera del Palacio. Entre ellos podemos mencionar al doctor Juan Demóstenes Arosemena, quien falleció en Penonomé el 16 diciembre de 1939; Domingo Díaz Arosemena, quien dejó de existir en la Clínica San Fernando el 23 de agosto de 1949; y el Coronel José Antonio Remón Cantera, víctima de un ataque de armas, cuando se encontraba en el Hipódromo Nacional de Juan Franco, el día 2 de enero de 1955.
V
El Palacio de las Garzas y sus riquezas artísticas un testimonio de Juan Manuel Cedeño.
Al hablar de los murales del Salón Amarillo, dice Juan Manuel Cedeño que al entusiasmar a Roberto Lewis para que plasmase allí una alegoría de los hechos más significativos de nuestra historia, tuvo la idea de convocar a Palacio a una serie de personas por las que sentía gran respeto, dada su calidad cultural.
“En una serie de reuniones, que se llevaron a cabo en el Palacio, con el propósito de crear un Plan de Trabajo, además del propio artista Roberto Lewis, participaron Narciso Garay, que tenía una amistad de la infancia con Roberto Lewis y Guillermo Andreve, Octavio Méndez Pereira, y José Agustín Arango Chiari, quienes fueron elaborando un plan de trabajo de manera conjunta. Después de varios proyectos, surgió el programa final, aceptado por consenso y en donde se logró una creación destinada a exaltar los símbolos culturales e históricos de la nación panameña, desde el período colonial hispánico hasta la consagración de la nacionalidad con la fundación de la república”.(27)
Si apelamos a la propia interpretación de Juan Manuel Cedeño sobre dicha creación artística, la de la primera etapa, que corresponde a lo que se denomina el Salón Amarillo, podemos señalar…
“En primera instancia tenemos dos medallones en la parte central del cielo raso, uno que simboliza la creación de la República, en donde se exhibe la bandera nacional, como símbolo clásico de la nacionalidad, y el otro que representa la concepción del himno nacional con todos los detalles que fue exaltando el poeta GerNimo? Ossa. En una cinta se lee claramente uno de los versos del himno, pero ahí está representado el campo feliz de la unión con un haz de varas (del latin fascis, o varas unidas, que llevaban los lictores, o Ministros de Justicia de Roma)”.
“Dentro de la composición artística se destaca Vasco Núñez de Balboa, quien al descubrir el Mar del Sur, señala el sendero geo histórico del Istmo de Panamá como puente de comunicación interoceánica. A su lado, una dama, que representa a la patria con un libro abierto, que relata la historia a un niño, que representa a las nuevas generaciones”.
“Rodrigo de Bastidas, primer navegante del Viejo Mundo que recorre los litorales de nuestra tierra. Otro mural representa la conquista como una errupción violenta que somete a los grupos nativos. Otro mural representa la fusión de las razas, en donde se exhibe un soldado español al capturar una dama indígena. Algunos han querido ver aquí a Vasco Núñez de Balboa y su amor por una nativa, hija del cacique Careta”.
“En una esquina tenemos la representación de las Guerras Civiles. Este mural fue sugerido por don Guillermo Andreve, como una alegoría a la Guerra Civil de los Mil Días, pero causó muchas controversias, porque el propio Belisario Porras aducía que la revolución liberal había tenido su mayor expresión dramática en la derrota de la batalla del Puente de Caldionia. En ese mural están representados los diferentes grupos mestizos que participan en la contienda. En el mural siguiente tenemos la fundación de la república, como consecuencia de la vocación istmeñista que representaron nuestras luchas civiles en el siglo XIX”.
“Ahí mismo un conjunto de polleras, como la representación de nuestras manifestaciones folclóricas, símbolo de nuestra identidad cultural. Y al final un mural, en una esquina que representa el trabajo, primero con un hombre que golpea un yunque, y una dama, de espaldas, que sin duda está cosiendo”.
Si observamos los murales del Salón Amarillo, obra que Cedeño concebía como un poema inconcluso, su creación se detiene en la fundación de la República. Y Juan Manuel Cedeño repetía A dónde están los héroes de la Guerra Civil de los Mil Dias, las jornadas nacionalistas del pueblo panameño para consolidar su nacionalidad ya en nuestro siglo
En cuanto al Salón de los Tamarindos, concebido posteriormente por encomienda del doctor Juan Demóstenes Arosemena, de igual manera nos afirma don Juan Manuel Cedeño…
“El Salón de los Tamarindos, constituye una alegoría campestre, es en realidad un poema bucólico, que pareciera inspirado en Las Geórgicas de Virgilio, en una exaltación de la naturaleza y la cosecha del fruto. En este caso nos referimos a los tamarindos, en la Isla de Taboga. Ahí se exhiben de igual manera, cazadores y pescadores, en una identificación de los pasajes insulares de Taboga. En una de las creaciones más bellas de ese conjunto artístico don Roberto Lewis nos presenta una pareja de jóvenes con unas frutas, a mi se me ha ocurrido pensar que son una representación de Adán y Eva en el Edén. La dama, que es bellísima está desnuda. Al fondo viene un leñador hacia ellos. Existe sin embargo un poema de Virgilio, que el titula Canto Secular, y en donde aparecen Febo y Diana desnudos, que celebran las fiestas de la primicia de los frutos del campo. La Isla de Taboga era un sitio de preferencia para el Presidente Juan Demóstenes Arosemena, y en donde solía pasar días de esparcimiento familiar”.
“Ahí, como figura central, está el conjunto de los miembros de la familia del doctor Juan Demóstenes Arosemena, su esposa e hijos”.
Nos informa Juan Manuel Cedeño que él tuvo la oportunidad de establecer una relación de afecto con don Leonardo Villanueva Myers, quien además de arquitecto era un hombre de una cultura humanística. Villanueva se sentía orgullo so de su realización en el Palacio de las Garzas, y el tema fue objeto de repetidos diálogos entre ambos.
Según nos relata Álvaro Villanueva, hijo de don Leonardo, el arquitecto Villa nueva fue presentado al Presidente Porras por iniciativa de Enrique A. Jiménez, quien conocía muy bien a Villanueva, por ser este el arquitecto que le había construido su residencia en la Plaza de Francia.(28)
Según nos dice Juan Manuel Cedeño, originalmente el Presidente Porras quería remodelar el viejo edificio, preocupado de no afectar las estructuras de un antiguo edificio colonial, pero Villanueva lo convenció de que casi nada podía utilizarse del viejo caserón de calicanto. Sus pisos eran de madera y sus paredes estaban resquebrajadas. Aun cuando en la parte alta ya existía el Salón Amarillo, donde se exhibían los medallones de los Jefes del Estado, pintados por Epifanio Garay, su estado era lamentable.
Ante las restricciones presupuestarias, Belisario Porras consiguió el apoyo del Gerente del Banco Nacional de Panamá, don José Agustín Arango Chiari, quien le prestó un generoso apoyo financiero a cambio de que el Banco Nacional pudiese ampliar sus instalaciones en la planta baja del Palacio Presidencial. Se estima que el costo total de la obra ascendió a B/126.783 (balboas).
Aun cuando Belisario Porras ofreció a Leonardo Villanueva plena libertad de acción en lo referente a la obra, ellos conversaban cada día sobre el proyecto.
Villanueva terminó por alojarse en una habitación cerca del Palacio, y empezó a trabajar muchas veces hasta muy avanzadas las horas del día. A falta de obreros especializados, tuvo que traer muchos artesanos del Perú, experimentados en tareas específicas.
Los planos de la remodelación del Palacio fueron supervisados personalmente por el Presidente Porras, preocupado de cada detalle artístico, y quien por un prolongado lapso tuvo que trasladar las oficinas de la casa presidencial a una propiedad de Agustín Arias, en la Avenida A, frente a la Plaza de Herrera, donde funcionó por muchos años el Conservatorio Nacional de Música.
Tanto Juan Manuel Cedeño como Álvaro Villanueva nos aseguran que la presencia de las aves en el patio andaluz fue una iniciativa del poeta Ricardo Miró, un hombre muy allegado al Presidente Porras, con quien conservaba profundos lazos de afecto.
Fue el poeta Miró quien hizo traer dos pares de garzas de la región del Darién, las cuales recibió el Presidente Porras con gran curiosidad, aceptando las sugerencias de Ricardo Miró de colocarlas en el patio andaluz, que sirve de vestíbulo del Palacio. Estas bellísimas aves de nuestra fauna le otorgaron definitivamente un nuevo nombre a la Casa Presidencial, El Palacio de las Garzas.
Tal como nos dice Álvaro Villanueva, Cuando mi padre conoció al doctor Belisario Porras quedó encantado con su personalidad brillante y desde entonces cultivaron una muy buena amistad, pero fue él quien tuvo que convencer al Presidente de la inutilidad de tratar de reconstruir un edificio que se encontraba en tan mal estado. Porras quería preservar el edificio conservando hasta donde fuese posible su fachada, tal como la había concebido Luis Lozada de Quiñones.(29)
Le preocupaba a Leonardo Villanueva utilizar muchos materiales vinculados espiritualmente a la tierra istmeña, y de ahí el revestimiento de concha nácar con que se erigieron las columnas del Patio Andaluz, pero la mayoría de los materiales debieron ser importados especialmente de España, para utilizar sólo material de primera calidad.
En esa fecha se hicieron traer de Génova (Italia) cinco estatuas de bronce que simbolizan El Deber, La Justicia, La Ley, El Trabajo y La Constancia, las cuales, según nos advierte don Álvaro Villanueva, son obra del escultor italiano Gaetano Olivari.
En la Memoria de Obras Públicas, presentada a la Asamblea Nacional en el año de 1922, existe un detalle de las obras que se encomendaron entonces al arquitecto Leonardo Villanueva Myers
“La reconstrucción del Palacio Presidencial obedeció a la circunstancia, grave por cierto, del mal estado en que se hallaba el edificio, y a la necesidad inaplazable de ensanchar la planta baja para las oficinas del Banco Nacional cuyo local era inapropiado para el funcionamiento regular y satisfactorio de esa institución.”
“Con el propósito de utilizar parte del edificio anexo, que se había comprado para aumentar el comedor y balcones de la Presidencia. Se celebró pues al efecto, con el Banco Nacional de Panamá, previa autorización del Consejo de Gabinete, el contrato No. 14 del 30 de Junio de 1921, por medio del cual el Banco Nacional de Panamá se obliga a pagar los gastos siguientes.
- Demolición del edificio y el de construcción de las obras de defensa transitorias que se necesitan durante el período de los trabajos, para cubrir y resguardar el patio del Palacio y las paredes colindantes, fueran o no medianeras.
- Reconstrucción del edificio del Banco Nacional, de su planta baja, y el de las transformaciones necesarias en la planta baja, ocupadas por el Banco, con el fin de obtener una obra arquitectNica uniforme y de que las oficinas del Banco llenaran todas las comodidades y amplitud requerida.
“El gobierno, por su parte, se obliga a pagar las obras de reconstrucción de los pisos altos que se levantarán sobre el edificio del Banco, para que formen un todo arquitectónico continuo y armNico con el Palacio Presidencial, de acuerdo con los planos y especificaciones que se aprobara por las partes”.(30)
Belisario Porras contrató los servicios de don Roberto Lewis para decorar el Salón Amarillo, señalándole su interés en que desarrollara una obra que fuese una exaltación de los acontecimientos más trascendentes de la historia nacional.
En cuanto a la edificación en sí como obra arquitectNica, la creación extraordinaria de Leonardo Villanueva le dio una personalidad definida al Palacio Presidencial, por su fuerte influencia islámica, que ha conservado hasta hoy.
El Banco Nacional de Panamá asumió parcialmente los gastos correspondientes a sus instalaciones sin embargo, fue necesario ampliar esta edificación mediante la compra de una casa contigua, para darle mayor amplitud y comodidad al Palacio.(31)
Antes de iniciar estas obras, el gobierno nacional realizó una transacción de crédito por la suma de B/20.000 por medio de la cual se pagó a la familia Aguilar dicho bien inmueble, cuyo propietario anterior había sido doña María Ossa de Amador. Hemos escuchado que en ese mismo sitio falleció don Manuel Amador Guerrero en el año de 1909.(32)
El Palacio de las Garzas fue inaugurado de manera solemne el día 3 de agosto de 1923.(33)
Estas instalaciones fueron adquiridas en plena propiedad por el Palacio Presidencial en el año de 1938, cuando el Banco Nacional de Panamá construyó su propia casa principal en la Avenida Central, lo cual se hizo mediante una permuta con el Estado, que se llevó a cabo desde el año de 1936.(34)
Durante la década de los años treinta hubo gran preocupación por mejorar las instalaciones interiores del Palacio Presidencial, especialmente su mobiliario. En el año de 1937, el Presidente Juan Demóstenes Arosemena contrató nuevamente los servicios de don Roberto Lewis para que decorara el comedor principal del Palacio de las Garzas, denominado desde entonces Salón de los Tamarindos, en vista de que el artista decoró este espacio con una visión folclórica de la vida insular de Taboga.(35)
Notas
- Diego de la Haya. Informe sobre los Gastos Reales en Panamá y Veragua. Biblioteca de la Academia de Madrid, Colección de Mateo Murillo, Misceláneas Históricas, Tomo V, No. 2 E 73095846. Manuscrito inédito, año de 1717.
- Mario Cicala, S.J. Descripción Histórica de la Provincia de Quito de la Compañía de Jesús, Quito, Ecuador, 1994. Alfredo Castillero Calvo. La vivienda colonial en Panamá, Biblioteca Cultural Shell, Panamá.1994. Ver pág. 69, en donde cita la Carta del Obispo de Panamá.
- Mariano Arosemena. Apuntamientos Históricos, Panamá, Ministerio de Educación, Imprenta Nacional, Panamá, 1949. En la Gaceta del Estado de Panamá, No. 23 del 15 de diciembre de 1855, se reproduce una Cédula Real, que compromete al Tesoro de Lima a contribuir con un apoyo financiero a la reconstrucción de la Ciudad de Panamá por los incendios acaecidos en el siglo XVIII. En primera instancia se reproduce un documento de D. Ramón de Carvajal, Gobernador de Panamá, del 21 de septiembre de 1781, en donde se dan detalles de todos los siniestros que han afectado a la Ciudad Nueva desde los inicios del siglo XVIII. Juan Franco. Breves Noticias o Apuntes de los usos y costumbres de los habitantes del Istmo de Panamá y sus producciones (1792). Con estudio introductorio del doctor Omar Jaén Suárez. Instituto Nacional de Cultura, Panamá, 1978. Al hablar de su visión de la ciudad a fines del siglo XVIII, señala que existe una gran decadencia en su actividad mercantil y portuaria y que las casas de madera iban desapareciendo en intramuros, debido a los constantes incendios que afectaron a la ciudad desde su nueva edificación.
- Ángel Rubio. La Ciudad de Panamá. Obra incluida en el Tomo I de Antología de la Ciudad de Panamá, de Reina Torres de Araúz, Jorge Conte-Porras y Marcia Arosemena. Juan Antonio Susto Lara. La Ciudad de Panamá en el año de 1790, en Revista Lotería, No. 68, de enero de 1947. Reproduce un documento en el cual se hace una descripción del estado de abandono en que se encuentra la ciudad, principalmente a causa de los incendios que con insistencia tanto la han afectado, y en donde se señala… “De la ciudad se descendía a la playa por la Puerta de Mar, El Taller, que es el edificio de la Contaduría. La defensa de la ciudad consistía además en sus muros y baluartes”. También da detalles sobre los diferentes planos de la ciudad en el siglo XVIII.
- Archivo Nacional de Colombia, Fondo Colonia, Real Hacienda, Tomo XL, Informe sobre el estado del edificio de la Aduana y la Contaduría, y el puerto, 16 de junio de 1779.
- Real Hacienda, Tomo XVI, Fls. 371-376, Panamá, gastos hechos en las reparaciones del edificio de la Real Contaduría de la Ciudad de Panamá (1782).
- Archivo Nacional de Colombia, Fondo Colonia, Real Hacienda, Tomo XL, años de 1781-1782. Autos sobre los gastos imputados de la Real Hacienda en la reconstrucción de la Casa Habitación del señor Gobernador Don Ramón de Carvajal, y otras obras. Real Hacienda, Tomo XVI, Fls. 371-376, Panamá, Gastos hechos en las reparaciones del edificio de la Real Contaduría en la Ciudad de Panamá (1782).
- Archivo Nacional de Colombia, Bogotá, Fondo Colonia, Real Hacienda, Tomo L, Fls. 643-649, documentos sobre las reparaciones de la Real Casa de la Contaduría que motivaron una multa al señor Gobernador (1785).
- Archivo Nacional de Colombia, Santa Fe de Bogotá, Real Hacienda (Aduana de Panamá), 1797-1799. Comunicaciones sobre la incapacidad del edificio de la Aduana para depósito de mercancías, No. de Orden 12 (Microfilme). Ver páginas 262-294.
- Crónica Oficial No. 62, del 29 de enero de 1852, en donde se registra un Acuerdo del Cabildo de Panamá que establece algunas disposiciones sobre el uso de la Casa de El Taller y el Puerto. Crónica Oficial No. 97, del 31 de octubre de 1852 (Ordenanza sobre el Poder Judicial), en donde se describe la ubicación de las principales oficinas públicas que están instaladas en la Casa del Cabildo, en donde existe un cuartel de la Policía y las celdas de la Policía Provincial. Las oficinas de la Casa de la Gobernación están ubicadas en la calle de la muralla.
- Crónica Oficial No. 109, del 13 de febrero de 1853, en la que se publica La Contrata por medio de la cual el Gobernador saliente, Bernardo Arze Mata, autoriza a Salvador Camacho Roldán, nuevo Gobernador del Istmo, para “arrendar dos piezas en la Casa de Gobierno que está en la Calle de la Muralla, por las que debe pagar treinta pesos mensuales”.
- Gaceta del Estado de Panamá. Ley del 28 de septiembre de 1855, que establece las instalaciones de las oficinas del Estado Federal de Panamá y en donde se señala que la Gobernación de Panamá está instalada en los altos de la Casa de la Aduana.
- Gaceta del Estado de Panamá, No. 10, del 20 de septiembre de 1855. “Se arrienda la Casa de Gobierno conocida como La Aduana, con excepción de las piezas ocupadas por las oficinas del correo. El arrendamiento se hará por el término de un año”. Gaceta del Estado de Panamá, No. 19, del 18 de noviembre de 1855, en donde se repite el anuncio anterior. Gaceta del Estado de Panamá, No. 20, del 24 de noviembre de 1855. “Se arrienda la Casa de Gobierno conocida como La Aduana, con excepción de las piezas ocupadas por las oficinas del correo. El arrendamiento se hará por el término de un año”. Gaceta del Estado de Panamá, No. 64, del 20 de noviembre de 1856, en la que se repite el anuncio anterior. Gaceta del Estado de Panamá, No. 67, del 11 de diciembre de 1856, en la que se repite el anuncio anterior. Gaceta del Estado de Panamá, No. 81, del 28 de marzo de 1857. “Se alquila la casita de El Taller, situada en frente de la Casa de la Gobernación, denominada La Libertad, en donde funcionan los almacenes de la Casa de Gobierno”. José María Jované, Secretario de Hacienda del Estado Federal de Panamá, suscribe el anuncio del alquiler de la Casa de El Taller. De manera contigua existió, por mucho tiempo, un solar de propiedad del Estado, que de igual manera estuvo en venta y del que encontramos referencias en el Boletín Oficial No. 38 del 28 de mayo de 1863, en donde se ofrece en venta por $900.oo. Gaceta del Estado de Panamá, No.119, del 27 de febrero de 1858. José María Jované anuncia que se arrienda por el término de un año un grande y cómodo almacén en los bajos de la Casa de la Gobernación, ubicada en la denominada Casa El Taller.
- Boletín Oficial No. 182 del 21 de noviembre de 1867 (Estado de Panamá). El Procurador General del Estado de Panamá eleva ante la Corte Superior del Estado, y ante el Presidente, General Vicente Olarte Galindo, una objeción por el remate de la Casa de El Taller, intentando anular este acto en defensa de los intereses de la nación. El Presidente se comprometió entonces a presentar ante la Asamblea Legislativa la protesta del Procurador, doctor Juan N. Venero.
- La Estrella de Panamá, 14 de marzo de 1868, reporta la defunción del Presidente Olarte Galindo. Boletín Oficial No. 195, Año VI. Ofrece detalles sobre la defunción del General Vicente Olarte Galindo y de la toma de posesión del Segundo Designado, Juan José Díaz, pues el doctor Manuel Amador Guerrero, Primer Designado, se encuentra fuera del país.
- Gaceta del Estado de Panamá, 10 de febrero de 1872. Invitación a contrata para la construcción de una plazuela sobre la muralla con verja de hierro frente a la Casa Presidencial. El aviso es publicado por Domingo Cajar el 7 de febrero de 1872. Gaceta de Panamá, 13 de septiembre de 1872, en donde se señala que el Presidente Correoso ha solicitado a la Asamblea Legislativa la autorización para suscribir un contrato con Epifanio Julián Garay Caicedo, para la confección de los retratos al óleo de los Gobernadores del Istmo desde el año de 1855, los cuales serán colocados en una Galería Histórica en la Casa Presidencial. Este contrato fue renovado por Correoso en 1878, tal como señala su sucesor, José Ricardo Casorla, en el año de 1879.
- Leyes del Estado Soberano de Panamá (1869-1873). Ver la Ley 14 del 20 de noviembre de 1873. Compilaciones de la Biblioteca Arce, Universidad Nacional de Panamá.
- Leyes del Estado Soberano de Panamá (1879-1882). Biblioteca Simón Bolívar, Universidad Nacional de Panamá.
- Mensajes del Presidente del Estado Soberano de Panamá ( 1881-1882), Folletos de las Misceláneas de la Biblioteca Arce de la Universidad Nacional. Carecen de referencia de imprenta.
- La Estrella de Panamá, 13 de enero de 1885.
- La Estrella de Panamá, las ediciones del 4 de marzo de 1910 y del 4 de junio de 1918 ofrecen detalles sobre los fallecimientos de los dos mandatarios, ocurridos en el Palacio Presidencial, en ejercicio del poder.
- Ibidem.
- Entrevista con Juan Manuel Cedeño.
- Entrevista con Álvaro Villanueva V. y su esposa, en la que ofrecen detalles sobre la obra del padre en el Palacio Presidencial. Sebastián Sucre. “Leonardo Villanueva Meyer”, publicado en La Estrella de Panamá el día 12 de marzo de 1978.
- Ibidem.
- Memorias de la Secretaría de Fomento y Obras Públicas presentada a la Asamblea Nacional en sus sesiones del año de 1922, Panamá, Imprenta Nacional, 1922.
- Ibidem.
- Memorias del Banco Nacional de Panamá. (Dos Tomos). Compilación de Jorge Conte-Porras 1906-1954, Panamá, Imprenta del Banco Nacional de 1981. Ver Informe que el gerente del Banco Nacional de Panamá, José Agustín Arango Chiari, presenta a la Asamblea Nacional en sus sesiones ordinarias del año de 1922. En los anexos aparece el Contrato suscrito entre José Agustín Arango Chiari y el arquitecto Leonardo Villanueva.
- Según La Estrella de Panamá, las instalaciones de la sede del Banco Nacional de Panamá se culminaron en agosto y fueron inauguradas de manera solemne el día 3 de agosto por el gerente José Agustín Arango y el Presidente Belisario Porras.
- Banco Nacional de Panamá, Actas de la Junta Directiva del 19 de noviembre de 1936.
- Memoria de Obras Públicas, presentada a la Asamblea Nacional en sus sesiones del año de 1930, Panamá, Imprenta Nacional, 1930…”Se han hecho varias reparaciones en los salones de la residencia del Jefe del Estado, y en el mobiliario del salón de los Tamarindos se han realizado reparaciones”. Memoria de Fomento y Obras Públicas, ver Contrato No. 9 del 22 de febrero de 1937, en donde Roberto Lewis se compromete a estampar pinturas decorativas en el comedor del Palacio Presidencial, y en donde el gobierno se compromete a pagarle la suma de B/5.000 al artista, Panamá, Imprenta Nacional, 1938. Baltazar Isaza Calderón. Los Tamarindos de Taboga, en Revista Lotería, septiembre de 1959, No. 46, Panamá. El autor hace una interpretación de la obra del pintor Roberto Lewis en el Palacio de las Garzas.