Residencia Boyarsky Lawrence, Nueva York

Mediante un corredor encerrado, Montoya unió la adición diseñada por él con la casa principal. La casa, diseñada por Marcel Breuer y Herbert Beckhard, fue construida en 1967. La escultura de la manzana, en primer plano, es de Breuer.  

Vista de la sala desde el dormitorio principal en el piso superior. Montoya usó la pieza original en teca, que se aprecia a la derecha de la chimenea, como el elemento guía para su diseño. La gran urna africana sobre pedestal es de Bambara.  

La pieza en acero que cuelga de la pared es de Peter Lobello. El diseño de la mesa de centro que aparece en el primer plano es de Montoya.  

Vistas del corredor que conecta las dos edificaciones y de la entrada principal. El cuadro en la pared del corredor es de Álvaro Herrán.  

Las máscaras que adornan una de las paredes del vestíbulo son del Alto Volta. 

El dormitorio principal, en su nueva ubicación, mira ahora hacia la zona de la sala. 

Montoya conservó la mesa de comedor en granito de Breuer, pero reemplazó por cuero el mimbre de las sillas originales. 

Un cuarto para el computador es parte de la nueva adición de la casa. La mesa de centro, diseñada por Montoya, es idéntica a la de la sala. Los candeleros en bronce, a la izquierda de la chimenea, son piezas japonesas del siglo XVIII. 

Texto de: Margaret Cottom Winslow

Los residentes de esta casa, diseñada por el maestro de la Bauhaus Marcel Breuer, amaban su singular hogar, con su techo en concreto arqueado que constituye un hito de la arquitectura moderna. Sin embargo, al cabo de vivir en ella durante tres años, sintieron la necesidad de solucionar ciertos inconvenientes tales como el escaso espacio para depósito, la insuficiente área social y de servicio doméstico y el limitado espacio para sus dos hijos adolescentes. Temerosos de alterar la estructura solicitaron la ayuda de Montoya, con quien esperaban satisfacer sus necesidades sin modificar la integridad de la casa original. El conocimiento y respeto del diseñador hacia el trabajo de Breuer se reflejan en una construcción adicional en la cual es imposible discernir en dónde termina la obra de Breuer y en dónde empieza la de Montoya.

Desde el principio Montoya supo que debía prestar toda su atención tanto a la escala como a la selección de materiales para mantener la integridad de la adición. Muchos de los accesorios originales de la casa habían sido eliminados por anteriores propietarios, pero una cómoda en madera de teca cerca de la chimenea permanecía intacta. Montoya decidió investigar para saber lo más posible sobre la casa original. Casualmente descubrió fotografías de la casa en una retrospectiva de Breuer en el Museo de Arte Moderno, que mostraba un escritorio, también en madera de teca, que hacía contrapeso a la cómoda. Esto ayudó a definir el programa de diseño, pues se determinó el uso de esta madera como elemento principal para revivir el legado de Breuer y conectar el medio piso superior con el nivel del suelo.

Para satisfacer el estilo de vida del cliente se hicieron importantes redistribuciones del espacio, tales como trasladar el dormitorio principal al segundo piso, agregar un baño y espacios para vestir y de depósito. El área de las habitaciones del nivel inferior también fue modificada considerablemente. Una pared de concreto perpendicular al costado estrecho de la casa se convirtió en un lado del corredor que conduce a la nueva construcción, la cual alberga la habitación de servicio y un cuarto de televisión y computadores. Montoya optó por un terminado de concreto expuesto, preferido por Breuer, que armoniza con el diseño original.

Los clientes quedaron muy complacidos con la habilidad del diseñador para transformar una casa, que era ultramoderna a fines de los años sesenta, en una casa moderna para los ochenta y más allá. Él aportó un concepto completo de diseño –no sólo atractivos muebles y decoraciones– usando su increíble sensibilidad para satisfacer los deseos de los clientes, a tiempo que preservaba una histórica entidad arquitectónica.