- Botero esculturas (1998)
- Salmona (1998)
- El sabor de Colombia (1994)
- Wayuú. Cultura del desierto colombiano (1998)
- Semana Santa en Popayán (1999)
- Cartagena de siempre (1992)
- Palacio de las Garzas (1999)
- Juan Montoya (1998)
- Aves de Colombia. Grabados iluminados del Siglo XVIII (1993)
- Alta Colombia. El esplendor de la montaña (1996)
- Artefactos. Objetos artesanales de Colombia (1992)
- Carros. El automovil en Colombia (1995)
- Espacios Comerciales. Colombia (1994)
- Cerros de Bogotá (2000)
- El Terremoto de San Salvador. Narración de un superviviente (2001)
- Manolo Valdés. La intemporalidad del arte (1999)
- Casa de Hacienda. Arquitectura en el campo colombiano (1997)
- Fiestas. Celebraciones y Ritos de Colombia (1995)
- Costa Rica. Pura Vida (2001)
- Luis Restrepo. Arquitectura (2001)
- Ana Mercedes Hoyos. Palenque (2001)
- La Moneda en Colombia (2001)
- Jardines de Colombia (1996)
- Una jornada en Macondo (1995)
- Retratos (1993)
- Atavíos. Raíces de la moda colombiana (1996)
- La ruta de Humboldt. Colombia - Venezuela (1994)
- Trópico. Visiones de la naturaleza colombiana (1997)
- Herederos de los Incas (1996)
- Casa Moderna. Medio siglo de arquitectura doméstica colombiana (1996)
- Bogotá desde el aire (1994)
- La vida en Colombia (1994)
- Casa Republicana. La bella época en Colombia (1995)
- Selva húmeda de Colombia (1990)
- Richter (1997)
- Por nuestros niños. Programas para su Proteccion y Desarrollo en Colombia (1990)
- Mariposas de Colombia (1991)
- Colombia tierra de flores (1990)
- Los países andinos desde el satélite (1995)
- Deliciosas frutas tropicales (1990)
- Arrecifes del Caribe (1988)
- Casa campesina. Arquitectura vernácula de Colombia (1993)
- Páramos (1988)
- Manglares (1989)
- Señor Ladrillo (1988)
- La última muerte de Wozzeck (2000)
- Historia del Café de Guatemala (2001)
- Casa Guatemalteca (1999)
- Silvia Tcherassi (2002)
- Ana Mercedes Hoyos. Retrospectiva (2002)
- Francisco Mejía Guinand (2002)
- Aves del Llano (1992)
- El año que viene vuelvo (1989)
- Museos de Bogotá (1989)
- El arte de la cocina japonesa (1996)
- Botero Dibujos (1999)
- Colombia Campesina (1989)
- Conflicto amazónico. 1932-1934 (1994)
- Débora Arango. Museo de Arte Moderno de Medellín (1986)
- La Sabana de Bogotá (1988)
- Casas de Embajada en Washington D.C. (2004)
- XVI Bienal colombiana de Arquitectura 1998 (1998)
- Visiones del Siglo XX colombiano. A través de sus protagonistas ya muertos (2003)
- Río Bogotá (1985)
- Jacanamijoy (2003)
- Álvaro Barrera. Arquitectura y Restauración (2003)
- Campos de Golf en Colombia (2003)
- Cartagena de Indias. Visión panorámica desde el aire (2003)
- Guadua. Arquitectura y Diseño (2003)
- Enrique Grau. Homenaje (2003)
- Mauricio Gómez. Con la mano izquierda (2003)
- Ignacio Gómez Jaramillo (2003)
- Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 350 años (2003)
- Manos en el arte colombiano (2003)
- Historia de la Fotografía en Colombia. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1983)
- Arenas Betancourt. Un realista más allá del tiempo (1986)
- Los Figueroa. Aproximación a su época y a su pintura (1986)
- Andrés de Santa María (1985)
- Ricardo Gómez Campuzano (1987)
- El encanto de Bogotá (1987)
- Manizales de ayer. Album de fotografías (1987)
- Ramírez Villamizar. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1984)
- La transformación de Bogotá (1982)
- Las fronteras azules de Colombia (1985)
- Botero en el Museo Nacional de Colombia. Nueva donación 2004 (2004)
- Gonzalo Ariza. Pinturas (1978)
- Grau. El pequeño viaje del Barón Von Humboldt (1977)
- Bogotá Viva (2004)
- Albergues del Libertador en Colombia. Banco de la República (1980)
- El Rey triste (1980)
- Gregorio Vásquez (1985)
- Ciclovías. Bogotá para el ciudadano (1983)
- Negret escultor. Homenaje (2004)
- Mefisto. Alberto Iriarte (2004)
- Suramericana. 60 Años de compromiso con la cultura (2004)
- Rostros de Colombia (1985)
- Flora de Los Andes. Cien especies del Altiplano Cundi-Boyacense (1984)
- Casa de Nariño (1985)
- Periodismo gráfico. Círculo de Periodistas de Bogotá (1984)
- Cien años de arte colombiano. 1886 - 1986 (1985)
- Pedro Nel Gómez (1981)
- Colombia amazónica (1988)
- Palacio de San Carlos (1986)
- Veinte años del Sena en Colombia. 1957-1977 (1978)
- Bogotá. Estructura y principales servicios públicos (1978)
- Colombia Parques Naturales (2006)
- Érase una vez Colombia (2005)
- Colombia 360°. Ciudades y pueblos (2006)
- Bogotá 360°. La ciudad interior (2006)
- Guatemala inédita (2006)
- Casa de Recreo en Colombia (2005)
- Manzur. Homenaje (2005)
- Gerardo Aragón (2009)
- Santiago Cárdenas (2006)
- Omar Rayo. Homenaje (2006)
- Beatriz González (2005)
- Casa de Campo en Colombia (2007)
- Luis Restrepo. construcciones (2007)
- Juan Cárdenas (2007)
- Luis Caballero. Homenaje (2007)
- Fútbol en Colombia (2007)
- Cafés de Colombia (2008)
- Colombia es Color (2008)
- Armando Villegas. Homenaje (2008)
- Manuel Hernández (2008)
- Alicia Viteri. Memoria digital (2009)
- Clemencia Echeverri. Sin respuesta (2009)
- Museo de Arte Moderno de Cartagena de Indias (2009)
- Agua. Riqueza de Colombia (2009)
- Volando Colombia. Paisajes (2009)
- Colombia en flor (2009)
- Medellín 360º. Cordial, Pujante y Bella (2009)
- Arte Internacional. Colección del Banco de la República (2009)
- Hugo Zapata (2009)
- Apalaanchi. Pescadores Wayuu (2009)
- Bogotá vuelo al pasado (2010)
- Grabados Antiguos de la Pontificia Universidad Javeriana. Colección Eduardo Ospina S. J. (2010)
- Orquídeas. Especies de Colombia (2010)
- Apartamentos. Bogotá (2010)
- Luis Caballero. Erótico (2010)
- Luis Fernando Peláez (2010)
- Aves en Colombia (2011)
- Pedro Ruiz (2011)
- El mundo del arte en San Agustín (2011)
- Cundinamarca. Corazón de Colombia (2011)
- El hundimiento de los Partidos Políticos Tradicionales venezolanos: El caso Copei (2014)
- Artistas por la paz (1986)
- Reglamento de uniformes, insignias, condecoraciones y distintivos para el personal de la Policía Nacional (2009)
- Historia de Bogotá. Tomo I - Conquista y Colonia (2007)
- Historia de Bogotá. Tomo II - Siglo XIX (2007)
- Academia Colombiana de Jurisprudencia. 125 Años (2019)
- Duque, su presidencia (2022)
Débora ArangoMuseo de Arte Moderno de Medellín / Paganismo, denuncia y sátira en la vida de Débora Arango |
Paganismo, denuncia y sátira en la vida de Débora Arango
AMANECER Acuarela 0.97 x 0.66 m.
LA DESPEDIDA Acuarela 0.97 x 0.66 m.
LA LUCHA DEL DESTINO Oleo sobre lienzo 1.45 x 0.97 m.
LA REPUBLICA Acuarela 0.77 x 0.57 m.
JUGANDO CON EL BALON Acuarela 0.29 x 0.23 m.
PIANISTA Acuarela 0.29 x 0.23 m.
ANSELMA Acuarela 0.97 x 0.66 m.
EL VAGON Acuarela 0.46 x 0.33 m.
EN EL GALLINERO Acuarela 0.97 x 0.66 m.
EN PUERTO BERRIO Acuarela 0.46 x 0.33 m.
LA CELESTINA Acuarela 0.97 x 0.65 m.
MIRANDOSE AL ESPEJO Acuarela 0.30 x 0.23 m.
SIN TITULO Acuarela 0.92 x 0.65 m.
TERCIADORES Acuarela 0.92 x 0.65 m.
CONTRASTES Acuarela 1.74 x 0.67 m.
MONTAÑAS Acuarela 0.97 x 1.27 m.
LA MISTICA Acuarela 1.00 x 0.66 m
FRINE 0 TRATA DE BLANCAS Acuarela 1.32 x 1.00 m.
LA BAÑERA Oleo, sobre lienzo 2.39 x 1.20 m.
LA AMIGA Acuarela 0.61 x 0.89 m.
Texto de: Santiago Londoño.
De la formación a la expresión pagana (1933 1940).
Hasta el cuarto decenio del siglo, la pintura colombiana representó desnudos femeninos con poca frecuencia. Cuando lo hizo, fue para ilustrar propósitos moralizantes, como lo muestran dos ejemplares significativos La mujer del levita, pintada por Epifanio Garay (1849 1903), y La última copa, de Francisco Antonio Cano (1865 1935). Hasta entonces los desnudos femeninos carecían de facciones precisas e incluso ocultaban el rostro; los cuerpos se presentaban generalmente en escorzo y la ausencia del vello púbico les confería un pretendido tono de inocencia y pudor cuyo contrapunto era la cuidadosa y sensual modelación ejercida por la luz sobre la piel.
En los frescos de Pedro Nel Gómez apareció por primera vez en Colombia el desnudo femenino en un edificio público. La desnudez como género artístico ya no se reservó exclusivamente a los coleccionistas privados y la intención moralizante de sus predecesores pasó a segundo plano. Es ahora reflejo de la realidad hombres desnudos batallando en la lucha por la tierra y sus riquezas. Según el propio artista, el barequero trabaja desnudo en la selva, hombres y mujeres trabajan desnudos. A lo más se pueden poner taparrabos, pero son hombres y mujeres juntos. A partir de entonces y hasta los años cincuenta por lo menos, el desnudo será un género cultivado con mayor frecuencia, pero arduamente perseguido por sus opositores, que vieron en él signos de corrupción y amenaza contra las costumbres ciudadanas.
Débora Arango (Medellín, 19 10) dio a conocer sus desnudos por primera vez en 1939 en el Club Unión, el más exclusivo de Medellín. Exhibió sus grandes acuarelas, entre otras Cantarina de la rosa y La amiga, pintadas en pliegos de papel unidos. Este procedimiento de unir pliegos de papel habla sido utilizado por su amigo Carlos Correa hacia 1934 para pintar un desnudo titulado La maternidad blanca. A diferencia de los desnudos hasta entonces pintados en Colombia, aquellas acuarelas son muy vivas, las poses están llenas de desparpajo, la modelo en muchos casos mira abiertamente al espectador y conserva su vello púbico.
Débora Arango pintó sus primeros cuadros cuando fue alumna de Eladio Vélez en la escuela de Bellas Artes de Medellín entre 1933 y 1935. Al cabo de estos años comenzó a definir sus propios intereses Con el maestro Eladio Vélez aprendí de preferencia la técnica del retrato. Cultivé ese estilo con entusiasmo. Pero yo sentía algo que no acertaba a explicar. Quería no sólo adquirir la habilidad necesaria para reproducir un modelo o un tema cualquiera, sino que anhelaba también crear, combinar, soñaba con realizar una obra que no estuviera limitada a la inerte exactitud fotográfica de la escuela clásica. No sabía a punto fijo lo que deseaba, pero tenia la intuición de que mi temperamento me impulsaba a buscar movimiento, a romper los rígidos moldes de la quietud ... . Un buen día hallé lo que buscaba. Los frescos de Pedro Nel Gómez me revelaron algo que hasta entonces desconocía, algo que no había tenido ocasión de aprender ... los artistas que comulgamos con la escuela de Pedro Nel Gómez, vamos alejándonos de los viejos moldes y nos inclinamos cada vez más hacia la concepción modernista, revolucionaria, del arte destinado a interpretar el anhelo de las masas. Hacia finales de los años treinta, la pintura antioqueña se encontró agrupada en dos tendencias opuestas, cuyos enfrentamientos irNicos y agresivos pueden seguirse en la prensa de la época. La pintura de Pedro Nel Gómez se calificó de revolucionaria y antiburguesa y sus seguidores fueron llamados Pedronelistas; mientras que los cuadros de Eladio Vélez fueron tachados de reaccionarios, capitalistas y filisteos por sus enemigos. Sus simpatizantes fueron llamados eladistas. Formada entre los valores estéticos de las dos corrientes pictóricas en contradicción, Débora Arango empezó a pintar independientemente en 1938. Desde este año hasta 1940 se puede hablar de un período de expresión pagana. los desnudos de que hablábamos, despertaron en la época una polémica sin precedentes en Medellín, que tomó un cariz político. El periódico liberal El Diario los defendió con vehemencia en sus columnas y atacó la posición del conservador La Defensa, para la cual se trataba de brochazos lúbricos, pinturas al deshabillé, falta de higiene moral, de obras impúdicas que ni siquiera un hombre debiera exhibir. El mismo periódico desafió a la artista a dejarse publicar al pie del mismo cuadro con que ha querido conquistar los lauros que considera muy marchitos.
El Diario arguyó a favor de Débora Arango por pertenecer a una familia de tradición católica y cristiana ... conocida por su piedad sin estrépitos y por la noble pureza de su vida. Así mismo puso de ejemplo los desnudos artísticos clásicos localizados en algunos lugares sagrados para mostrar que eran compatibles e invitó a ver la exposición por ser una excelente oportunidad para aprender a distinguir entre arte y falta de moralidad, entre ética y estética.
Débora Arango recibió el único premio de la exposición. Los eladistas rechazaron el fallo y, en carta de protesta dirigida al jurado, dijeron vuestro concepto artístico es lastimoso, y vuestro fallo de unos razonamientos mezquinos y parciales ... 1. Ahora no sabemos cómo os vais a defender de la lluvia de desnudos y acuarelas que mañana reclamarán premio. Por su parte, Ignacio Gómez Jaramillo (1910 197 1) criticó acerbamente a la mayoría de los expositores por no ser pintores profesionales, como sí lo eran en su opinión Eladio Vélez, Carlos Correa, Pedro Nel Gómez y él mismo. Al año siguiente Débora Arango realizó una exposición en el teatro Colón invitada por el ministro de educación Jorge Eliécer Gaitán. La vanguardia literaria del momento, representada por el poeta piedracielista Eduardo Carranza y por César Uribe Piedrahíta, presentaron la muestra. Uribe Piedrahíta escribió quién iba a suponer que de un rincón de la montaña austera, de un ambiente timorato e hipócrita viniera una niña artista, pintora de grandes desnudos e iluminada con clara luz de la naturaleza inocente ... . Esta exposición de pintura ha de servir para rasgar el velo de falso pudor y de hipócritas prejuicios tras el cual se esconden maliciosamente los moralistas corrompidos. El diario El Siglo, bastión conservador, opinó, por su parte, que las acuarelas eran un atentado contra la cultura y la tradición artística, un desafío al buen gusto y un irrespeto para el aristocrático lugar donde fueron exhibidas.
En su defensa la artista había declarado desde 1939 Yo tengo mi convicción de que el arte, como manifestación de cultura, nada tiene que ver con los códigos de moral. El arte no es amoral ni inmoral. Sencillamente su órbita no intercepta ningún postulado ético. Los desnudos de Débora Arango desataron una controversia que puso de presente varios hechos. En primer lugar, que una nueva mentalidad estaba surgiendo como expresión de nuevas realidades sociales, en contradicción con concepciones tradicionales. Los defensores de éstas libraron una batalla drástica para oponerse a lo que pudiera constituir menoscabo al poder que derivaban de ellas. La pugna encontró una formulación en postulados estéticos enfrentando lo que denominamos, siguiendo al columnista conservador José Mejía y Mejía, la estética de la reproducción con la estética de la interpretación.
Débora Arango asumió tal discusión al adscribirse públicamente a la escuela expresionista. Tal movimiento, que surgió a principios de siglo en Europa, se ocupó más en los sentimientos y talantes que en la forma y el estilo, identificando arte y vida de manera indisoluble. El expresionismo transcurre paralelamente a la época de la contradicción entre fuerzas que poderosamente insisten en la conservación de lo existente y las que aspiran a profundas modificaciones. Para Débora Arango el arte se identifica con la vida, y éste no sólo no puede contradecir las realidades interiores sino que además las expresa Mi especialidad es la figura, naturalmente, y más que la figura la expresión. En el colorido prefiero los colores fuertes. Y en la expresión (pregunta el periodista) La expresión pagana, porque surge espontáneamente de mi temperamento. En alguna ocasión traté de dibujar el rostro casto de una mujer para hacer La mística y contra todas las fuerzas de mi voluntad resultó el rostro de una pecadora ... debe ser que veo en todos los rostros humanos pasión y paganismo.Hago Paisajes, y desnudos porque en el paisaje y el desnudo está la naturaleza palpitante y escueta y créame que encuentro mayor arte en estos cuadros sinceros que en los amanerados y desfigurados por los prejuicios de las gentes.
Laureano Gómez publicó en 1937 un articulo donde se refirió al expresionismo como síntoma de pereza e inhabilidad en el arte. Para Gómez, el arte es la actividad competente sometida a reglas descubiertas por la razón, morigeradas por el gusto e iluminadas por el sentimiento. En el expresionismo se refugiaban quienes no sabían dibujar y habían olvidado el caudaloso y sabio legado de la antig¸edad occidental, dejando de producir como era debido una impresión noble y delicada en el espectador Cómo pretender lograr ese resultado cuando se carece de habilidad para reproducir con exactitud miradas, manos, sonrisas, contracción de los músculos, matices de las actitudes. Estas apreciaciones del caudillo conservador muestran el enfrentamiento que por entonces se produjo entre el ideal del arte como reproducción y el arte como interpretación y expresión de nuevas realidades.
En segundo lugar, las discusiones sobre los desnudos también permitieron que emergiera con claridad la concepción dominante en la sociedad sobre la mujer y lo femenino. Aún para los defensores de la obra de Débora Arango, es por medio del cuerpo humano como el artista crea belleza y comunica emociones; pero el cuerpo humano es el cuerpo de la mujer, fuente inagotable de inspiración a través de las edades. También para sus seguidores la obra de Débora Arango es desconcertante por tratarse de una mujer. Luis Vidales, entonces poeta vanguardista, escribió Débora Arango, de masculina potencialidad en el modelado y audacia en el trazo. El periódico bogotano El Liberal la entrevista para conocer esa mujer varonilizada que algunos diarios de Medellín habían pintado y para su sorpresa encontraron una mujer encantadora, sencilla, íntegramente femenina ... una mujer como casi todas las mujeres colombianas, pero que se diferencia de ellas en que tiene una virtud admirable el valor. La audacia, la fuerza, la representación de ciertas escenas sórdidas que exigían haber sido vividas previamente, la conciencia del cuerpo femenino, requerían para su expresión de una independencia que la sociedad de entonces no estaba en condiciones de dispensar. La obra de Débora Arango entró, pues, en contradicción con los valores y con la mentalidad de la época.
La denuncia social 1942 1944
El ambiente en el que Débora Arango pintó sus obras de denuncia social era uno de promesas incumplidas, esperanzas truncadas y cambios sociales postergados por parte de los políticos liberales, quienes habían sólo capitalizado el descontento popular para derrotar la república conservadora. Antioquia se habla convertido en el departamento colombiano más industrializado, con su masa de proletarios y marginados urbanos y su élite de prósperos empresarios, para quienes la pobreza es el símbolo del fracaso. Los cuadros de este periodo partieron de una temática que la artista había explorado durante la etapa anterior, con trabajos como En Puerto Berrío, El placer, Amanecer, Trata de blancas, En el barrio y otros más. En estas obras apareció quizás por primera vez en el arte colombiano la sordidez de la prostitución, los bares y su clientela dudosa, pintada con colores fuertes y con ciertas deformaciones del rostro y la figura.
Unas acuarelas de motivos religiosos, fechadas en 1942, iniciaron abiertamente esta etapa; La primera comunión, La monja intelectual, La oración de la tarde, son muestras de una mirada irónica y maliciosa sobre personajes femeninos religiosos. Mirada que retrata claramente en una acuarela de 1943 titulada La colegiala. La colegiala no es aquí la niña ingenua e inconsciente de sí misma es naturaleza escueta y palpitante, como escribió un comentarista de la época En los ojos de esa niña con brotes de adulta, se encuentra una pasión, una historia, una aventura entre tilos discretos y soles amables que ha hecho de su corazón un depósito de recuerdos y emociones. El año de 1944 fue quizás el más prolífero de la autora. Pintó numerosos óleos dentro de los cuales sobresalen La lucha del destino, Adolescencia, Los que entran y los que salen, Retrato de Matilde, Desnudo, El regreso y Maternidad, entre otros. Eran cuadros de sólida composición y color muy expresivo, donde la expresión pagana apareció ligada a una reflexión y crítica social, más allá de la sensualidad de sus desnudos anteriores. Para darse cuenta del clima y del poder revulsivo de estas obras, bastaría comparar su Maternidad con las varias obras del mismo género pintadas por Pedro Nel Gómez. En otros cuadros la artista abordó la pobreza, exenta ya del tono pagano La pordiosera, La cuna, Paternidad, Maternidad negra, Amargada y Patrimonio.
En el mismo año fracasó la apertura del IV Salón Nacional de Arte de Medellín. Ante tal hecho, surgió la Exposición de artistas independientes, cuyos participantes redactaron el Manifiesto de los artistas independientes, firmado entre otros por Débora Arango. Americanismo e independencia artística fueron los conceptos privilegiados en los trece puntos del documento. Como su antecedente directo debe citarse la llamada a los artistas de América realizada en 1921 en México por Siqueiros y Rivera. El manifiesto de los artistas independientes puede entenderse como una forma de reafirmar su adscripción al ideal americanista que irrigaba en los años cuarenta al nuevo arte latinoamericano y colombiano, ideal que artistas como Pedro Nel Gómez y Luis Alberto Acuña (1904) habían preconizado unos dos decenios antes.
Los pintores que surgieron en los años cuarenta en Colombia asumieron un lenguaje derivado de la Escuela de París y abandonaron la tutela del muralismo mexicano en la mayoría de ellos palpitaba lo telúrico, la plasmación de un ámbito que nos Pertenece. Sobre la obra que Débora Arango presentó a la exposición de los independientes, el periódico La Defensa opinó El visitante del salón encuentra a Débora Arango más reposada, sin desnudos de los que han hecho su fama y siempre con tonos vivos y altisonantes, con brusquedad del color y un desbordamiento de tonos como sangre derramada, esta obra de la artista antioqueña que conocíamos parcialmente, destaca siempre las escenas amorosas mas ya en forma un poco disimulada o intencionalmente disimulada, con lo cual su obra ha ganado y han perdido sus admiradores nudistas. Tonos vivos y altisonantes, brusquedad, desbordamiento, era esto reposo El reposo es ausencia de desnudos; lo que reposa con alivio es la vigilante conciencia inculpadora de sus críticos.
A la mirada antioqueña de los años cuarenta le resultó menos ofensivo un espejo que le mostró con deformidad imprecatoria sus más exactas miserias y vicios, que la exposición del deseo de la mujer y la libertad de culto a que incitaba esta declaratoria de guerra según la cual el arte nada tenía que ver con la moral. La obra de estos años proporcionó no sólo una prueba de las condiciones sociales de un grupo humano. Fue también una denuncia cernida por el tamiz de la óptica subjetiva y acusadora de la artista donde a veces también cupo el humor la Monja intelectual posee una cómica inacción; el monje sentado en su bacinilla muestra que el espíritu es también vulgar. Se quería ver en estas obras de denuncias social la influencia del pedronelismo, pero tal influencia no es cierta. Los frescos de Gómez, aunque aparecen como denuncias, aunque muestran la tragedia minera y la mesa del niño hambriento, hacen una valorización del sufrimiento, la enfermedad y la muerte a la manera del Santo Job. Son los males con que hay que cargar en aras al logro epopéyico de la riqueza y grandeza imperecedera de un pueblo, de una raza. Los murales de Pedro Nel recibieron el rechazo sobre todo por su lenguaje formal eran mamarrachos, pinturas de alguien inhábil. No se desdijo de su contenido.
Para nosotros estos frescos poco denuncian; más bien, ilustran una historia de la misma manera como los mosaicos medievales eran medios para catequizar a los analfabetos. Los frescos de Gómez se proponen evangelizar a los olvidadizos ciudadanos y burócratas sobre el memorable y abnegado surgimiento de la raza antioqueña que cree haber nacido altanera en una pelada sierra bajo el azul del cielo. Son un canto al antioqueño, embebido en glorificar su ancestro. El artista elabora en sus murales el mito del origen buscando encontrarle un puesto digno y perdurable en la historia a las virtudes tesoneras de su pueblo, demostrando que ese pueblo no era bárbaro, pues una sociedad que es capaz de producir el fresco no es una horda propiamente Así mismo, dándole una voz a las potencias originales, a nuestro ser histórico, voz individual que aspiraba a la monumentalidad y a la perdurabilidad de las paredes marmóreas Si hice pintura al fresco, cosa insólita, fue porque mi fronda humana y cultural abrigaba aspiraciones de monumentalidad.
Más inconveniente, más áspera, resultó la obra de su discípula. Si Pedro Nel Gómez está imbuido del mito del origen. Débora Arango está cerca del mito de la redención. Su denuncia, su sarcasmo y su sátira confían y aguardan en que las cosas, las relaciones entre los seres, deben y pueden ser mejores. La imagen que la artista entrega es ya una forma de redimir a sus personajes al hacerlos representables, bellos y perdurables.
La sátira política 1948 1960
En 1946 el conservatismo regresó al poder, luego de dieciséis años de ausencia. Dos años más tarde, el asesinato de Gaitán desató la crisis política más importante del siglo y abrió un nuevo ciclo de violencia en el país.
Mientras ésta crecía, se impuso, como arte de vanguardia en Colombia, el abstraccionismo. Desapareció del espacio pictórico de avanzada la representación de objetos y figuras reconocidas. Ni reproducción ni interpretación de la realidad sólo su eliminación. La realidad real dio paso a una realidad puramente formal, tal como quería Kandinsky el cuadro carecía de todo tema, no descubría objeto alguno identificable y estaba totalmente compuesto de brillantes manchas de color. Es así como la década del cincuenta vio las pinturas abstractas de Marco Ospina, los aparatos mágicos de Edgar Negret y las construcciones de Eduardo Ramírez Villamizar, entre muchas otras.
Débora Arango viajó en 1946 a Estados Unidos, donde no aceptó participar en una exposición en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, pues era su interés estudiar pintura mural en México. Allí ingresó a la Escuela Nacional de Bellas Artes, donde permaneció hasta 1948. En el mismo año regresó a Medellín y pintó el que sería su único mural público en la sede de la Compañía de Empaques. Participó en el Segundo Concurso Exposición de Pintura de Medellín, organizado por la Sociedad de Amigos del Arte, al que concurrieron veinticinco artistas colombianos. Débora envió cuatro obras pertenecientes a períodos anteriores Patrimonio, Paternidad, Adolescencia y El obispo (también conocido como Indulgencia). Pedro Nel Gómez, responsable de la exposición, ordenó que no fuera exhibido El obispo.
Adolescencia tuvo gran éxito entre el público y la muestra, nuevamente, generó un escándalo local. La pintora fue amenazada de excomunión por el arzobispo y conminada a no pintar desnudos; su obra fue atacada desde los púlpitos. Años más tarde, su hermana Elvira evoca así el episodio El prelado la llamó al palacio episcopal y le anunció la amenaza de excomunión, si no retiraba los cuadros. Débora firmó el documento, después de consultarlo con eclesiásticos amigos y todavía sostenemos el debate si debió resistir a la amenaza.
En 1949 participó en el Salón de Artistas Antioqueños en Bogotá. A partir de entonces suspendió toda actividad pública en Colombia hasta 1955. Entre 1953 y 1955 la artista emprendió un viaje de estudio que incluyó estadías en Inglaterra, Francia, Escocia y Austria; en esa época hizo sus primeras cerámicas. En 1955 presentó una exposición en el Instituto de Cultura Hispánica de Madrid, clausurada por el gobierno al día siguiente. En el mismo año exhibió en Medellín una muestra de cerámicas en el Centro Colombo Americano. La obra que Débora Arango pintó durante estos años, dio cuenta con un rigor constante de los conflictos históricos que atravesó el país, no de modo genérico o de manera recordatoria alegórica, sino asumiendo la representación de momentos precisos; quizás esta fue una de las principales lecciones aprendidas del muralismo mexicano. Masacre nueve de abril (cuyo espacio y figuras aglomeradas aprovechan las enseñanzas de Grosz), El tren de la muerte, El vagón, La ciudad, La danza (esqueletos que recuerdan los grabados de Guadalupe Posada), fueron obras de 1948 que sirvieron de preámbulo a un conjunto de escabrosas pinturas conminadas por la fealdad El cementerio de la chusma, La salida de Laureano, Las tres fuerzas que derrocaron a Rojas, Melgar, La junta militar., La República,, El plebiscito, La mujer víctima de la violencia y Doña Berta. En ellas las calaveras, sapos, perros, hienas, reptiles y buitres son la principal gramática de esta invectiva, que muestra, por ejemplo, a Laureano Gómez como batracio cargado en una camilla por cuatro buitres antecedidos del heraldo de la muerte. El bestiario humano tuvo su antecedente español más importante en Goya (1746 1828), pintor admirado por Débora Arango. Ricardo Rendón (1894 1931), por su parte, dibujó una serie de caricaturas llamadas El Jardín zoológico, donde los personajes encarnaban figuras animales. Dos obras del escritor jorge Zalamea (1905 1969), La metamorfosis de su excelencia y El gran Burundún Burundá ha muerto, compartieron la atmósfera de sátira política, mostrando hasta qué punto tal forma de referise a la realidad del país era común a ciertos creadores.
Es notorio en estas obras el predominio de la diagonal en la composición y el color chocante, de tal manera que el lenguaje plástico guardó coherencia con el contenido y los propósitos de la expresión ese desastre es repugnante tanto como su representación.
En 1957 la Casa Mariana de Medellín presentó una muestra de 37 pinturas de Débora Arango, algunas de ellas realizadas en Europa. Según su fundador, el jesuíta Juan Escobar, la exposición se organizó como justo reconocimiento a sus méritos y con el objeto de que ello sirva como medio de dar a conocer la obra de una de las más grandes pintoras colombianas. La prensa dijo que se trataba de la primera exposición individual de Débora Arango, no obstante que ésta se halla dedicada a la pintura desde 1935 y de que constituye uno de los primeros valores del arte pictórico colombiano. Ovidio Rincón escribió, por su parte No puede afirmarse que exista en la pintura de Débora Arango una intención política, pues a veces la anima piadosa fuerza cristiana que conmueve y edifica; ni existe el desquiciamiento de la creación hacia todas las cosas crueles de la existencia. Nuevamente su obra tuvo que sufrir el procedimiento de la inversión para recibir la aceptación. El levantamiento contra la dictadura de Rojas Pinilla motivó la clausura intempestiva de la muestra; la artista rescató las obras (10 óleos y 25 acuarelas), arriesgándose personalmente.
La exposición colectiva de cerámica de 1960, en la que participó la artista, sirvió de nuevo punto suspensivo a su relación con el público y parcialmente a su tarea como pintora activa, hasta 1975. Durante este tiempo se dedicó al cuidado de su padre enfermo y pintó los zócalos de cerámica en su residencia.
Periodo de recapitulación 1976 1984
La muestra de 1975 en la Biblioteca Pública Piloto de Medellín reunió cien obras; ésta es recibida ya sin ataques por la prensa, pero sí con un extraño silencio. Salvo dos breves reseñas ... 1 absolutamente nada se escribió. En cambio se dio en esos mismos días un notorio despliegue publicitario y periodístico a una muestra de León Posada organizada con motivo del tricentenario de Medellín. Participó también en las exposiciones colectivas La pintura a través de la mujer en Antioquia en el Museo de Antioquia y en Arte y política en el Museo de Arte Moderno de Bogotá. La mayor parte de las. obras de esta época fueron realizadas en 1977. Se trata, en su mayoría, de apuntes a la acuarela llenos de humor e ingenuidad, en los cuales vuelve a sus temas más afines, con la presencia dominante de la mujer. Frente al carácter de su obra anterior, adquieren, sin embargo, un tono menor.
En febrero de 1984 Débora Arango recibió el premio Secretaríá de Educación y Cultura a las letras y a las artes. En agosto del mismo año se inauguró Débora Arango, exposición retrospectiva en el Museo de Arte Moderno de Medellín, con 205 trabajos entre acuarelas, óleos y cerámicas cubriendo un período que va de 1934 a 1977 y que se compone en su totalidad de obras que pertenecen a la pintora, puesto que no ha pintado para vender y el aspecto comercial lo borró por completo de su vida artística. Esa misma exposición se presentó posteriormente en la Biblioteca Luis Angel Arango de Bogotá, a finales de 1984. La pintora Beatriz González la calificó como la mejor muestra del año y la puso como ejemplo contra el hiperrealismo local y el costumbrismo predominante en el arte colombiano.
En la obra de Débora Arango ya no se quiere duplicar el mundo, sólo decirlo con un lenguaje propio, sin la intervención morigeradora del buen gusto y lo culto. Estética y ética son una sola. La sensualidad, la angustia, la miseria, la exposición de la corrupción, la burla implacable de los poderosos ese es su registro, su testimonio de una personal temporada en el infierno. Para decirlo no requirió como estimulante el éxito comercial ni la aceptación social. Ligada en cada momento a su tiempo desde la exclusión, Débora Arango creó imágenes que movilizaron la conciencia, las que apenas ahora van conquistando un espacio mental que permita verlas, pues aún son provocaciones.
- Tomado del Boletín Cultural y Bibliográfico, Biblioteca Luis Angel Arango, Volúmen XII, No. 4, Bogotá 1985.
Débora Arango |
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Débora Arango Museo de Arte Moderno de Medellín / Paganismo, denuncia y sátira en la vida de Débora Arango
Paganismo, denuncia y sátira en la vida de Débora Arango
AMANECER Acuarela 0.97 x 0.66 m.
LA DESPEDIDA Acuarela 0.97 x 0.66 m.
LA LUCHA DEL DESTINO Oleo sobre lienzo 1.45 x 0.97 m.
LA REPUBLICA Acuarela 0.77 x 0.57 m.
JUGANDO CON EL BALON Acuarela 0.29 x 0.23 m.
PIANISTA Acuarela 0.29 x 0.23 m.
ANSELMA Acuarela 0.97 x 0.66 m.
EL VAGON Acuarela 0.46 x 0.33 m.
EN EL GALLINERO Acuarela 0.97 x 0.66 m.
EN PUERTO BERRIO Acuarela 0.46 x 0.33 m.
LA CELESTINA Acuarela 0.97 x 0.65 m.
MIRANDOSE AL ESPEJO Acuarela 0.30 x 0.23 m.
SIN TITULO Acuarela 0.92 x 0.65 m.
TERCIADORES Acuarela 0.92 x 0.65 m.
CONTRASTES Acuarela 1.74 x 0.67 m.
MONTAÑAS Acuarela 0.97 x 1.27 m.
LA MISTICA Acuarela 1.00 x 0.66 m
FRINE 0 TRATA DE BLANCAS Acuarela 1.32 x 1.00 m.
LA BAÑERA Oleo, sobre lienzo 2.39 x 1.20 m.
LA AMIGA Acuarela 0.61 x 0.89 m.
Texto de: Santiago Londoño.
De la formación a la expresión pagana (1933 1940).
Hasta el cuarto decenio del siglo, la pintura colombiana representó desnudos femeninos con poca frecuencia. Cuando lo hizo, fue para ilustrar propósitos moralizantes, como lo muestran dos ejemplares significativos La mujer del levita, pintada por Epifanio Garay (1849 1903), y La última copa, de Francisco Antonio Cano (1865 1935). Hasta entonces los desnudos femeninos carecían de facciones precisas e incluso ocultaban el rostro; los cuerpos se presentaban generalmente en escorzo y la ausencia del vello púbico les confería un pretendido tono de inocencia y pudor cuyo contrapunto era la cuidadosa y sensual modelación ejercida por la luz sobre la piel.
En los frescos de Pedro Nel Gómez apareció por primera vez en Colombia el desnudo femenino en un edificio público. La desnudez como género artístico ya no se reservó exclusivamente a los coleccionistas privados y la intención moralizante de sus predecesores pasó a segundo plano. Es ahora reflejo de la realidad hombres desnudos batallando en la lucha por la tierra y sus riquezas. Según el propio artista, el barequero trabaja desnudo en la selva, hombres y mujeres trabajan desnudos. A lo más se pueden poner taparrabos, pero son hombres y mujeres juntos. A partir de entonces y hasta los años cincuenta por lo menos, el desnudo será un género cultivado con mayor frecuencia, pero arduamente perseguido por sus opositores, que vieron en él signos de corrupción y amenaza contra las costumbres ciudadanas.
Débora Arango (Medellín, 19 10) dio a conocer sus desnudos por primera vez en 1939 en el Club Unión, el más exclusivo de Medellín. Exhibió sus grandes acuarelas, entre otras Cantarina de la rosa y La amiga, pintadas en pliegos de papel unidos. Este procedimiento de unir pliegos de papel habla sido utilizado por su amigo Carlos Correa hacia 1934 para pintar un desnudo titulado La maternidad blanca. A diferencia de los desnudos hasta entonces pintados en Colombia, aquellas acuarelas son muy vivas, las poses están llenas de desparpajo, la modelo en muchos casos mira abiertamente al espectador y conserva su vello púbico.
Débora Arango pintó sus primeros cuadros cuando fue alumna de Eladio Vélez en la escuela de Bellas Artes de Medellín entre 1933 y 1935. Al cabo de estos años comenzó a definir sus propios intereses Con el maestro Eladio Vélez aprendí de preferencia la técnica del retrato. Cultivé ese estilo con entusiasmo. Pero yo sentía algo que no acertaba a explicar. Quería no sólo adquirir la habilidad necesaria para reproducir un modelo o un tema cualquiera, sino que anhelaba también crear, combinar, soñaba con realizar una obra que no estuviera limitada a la inerte exactitud fotográfica de la escuela clásica. No sabía a punto fijo lo que deseaba, pero tenia la intuición de que mi temperamento me impulsaba a buscar movimiento, a romper los rígidos moldes de la quietud ... . Un buen día hallé lo que buscaba. Los frescos de Pedro Nel Gómez me revelaron algo que hasta entonces desconocía, algo que no había tenido ocasión de aprender ... los artistas que comulgamos con la escuela de Pedro Nel Gómez, vamos alejándonos de los viejos moldes y nos inclinamos cada vez más hacia la concepción modernista, revolucionaria, del arte destinado a interpretar el anhelo de las masas. Hacia finales de los años treinta, la pintura antioqueña se encontró agrupada en dos tendencias opuestas, cuyos enfrentamientos irNicos y agresivos pueden seguirse en la prensa de la época. La pintura de Pedro Nel Gómez se calificó de revolucionaria y antiburguesa y sus seguidores fueron llamados Pedronelistas; mientras que los cuadros de Eladio Vélez fueron tachados de reaccionarios, capitalistas y filisteos por sus enemigos. Sus simpatizantes fueron llamados eladistas. Formada entre los valores estéticos de las dos corrientes pictóricas en contradicción, Débora Arango empezó a pintar independientemente en 1938. Desde este año hasta 1940 se puede hablar de un período de expresión pagana. los desnudos de que hablábamos, despertaron en la época una polémica sin precedentes en Medellín, que tomó un cariz político. El periódico liberal El Diario los defendió con vehemencia en sus columnas y atacó la posición del conservador La Defensa, para la cual se trataba de brochazos lúbricos, pinturas al deshabillé, falta de higiene moral, de obras impúdicas que ni siquiera un hombre debiera exhibir. El mismo periódico desafió a la artista a dejarse publicar al pie del mismo cuadro con que ha querido conquistar los lauros que considera muy marchitos.
El Diario arguyó a favor de Débora Arango por pertenecer a una familia de tradición católica y cristiana ... conocida por su piedad sin estrépitos y por la noble pureza de su vida. Así mismo puso de ejemplo los desnudos artísticos clásicos localizados en algunos lugares sagrados para mostrar que eran compatibles e invitó a ver la exposición por ser una excelente oportunidad para aprender a distinguir entre arte y falta de moralidad, entre ética y estética.
Débora Arango recibió el único premio de la exposición. Los eladistas rechazaron el fallo y, en carta de protesta dirigida al jurado, dijeron vuestro concepto artístico es lastimoso, y vuestro fallo de unos razonamientos mezquinos y parciales ... 1. Ahora no sabemos cómo os vais a defender de la lluvia de desnudos y acuarelas que mañana reclamarán premio. Por su parte, Ignacio Gómez Jaramillo (1910 197 1) criticó acerbamente a la mayoría de los expositores por no ser pintores profesionales, como sí lo eran en su opinión Eladio Vélez, Carlos Correa, Pedro Nel Gómez y él mismo. Al año siguiente Débora Arango realizó una exposición en el teatro Colón invitada por el ministro de educación Jorge Eliécer Gaitán. La vanguardia literaria del momento, representada por el poeta piedracielista Eduardo Carranza y por César Uribe Piedrahíta, presentaron la muestra. Uribe Piedrahíta escribió quién iba a suponer que de un rincón de la montaña austera, de un ambiente timorato e hipócrita viniera una niña artista, pintora de grandes desnudos e iluminada con clara luz de la naturaleza inocente ... . Esta exposición de pintura ha de servir para rasgar el velo de falso pudor y de hipócritas prejuicios tras el cual se esconden maliciosamente los moralistas corrompidos. El diario El Siglo, bastión conservador, opinó, por su parte, que las acuarelas eran un atentado contra la cultura y la tradición artística, un desafío al buen gusto y un irrespeto para el aristocrático lugar donde fueron exhibidas.
En su defensa la artista había declarado desde 1939 Yo tengo mi convicción de que el arte, como manifestación de cultura, nada tiene que ver con los códigos de moral. El arte no es amoral ni inmoral. Sencillamente su órbita no intercepta ningún postulado ético. Los desnudos de Débora Arango desataron una controversia que puso de presente varios hechos. En primer lugar, que una nueva mentalidad estaba surgiendo como expresión de nuevas realidades sociales, en contradicción con concepciones tradicionales. Los defensores de éstas libraron una batalla drástica para oponerse a lo que pudiera constituir menoscabo al poder que derivaban de ellas. La pugna encontró una formulación en postulados estéticos enfrentando lo que denominamos, siguiendo al columnista conservador José Mejía y Mejía, la estética de la reproducción con la estética de la interpretación.
Débora Arango asumió tal discusión al adscribirse públicamente a la escuela expresionista. Tal movimiento, que surgió a principios de siglo en Europa, se ocupó más en los sentimientos y talantes que en la forma y el estilo, identificando arte y vida de manera indisoluble. El expresionismo transcurre paralelamente a la época de la contradicción entre fuerzas que poderosamente insisten en la conservación de lo existente y las que aspiran a profundas modificaciones. Para Débora Arango el arte se identifica con la vida, y éste no sólo no puede contradecir las realidades interiores sino que además las expresa Mi especialidad es la figura, naturalmente, y más que la figura la expresión. En el colorido prefiero los colores fuertes. Y en la expresión (pregunta el periodista) La expresión pagana, porque surge espontáneamente de mi temperamento. En alguna ocasión traté de dibujar el rostro casto de una mujer para hacer La mística y contra todas las fuerzas de mi voluntad resultó el rostro de una pecadora ... debe ser que veo en todos los rostros humanos pasión y paganismo.Hago Paisajes, y desnudos porque en el paisaje y el desnudo está la naturaleza palpitante y escueta y créame que encuentro mayor arte en estos cuadros sinceros que en los amanerados y desfigurados por los prejuicios de las gentes.
Laureano Gómez publicó en 1937 un articulo donde se refirió al expresionismo como síntoma de pereza e inhabilidad en el arte. Para Gómez, el arte es la actividad competente sometida a reglas descubiertas por la razón, morigeradas por el gusto e iluminadas por el sentimiento. En el expresionismo se refugiaban quienes no sabían dibujar y habían olvidado el caudaloso y sabio legado de la antig¸edad occidental, dejando de producir como era debido una impresión noble y delicada en el espectador Cómo pretender lograr ese resultado cuando se carece de habilidad para reproducir con exactitud miradas, manos, sonrisas, contracción de los músculos, matices de las actitudes. Estas apreciaciones del caudillo conservador muestran el enfrentamiento que por entonces se produjo entre el ideal del arte como reproducción y el arte como interpretación y expresión de nuevas realidades.
En segundo lugar, las discusiones sobre los desnudos también permitieron que emergiera con claridad la concepción dominante en la sociedad sobre la mujer y lo femenino. Aún para los defensores de la obra de Débora Arango, es por medio del cuerpo humano como el artista crea belleza y comunica emociones; pero el cuerpo humano es el cuerpo de la mujer, fuente inagotable de inspiración a través de las edades. También para sus seguidores la obra de Débora Arango es desconcertante por tratarse de una mujer. Luis Vidales, entonces poeta vanguardista, escribió Débora Arango, de masculina potencialidad en el modelado y audacia en el trazo. El periódico bogotano El Liberal la entrevista para conocer esa mujer varonilizada que algunos diarios de Medellín habían pintado y para su sorpresa encontraron una mujer encantadora, sencilla, íntegramente femenina ... una mujer como casi todas las mujeres colombianas, pero que se diferencia de ellas en que tiene una virtud admirable el valor. La audacia, la fuerza, la representación de ciertas escenas sórdidas que exigían haber sido vividas previamente, la conciencia del cuerpo femenino, requerían para su expresión de una independencia que la sociedad de entonces no estaba en condiciones de dispensar. La obra de Débora Arango entró, pues, en contradicción con los valores y con la mentalidad de la época.
La denuncia social 1942 1944
El ambiente en el que Débora Arango pintó sus obras de denuncia social era uno de promesas incumplidas, esperanzas truncadas y cambios sociales postergados por parte de los políticos liberales, quienes habían sólo capitalizado el descontento popular para derrotar la república conservadora. Antioquia se habla convertido en el departamento colombiano más industrializado, con su masa de proletarios y marginados urbanos y su élite de prósperos empresarios, para quienes la pobreza es el símbolo del fracaso. Los cuadros de este periodo partieron de una temática que la artista había explorado durante la etapa anterior, con trabajos como En Puerto Berrío, El placer, Amanecer, Trata de blancas, En el barrio y otros más. En estas obras apareció quizás por primera vez en el arte colombiano la sordidez de la prostitución, los bares y su clientela dudosa, pintada con colores fuertes y con ciertas deformaciones del rostro y la figura.
Unas acuarelas de motivos religiosos, fechadas en 1942, iniciaron abiertamente esta etapa; La primera comunión, La monja intelectual, La oración de la tarde, son muestras de una mirada irónica y maliciosa sobre personajes femeninos religiosos. Mirada que retrata claramente en una acuarela de 1943 titulada La colegiala. La colegiala no es aquí la niña ingenua e inconsciente de sí misma es naturaleza escueta y palpitante, como escribió un comentarista de la época En los ojos de esa niña con brotes de adulta, se encuentra una pasión, una historia, una aventura entre tilos discretos y soles amables que ha hecho de su corazón un depósito de recuerdos y emociones. El año de 1944 fue quizás el más prolífero de la autora. Pintó numerosos óleos dentro de los cuales sobresalen La lucha del destino, Adolescencia, Los que entran y los que salen, Retrato de Matilde, Desnudo, El regreso y Maternidad, entre otros. Eran cuadros de sólida composición y color muy expresivo, donde la expresión pagana apareció ligada a una reflexión y crítica social, más allá de la sensualidad de sus desnudos anteriores. Para darse cuenta del clima y del poder revulsivo de estas obras, bastaría comparar su Maternidad con las varias obras del mismo género pintadas por Pedro Nel Gómez. En otros cuadros la artista abordó la pobreza, exenta ya del tono pagano La pordiosera, La cuna, Paternidad, Maternidad negra, Amargada y Patrimonio.
En el mismo año fracasó la apertura del IV Salón Nacional de Arte de Medellín. Ante tal hecho, surgió la Exposición de artistas independientes, cuyos participantes redactaron el Manifiesto de los artistas independientes, firmado entre otros por Débora Arango. Americanismo e independencia artística fueron los conceptos privilegiados en los trece puntos del documento. Como su antecedente directo debe citarse la llamada a los artistas de América realizada en 1921 en México por Siqueiros y Rivera. El manifiesto de los artistas independientes puede entenderse como una forma de reafirmar su adscripción al ideal americanista que irrigaba en los años cuarenta al nuevo arte latinoamericano y colombiano, ideal que artistas como Pedro Nel Gómez y Luis Alberto Acuña (1904) habían preconizado unos dos decenios antes.
Los pintores que surgieron en los años cuarenta en Colombia asumieron un lenguaje derivado de la Escuela de París y abandonaron la tutela del muralismo mexicano en la mayoría de ellos palpitaba lo telúrico, la plasmación de un ámbito que nos Pertenece. Sobre la obra que Débora Arango presentó a la exposición de los independientes, el periódico La Defensa opinó El visitante del salón encuentra a Débora Arango más reposada, sin desnudos de los que han hecho su fama y siempre con tonos vivos y altisonantes, con brusquedad del color y un desbordamiento de tonos como sangre derramada, esta obra de la artista antioqueña que conocíamos parcialmente, destaca siempre las escenas amorosas mas ya en forma un poco disimulada o intencionalmente disimulada, con lo cual su obra ha ganado y han perdido sus admiradores nudistas. Tonos vivos y altisonantes, brusquedad, desbordamiento, era esto reposo El reposo es ausencia de desnudos; lo que reposa con alivio es la vigilante conciencia inculpadora de sus críticos.
A la mirada antioqueña de los años cuarenta le resultó menos ofensivo un espejo que le mostró con deformidad imprecatoria sus más exactas miserias y vicios, que la exposición del deseo de la mujer y la libertad de culto a que incitaba esta declaratoria de guerra según la cual el arte nada tenía que ver con la moral. La obra de estos años proporcionó no sólo una prueba de las condiciones sociales de un grupo humano. Fue también una denuncia cernida por el tamiz de la óptica subjetiva y acusadora de la artista donde a veces también cupo el humor la Monja intelectual posee una cómica inacción; el monje sentado en su bacinilla muestra que el espíritu es también vulgar. Se quería ver en estas obras de denuncias social la influencia del pedronelismo, pero tal influencia no es cierta. Los frescos de Gómez, aunque aparecen como denuncias, aunque muestran la tragedia minera y la mesa del niño hambriento, hacen una valorización del sufrimiento, la enfermedad y la muerte a la manera del Santo Job. Son los males con que hay que cargar en aras al logro epopéyico de la riqueza y grandeza imperecedera de un pueblo, de una raza. Los murales de Pedro Nel recibieron el rechazo sobre todo por su lenguaje formal eran mamarrachos, pinturas de alguien inhábil. No se desdijo de su contenido.
Para nosotros estos frescos poco denuncian; más bien, ilustran una historia de la misma manera como los mosaicos medievales eran medios para catequizar a los analfabetos. Los frescos de Gómez se proponen evangelizar a los olvidadizos ciudadanos y burócratas sobre el memorable y abnegado surgimiento de la raza antioqueña que cree haber nacido altanera en una pelada sierra bajo el azul del cielo. Son un canto al antioqueño, embebido en glorificar su ancestro. El artista elabora en sus murales el mito del origen buscando encontrarle un puesto digno y perdurable en la historia a las virtudes tesoneras de su pueblo, demostrando que ese pueblo no era bárbaro, pues una sociedad que es capaz de producir el fresco no es una horda propiamente Así mismo, dándole una voz a las potencias originales, a nuestro ser histórico, voz individual que aspiraba a la monumentalidad y a la perdurabilidad de las paredes marmóreas Si hice pintura al fresco, cosa insólita, fue porque mi fronda humana y cultural abrigaba aspiraciones de monumentalidad.
Más inconveniente, más áspera, resultó la obra de su discípula. Si Pedro Nel Gómez está imbuido del mito del origen. Débora Arango está cerca del mito de la redención. Su denuncia, su sarcasmo y su sátira confían y aguardan en que las cosas, las relaciones entre los seres, deben y pueden ser mejores. La imagen que la artista entrega es ya una forma de redimir a sus personajes al hacerlos representables, bellos y perdurables.
La sátira política 1948 1960
En 1946 el conservatismo regresó al poder, luego de dieciséis años de ausencia. Dos años más tarde, el asesinato de Gaitán desató la crisis política más importante del siglo y abrió un nuevo ciclo de violencia en el país.
Mientras ésta crecía, se impuso, como arte de vanguardia en Colombia, el abstraccionismo. Desapareció del espacio pictórico de avanzada la representación de objetos y figuras reconocidas. Ni reproducción ni interpretación de la realidad sólo su eliminación. La realidad real dio paso a una realidad puramente formal, tal como quería Kandinsky el cuadro carecía de todo tema, no descubría objeto alguno identificable y estaba totalmente compuesto de brillantes manchas de color. Es así como la década del cincuenta vio las pinturas abstractas de Marco Ospina, los aparatos mágicos de Edgar Negret y las construcciones de Eduardo Ramírez Villamizar, entre muchas otras.
Débora Arango viajó en 1946 a Estados Unidos, donde no aceptó participar en una exposición en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, pues era su interés estudiar pintura mural en México. Allí ingresó a la Escuela Nacional de Bellas Artes, donde permaneció hasta 1948. En el mismo año regresó a Medellín y pintó el que sería su único mural público en la sede de la Compañía de Empaques. Participó en el Segundo Concurso Exposición de Pintura de Medellín, organizado por la Sociedad de Amigos del Arte, al que concurrieron veinticinco artistas colombianos. Débora envió cuatro obras pertenecientes a períodos anteriores Patrimonio, Paternidad, Adolescencia y El obispo (también conocido como Indulgencia). Pedro Nel Gómez, responsable de la exposición, ordenó que no fuera exhibido El obispo.
Adolescencia tuvo gran éxito entre el público y la muestra, nuevamente, generó un escándalo local. La pintora fue amenazada de excomunión por el arzobispo y conminada a no pintar desnudos; su obra fue atacada desde los púlpitos. Años más tarde, su hermana Elvira evoca así el episodio El prelado la llamó al palacio episcopal y le anunció la amenaza de excomunión, si no retiraba los cuadros. Débora firmó el documento, después de consultarlo con eclesiásticos amigos y todavía sostenemos el debate si debió resistir a la amenaza.
En 1949 participó en el Salón de Artistas Antioqueños en Bogotá. A partir de entonces suspendió toda actividad pública en Colombia hasta 1955. Entre 1953 y 1955 la artista emprendió un viaje de estudio que incluyó estadías en Inglaterra, Francia, Escocia y Austria; en esa época hizo sus primeras cerámicas. En 1955 presentó una exposición en el Instituto de Cultura Hispánica de Madrid, clausurada por el gobierno al día siguiente. En el mismo año exhibió en Medellín una muestra de cerámicas en el Centro Colombo Americano. La obra que Débora Arango pintó durante estos años, dio cuenta con un rigor constante de los conflictos históricos que atravesó el país, no de modo genérico o de manera recordatoria alegórica, sino asumiendo la representación de momentos precisos; quizás esta fue una de las principales lecciones aprendidas del muralismo mexicano. Masacre nueve de abril (cuyo espacio y figuras aglomeradas aprovechan las enseñanzas de Grosz), El tren de la muerte, El vagón, La ciudad, La danza (esqueletos que recuerdan los grabados de Guadalupe Posada), fueron obras de 1948 que sirvieron de preámbulo a un conjunto de escabrosas pinturas conminadas por la fealdad El cementerio de la chusma, La salida de Laureano, Las tres fuerzas que derrocaron a Rojas, Melgar, La junta militar., La República,, El plebiscito, La mujer víctima de la violencia y Doña Berta. En ellas las calaveras, sapos, perros, hienas, reptiles y buitres son la principal gramática de esta invectiva, que muestra, por ejemplo, a Laureano Gómez como batracio cargado en una camilla por cuatro buitres antecedidos del heraldo de la muerte. El bestiario humano tuvo su antecedente español más importante en Goya (1746 1828), pintor admirado por Débora Arango. Ricardo Rendón (1894 1931), por su parte, dibujó una serie de caricaturas llamadas El Jardín zoológico, donde los personajes encarnaban figuras animales. Dos obras del escritor jorge Zalamea (1905 1969), La metamorfosis de su excelencia y El gran Burundún Burundá ha muerto, compartieron la atmósfera de sátira política, mostrando hasta qué punto tal forma de referise a la realidad del país era común a ciertos creadores.
Es notorio en estas obras el predominio de la diagonal en la composición y el color chocante, de tal manera que el lenguaje plástico guardó coherencia con el contenido y los propósitos de la expresión ese desastre es repugnante tanto como su representación.
En 1957 la Casa Mariana de Medellín presentó una muestra de 37 pinturas de Débora Arango, algunas de ellas realizadas en Europa. Según su fundador, el jesuíta Juan Escobar, la exposición se organizó como justo reconocimiento a sus méritos y con el objeto de que ello sirva como medio de dar a conocer la obra de una de las más grandes pintoras colombianas. La prensa dijo que se trataba de la primera exposición individual de Débora Arango, no obstante que ésta se halla dedicada a la pintura desde 1935 y de que constituye uno de los primeros valores del arte pictórico colombiano. Ovidio Rincón escribió, por su parte No puede afirmarse que exista en la pintura de Débora Arango una intención política, pues a veces la anima piadosa fuerza cristiana que conmueve y edifica; ni existe el desquiciamiento de la creación hacia todas las cosas crueles de la existencia. Nuevamente su obra tuvo que sufrir el procedimiento de la inversión para recibir la aceptación. El levantamiento contra la dictadura de Rojas Pinilla motivó la clausura intempestiva de la muestra; la artista rescató las obras (10 óleos y 25 acuarelas), arriesgándose personalmente.
La exposición colectiva de cerámica de 1960, en la que participó la artista, sirvió de nuevo punto suspensivo a su relación con el público y parcialmente a su tarea como pintora activa, hasta 1975. Durante este tiempo se dedicó al cuidado de su padre enfermo y pintó los zócalos de cerámica en su residencia.
Periodo de recapitulación 1976 1984
La muestra de 1975 en la Biblioteca Pública Piloto de Medellín reunió cien obras; ésta es recibida ya sin ataques por la prensa, pero sí con un extraño silencio. Salvo dos breves reseñas ... 1 absolutamente nada se escribió. En cambio se dio en esos mismos días un notorio despliegue publicitario y periodístico a una muestra de León Posada organizada con motivo del tricentenario de Medellín. Participó también en las exposiciones colectivas La pintura a través de la mujer en Antioquia en el Museo de Antioquia y en Arte y política en el Museo de Arte Moderno de Bogotá. La mayor parte de las. obras de esta época fueron realizadas en 1977. Se trata, en su mayoría, de apuntes a la acuarela llenos de humor e ingenuidad, en los cuales vuelve a sus temas más afines, con la presencia dominante de la mujer. Frente al carácter de su obra anterior, adquieren, sin embargo, un tono menor.
En febrero de 1984 Débora Arango recibió el premio Secretaríá de Educación y Cultura a las letras y a las artes. En agosto del mismo año se inauguró Débora Arango, exposición retrospectiva en el Museo de Arte Moderno de Medellín, con 205 trabajos entre acuarelas, óleos y cerámicas cubriendo un período que va de 1934 a 1977 y que se compone en su totalidad de obras que pertenecen a la pintora, puesto que no ha pintado para vender y el aspecto comercial lo borró por completo de su vida artística. Esa misma exposición se presentó posteriormente en la Biblioteca Luis Angel Arango de Bogotá, a finales de 1984. La pintora Beatriz González la calificó como la mejor muestra del año y la puso como ejemplo contra el hiperrealismo local y el costumbrismo predominante en el arte colombiano.
En la obra de Débora Arango ya no se quiere duplicar el mundo, sólo decirlo con un lenguaje propio, sin la intervención morigeradora del buen gusto y lo culto. Estética y ética son una sola. La sensualidad, la angustia, la miseria, la exposición de la corrupción, la burla implacable de los poderosos ese es su registro, su testimonio de una personal temporada en el infierno. Para decirlo no requirió como estimulante el éxito comercial ni la aceptación social. Ligada en cada momento a su tiempo desde la exclusión, Débora Arango creó imágenes que movilizaron la conciencia, las que apenas ahora van conquistando un espacio mental que permita verlas, pues aún son provocaciones.
- Tomado del Boletín Cultural y Bibliográfico, Biblioteca Luis Angel Arango, Volúmen XII, No. 4, Bogotá 1985.